Aún resonaban los ecos de la bronca entre las dos principales fuerzas del independentismo catalán, ERC y JxCat, cuando el Gobierno anunció que Pedro Sánchez se reunirá con Quim Torra el próximo jueves 6 de febrero, y que la cita será en Barcelona. Falta fijar ... hora y lugar.
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El encuentro se producirá cuando se juegan los minutos de la basura en la legislatura en Cataluña tras la ruptura de republicanos y posconvergentes por la retirada del acta de diputado al presidente catalán, respaldada por los primeros y rechazada por los segundos. Todos, aquí sin excepción, coinciden en que Torra preside pero no gobierna, y que solo administra los tiempos para, en permanente consulta con Carles Puigdemont, fijar la fecha del adelanto electoral una vez rota la sociedad gubernamental. Pero para Sánchez la complejidad del momento no es óbice para sentarse con el presidente de la Generalitat.
Porque para la Moncloa no hay dudas. «En este momento no pesa sobre él ninguna resolución judicial o incidencia por la que no sea presidente de la Generalitat», afirmó con rotundidad la ministra portavoz. «De esto no hay ninguna duda. Es la ley», remachó María Jesús Montero, que negó además que cerrar la fecha del encuentro este martes tenga algo que ver con el tormentoso debate de la víspera en el Parlamento catalán o que suponga un salvavidas para Torra en su peor momento. Se comunica ahora, dijo la portavoz tras la reunión del Consejo de Ministros, porque los gabinetes de ambos gobernantes llegaron ayer mismo a un acuerdo sobre «la agenda». Sánchez anunció hace una semana que iba a reunirse con el presidente catalán, y pese a las presiones de la oposición (el PP ha amenazado con promover acciones judiciales contra el presidente si se produce) y a la caótica deriva de la situación política en Cataluña ha mantenido su compromiso, con el gesto añadido de que será en Barcelona.
Montero enmarcó el encuentro en la estrategia del diálogo para encontrar una salida al conflicto en Cataluña. «Tenemos que romper los años de incomunicación con Cataluña. No se puede -añadió la ministra- poner continuamente sobre la mesa la situación en Cataluña y no abordar el diálogo. Tenemos que buscar los puntos de encuentro». La cita, prosiguió la portavoz, solo se «pospondría o cancelaría» si antes del próximo jueves 6 surgiera alguna «incidencia»; es decir, una resolución judicial que inhabilitara a Torra como presidente de la Generalitat o, incluso, un adelanto electoral.
La reunión fue anunciada el pasado 20 de enero por Sánchez, pero en realidad es una exigencia de Torra para avalar la mesa de diálogo entre los dos gobiernos que pactaron el PSOE y Esquerra en las negociaciones para la investidura del líder socialista. El presidente catalán, y JxCat, se niegan a que los republicanos se cuelguen las medallas de la búsqueda de una solución al conflicto político en Cataluña y condicionó su respaldo a esa mesa a que antes se produjera un cara a cara entre iguales con el presidente del Gobierno de España.
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El foro bilateral entre ambos ejecutivos, que aún no tiene agenda ni composición de las delegaciones, se convocará después de la conversación entre Sánchez y Torra. La mesa debería haberse reunido ayer por primera vez porque en el pacto de los socialistas con Esquerra se estipuló que se constituiría 15 días después de que el presidente formase su Gobierno. Un retraso al que ninguna de las partes da importancia.
Pero todo este calendario puede convertirse en rayas en el agua si Torra opta por el adelanto electoral, como se teme. Este martes el rumor sobre su inminencia era muy fuerte en el Parlament, y ni siquiera el debate de los Presupuestos de la Generalitat, que comienza hoy, sería un freno a pesar de que la aprobación de las cuentas está pactada entre ERC, JxCat y los comunes. Cataluña no tiene Presupuestos desde 2018.
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Si fuera así, señaló Montero, el Gobierno de Sánchez trendría que que reformular su estrategia, pero siempre, subrayó, desde la óptica del diálogo. «La política -resumió la portavoz- es dinámica, debemos encajar los acontecimientos». La Moncloa, de todas maneras, asegura que no tiene indicios de cuándo pueden convocarse las elecciones autonómicas en Cataluña, que serían las cuartas en ocho años.
El Gobierno confía, en cambio, que ese adelanto no repercuta en los Presupuestos de España y que, al menos, ERC respalde el proyecto gubernamental. El portavoz republicano en el Congreso, Gabriel Rufián, respondió enseguida que todo dependerá de los frutos que dé la mesa de diálogo entre los gobiernos.
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