Vox justifica su moción como «un deber nacional» para «evitar la ruina»

El presidente del partido de ultraderecha también cargó contra el PP, otro de los perjudicados por la moción de censura a Sánchez, que le ha restado iniciativa política en el Congreso. Abascal volvió a retar a Casado a adherirse a su plan, pese a que los populares ya afirmaron que votarían negativamente, «los diputados que no voten en contra son responsables de sus fechorías», afirmó.

Espoleado por las encuestas, que le auguran un incremento de diputados, prosiguió sembrando sospechas sobre la victoria electoral del PSOE en las generales del 20 de noviembre, que calificó de «estafa». Incluso criticó la forma de vestir de los diputados de Unidas Podemos, «que faltan al restpeto -dijo- a las más elementales normas de convivencia».

Abascal criticó la gestión del Gobierno de la pandemia, haciendo hincapié en las víctimas. «Algún día la Historia les juzgará por el abandono de los moribundos y la dignidad que merecían en sus últimos momentos. Algunos incluso golpeaban las puertas para que les dejaran salir, pero Pablo Iglesias estaba muy ocupado pactando con etarras y agitando caceroladas contra el Rey», espetó. También considera que los confinamientos «no han salvado a nadie» y atribuye el toque de queda que pidió la Comunidad de Madrid, gobernada por una coalición entre PP y Ciudadanos, al Ejecutivo de Sánchez.

Por último, anunció que de ganar la moción -«nunca perdemos la esperanza de que algunos se caigan del caballo y que esta moción salga adelante», dijo- convocarían elecciones. También explicó que reuniría «un Gobierno de concentración nacional, de transición y de emergencia, muy reducido».

El diputado de Vox Ignacio Garriga abrió el debate de la moción de censura en el Congreso tratando de justificar la utilidad política de la propuesta pese a que esta será, salvo sorpresa mayúscula, la menos apoyada de la historia de la democracia. También descartó que se trate de una pinza contra el PP de Pablo Casado, cuyos diputados votarán negativamente, o de que, incluso, reforzará al Gobierno de coalición al desviar el foco por unos días de su gestión de la pandemia. En cambio, defendió su necesidad, como «un deber nacional», para minar la credibilidad del Pedro Sánchez y de Pablo Iglesias, a los que fueron dirigidos el grueso de sus exabruptos e hipérboles. «Necesitamos todos los recursos parlamentarios a nuestro alcance para evitar la ruina nacional. Puede que perdamos, pero hemos dejado claro los motivos por los que necesitamos convocar elecciones, y expuesto a los políticos que mañana», afirmó.

La elección de Garriga para presentar los motivos por los que Vox propone la moción de censura también responde a una estrategia de Abascal de foguear y dar a conocer al que será su candidato a las elecciones catalanas del próximo 14 de febrero. En el lenguaje guerracivilista que viene siendo habitual denomió «Frente Popular» al Gobierno de coalición.

Durante su intervención también defendió la figura de Felipe VI profiriendo «vivas» al Rey, que fueron secundados solo por los suyos desde la tribuna. En otro intento vano más de atraerse el apoyo de los partidos de la oposición. Ni siquiera en esta cuestión el Partido Popular estuvo dispuesto a echarle una mano.

También afirmó, sin complejos que el Gobierno ha iniciado «una espiral de violencia contra Vox». «Señalando», dice, a sus partidarios en mítines, y enumeró varias supuestas agresiones sufridas por algunos de sus simpatizantes «por parte de los cachorros de la izquierda».

Se refirió al coronavirus como «virus chino», la misma definición que profiere en sus mítines el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y repasó lo que, a su entender, han sido los más graves errores del Gobierno en la gestión de la pandemia. «Los españoles nunca han sido su preocupación, señor Sánchez, ustedes defienden que no se podían saber las consecuencias del coronavirus mientras en enero ya lo sabían. Mucha gente ha muerto por lo que ustedes no han hecho», espetó. Seis meses después, volvió a las tesis de que las manifestaciones del 8M fueron un punto de inflexión para la propagación de la covid-19 en España, «un día que siempre será recordado por su infamia».

Garriga también criticó los puntos más espinosos de la gestión del Gobierno, como el proyecto para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el retraso en el cobro de los ERTE o la crisis económica que se avecina. «Queremos echarles para evitar que su pulsión totalitaria se extienda por el resto de las instituciones. Solo esto sería suficiente para que el resto de diputados apoyaran la moción de censura», afirmó.

El diputado también expuso uno de los puntos estrella del programa de Vox, la lucha contra la inmigación ilegal. «La inmigración ilegal es una condena en diferido para las generaciones presentes y futuras, la estabilidad económica y la paz social de nuestro país. La izquierda lleva años dando la espalda a los problemas de los españoles, parapetados en sus mansiones», añadió.

Finalizó su intervención, que duró una hora y veinte minutos, con un «que Dios les bendiga y que Dios bendiga a nuestra patria».