Ignacio Garriga, el defensor de Abascal

Odontólogo de profesión, de madre ecuatoguineana y padre catalán de origen belga, el pequeño de cinco hermanos domina perfectamente el catalán y asegura identificarse «90-97 por ciento con Vox. Si estuviera al 100% de acuerdo con todo, el partido lo habría fundado yo». El día previo a la moción de censura lo pasó en el Cerro de los Ángeles, en Getafe, lugar de peregrinaciones que fue destruido durante la Guerra Civil, para hacer honor a sus profundas convicciones cristianas.

Antes de dejarse seducir por Vox en 2014, Garriga fue miembro del Partido Popular, que acabaría abandonando en 2010, tras tener fuertes desacuerdos sobre la postura del partido respecto matrimonio homosexual, el aborto, la unidad española y la inmigración. «Intenté dar la batalla por las ideas pero me fui hastiado», ha recordado en numerosas ocasiones.

Cuando le preguntan si el partido de Abascal es racista, lo niega tajantemente, y asegura que «lo único cierto es que Vox está en contra de la inmigración ilegal». También deja clara sus prioridades: «Yo hubiera iniciado la legislatura dando la batalla a la ley del aborto».

Sánchez se enfrentará con un hueso duro de roer, firme en sus convicciones, como aseguran los que conocen de cerca a Garriga. Él es consciente de que su imagen aparecerá en millones de televisores y que su nombre será más conocido a partir de este miñercoles. «Soy consciente de que esto me va a catapultar», asegura.