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Salvador Arroyo
Bruselas
Martes, 14 de enero 2020, 20:03
El mensaje, previsible. Y su impacto, prácticamente nulo. La primera intervención de Carles Puigdemont como eurodiputado de pleno derecho, 24 horas después de tomar posesión de su escaño en la Eurocámara de Estrasburgo, se redujo casi a una anécdota. En torno a las ... once de la mañana el expresidente catalán tomaba la palabra para hablar durante un escaso minuto en el debate que siguió al discurso del primer ministro de Croacia, Andrej Plenkovic, sobre las prioridades de la presidencia de la UE, que recae en este país durante el primer semestre del año.
Puigdemont, sentado junto al también exconseller prófugo, Toni Comín, en la última fila del hemiciclo (el lugar reservado para los eurodiputados no adscritos) no sorprendió. En inglés, con las notas de su discurso en la mano, remarcó que el conflicto catalán es «un asunto interno que va a estar muy presente durante la presidencia croata»; un problema que requiere «una solución política» que debería apuntalarse «en el diálogo y la negociación» porque «la represión no puede ser una solución aceptable». Como colofón, sostuvo que «ha llegado el momento» de que la UE «encuentre un mecanismo democrático para la autodeterminación» por entender que «el derecho de autodeterminación es la mejor forma de resolver conflictos territoriales en Europa y en todo el mundo».
Al acabar, la vicepresidenta de la Eurocámara Mairead McGuinnes, le informó de que había «dos tarjetas azules» (dos parlamentarios querían replicarle). Eran la popular Dolors Montserrat, y el portavoz de Ciudadanos, Luis Garicano. Cuestionado sobre si aceptaba entrar en la discusión, Puigdemont respondió con un 'no' y media sonrisa que encendió a los aludidos.
La situación del 'gallinero' de los no adscritos parece que tardará en cambiar y con muchas posibilidades, además, de no resolverse como pretendían Puigdemont y Comin. Ambos han solicitado su incorporación al grupo de Los Verdes-Alianza Libre Europea (del que forman parte los eurodiputados de Esquerra). Pero los Verdes no iban a abrir la puerta automáticamente.
Ahora todo apunta a que está bloqueada para ellos. Philippe Lambert, uno de los vicepresidentes de este grupo, se lo dijo sin ese trazo tan grueso. «Nos plantea un problema». Su argumento. «Es incoherente» que quieran entrar en la que es la cuarta fuerza política de la Eurocámara porque «defiende unos valores opuestos a los de sus mejores amigos belgas». Una clara alusión al partido de ultraderecha N-VA, que ha dado cobertura a los dos políticos fugados desde su llegada a Bélgica. Los eurodiputados de la la N-VA están en el grupo de Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), el mismo del que forma parte Vox.
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En paralelo se espera que en las próximas horas el presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, informe al pleno de que ha recibido ya el suplicatorio del magistrado Pablo Llarena, instructor de la causa del 'procés', para pedir la suspensión de la inmunidad de Puigdemont y Comin.
Los socialistas, aludidos la víspera por el expresidente fugado («deben ser coherentes con el mensaje de su jefe de filas (Pedro Sánchez) de desjudicializar la política») no se pronunciaron de forma rotunda sobre si apoyarán o no el suplicatorio. Su portavoz, Iratxe García, insinuó un voto favorable al suplicatorio porque «debemos respetar las sentencias judiciales». En todo caso, añadió la socialista, «hay que dejar trabajar a la justicia y evitar que el Parlamento Europeo se convierta en un circo».
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