Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de Madrid, a su llegada a San Millán Justo Rodriguez

Yuso, un gigantesco plató

Más de 150 periodistas ocupan el patio exterior del monasterio mientras llegaban los presidentes autonómicos

Viernes, 31 de julio 2020, 12:32

Tres toldos gigantescos cuelgan sobre el patio exterior del monasterio de Yuso. Hay cables por todas partes. Una televisión enorme retransmite en directo la llegada de las autoridades. Hay más de 150 periodistas acreditados. Se sientan en una especie de pupitres habilitados bajo los toldos. ... Hace fresquito, aunque las previsiones auguran un calor tórrido hoy en San Millán. Ahora dicen que viene Urkullu. La noticia va corriendo entre los informadores como corrían los secretillos en la escuela. El lehendakari se lo ha debido pensar mejor o acaso ha decidido que ya se había distinguido lo suficiente y que podía rebajarse a tomarse un café con sus homólogos. Tampoco le pillaba tan lejos.

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Por la televisión van llegando imágenes de las autoridades. Ahora se ve a María Chivite, la presidenta de Navarra. Ahora a Pablo Iglesias, vicepresidente segundo del Gobierno. Los periodistas juegan al quién es quién; no siempre resulta fácil adivinar qué presidente autonómico se esconde debajo de la mascarilla. Los reporteros gráficos están apostados militarmente a la entrada, registrando la llegada de todas las autoridades. Por la pantalla aparece finalmente Urkullu y en el patio cunde cierta expectación. Los enviados especiales llaman a sus centralitas para decirles que sí, que sí, que el lehendakari ya está aquí. A la entrada del recinto monástico, Urkullu charla con Concha Andreu y con la ministra de Política Territorial, Carolina Darias, que han salido a recibirlo. Luego aparece Ximo Puig, con su melena cobriza, y los periodistas valencianos se levantan como empujados por un muelle para sacar una fotografía a la pantalla.

Son los prolegómenos de una cita con mucha parafernalia. Hay una cierta confusión protocolaria causada por el coronavirus. Resulta difícil sustituir el estrechón de manos o el par de besos mejilleros. Muchos se rozan el codito. Hay algo jovial, como de fiesta de cumpleaños, en esta forma nueva de saludarse. Aquí en San Millán, sin embargo, se van a discutir cosas serias, tremendas; aquí se va a hablar de salud y de dinero. Y eso son palabras mayores. Las diecisiete banderas autonómicas (también la catalana, pese al desplante de Torra) están alineadas a la entrada del monasterio. La presencia de los monjes, con su vestidura talar, aporta un toque pintoresco y solemne al habitual y anodino desfile de trajes.

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Pedro Sánchez aparece a las 9:30 horas. Forma un grupo con Concha Andreu, Carolina Darias y la presidenta del Senado, Pilar Llop. Esperan al Rey. Don Felipe aparece cinco minutos más tarde. Solo los fotógrafos y los cámaras están presentes. Los plumillas, sentados en sus pupitres, miran la pantalla gigante plantada en el patio del monasterio. El Rey saluda a distancia a las autoridades; no hay estrechón de mano ni coditos ni nada; es como si pasara revista a las tropas. Con los presidentes autonómicos conversa unos segundos, a distancia. A Francina Armengol se le ve asentir nerviosamente. A su lado, Isabel Díaz Ayuso aguarda su turno en posición de firmes. Finalmente, todos se hacen la foto oficial a la entrada del monasterio. El lío, ahora sí, está a punto de empezar.

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