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El Gobierno confía en que Pere Aragonès sea capaz de resistir las presiones de Junts per Catalunya y la CUP contra el diálogo. Un día después de que el recién indultado líder de ERC, Oriol Junqueras, aprovechara su primera salida fuera del país para denunciar ... en la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo que «la represión continúa» Sánchez ha defendido que es necesario «aprender de los errores» cometidos en 2017 «también por parte de los independentistas». Y ha pedido «mirar hacia adelante». «Por eso hemos aprobado las medidas de gracia», ha subrayado durante una comparecencia en Riga com el primer ministro letón, Arturs Krisjanis Karins.
Sánchez, que el martes inició una gira por los países bálticos, ha respondido de esa manera a la pregunta de si teme que la actitud del exvicepresidente de la Generalitat, que este miércoles se reúne con Carles Puigdemont en Waterloo después de casi cuatro años, dificulte el «reencuentro» por el que prácticamente ha hipotecado su legislatura. Con tono sereno, el jefe del Ejecutivo ha mantenido el mismo discurso que lleva días desplegando sin alterar apenas una coma y ha esgrimido que su objetivo es «demostrar que nos necesitamos todos».
Tras volver a reclamar a la Generalitat que abra un proceso de diálogo con «la otra parte de Cataluña» que no comparte sus aspiraciones de crear una república independiente ha esgrimido que ahora lo fundamental es abordar las cosas que son «urgentes/importantes» para los ciudadanos, que se preocupan por su salud, por la curva de contagios, la vacunación, sobre cuándo se podrán incorporar a su puesto de trabajo después de un ERTE, sobre la viabilidad de sus empresas o sobre si podrán o no irse de vacaciones.
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El Gobierno siempre ha defendido que los indultos eran necesarios para crear un clima que permita el acercamiento pero también ha procurado no generar altas expectativas sobre la posibilidad de hallar una solución al problema catalán en el corto plazo. En Moncloa creen, además, que Aragonès necesita tiempo para ir consolidando su postura. De ahí, que en la entrevista que Sánchez y el presidente de la Generalitat mantuvieron hace poco más de una semana acordaran dejar la mesa de diálogo para la tercera semana de septiembre, tras la Diada, y empezar a trabajar sobre cuestiones ordinarias (inversiones, fondos europeos, financiación de la dependencia, conflictos competenciales como los que puedan existir con otras autonomías...).
«El Gobierno catalán va a contar con todo el apoyo del Gobierno de España para superar esta catástrofe -esgrimió Sánchez en alusión a la pandemia de coronavirus-y para superar juntos el desgarro que supuso 2017».
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