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Sánchez, en julio y este sábado. R. C.
Los dos discursos de Sánchez

Los dos discursos de Sánchez

Hoy el «conflicto político» de Cataluña ha copado gran parte de su intervención al tiempo que insistía en que «no se va a romper España ni la Constitución». Hace seis meses era sólo un problema de convivencia mientras se dedicaba a hablar de algo tan alejado como la digitalización

Sábado, 4 de enero 2020, 12:50

No han pasado ni seis meses desde la anterior sesión -fallida- de investidura de Pedro Sánchez, pero su discurso para ganar el apoyo de la Cámara ha dado un giro de 180 grados. Hoy, el mensaje está estrechamente vinculado a Cataluña y a la necesidad ... de obtener el apoyo de ERC mediante su abstención, pero también necesita los votos de otros grupos no independentistas. Por eso, su intervención ha comenzado intentando tranquilizar a estos últimos y a algunos de sus propios barones: «No se va a romper España ni la Constitución, sólo el bloqueo». «El PSOE es un partido español, formado por compatriotas», subraya el líder socialista. También los primeros minutos, bastantes, de su discurso se han centrado en justificar el acuerdo con ERC que la presidenta del Congreso rechazó leer al comienzo como pedía la portavoz del PP, Cayetana Álvarez de Toledo.

Incluyó los guiños suficientes para que ERC se sintiera respaldada. Del problema de convivencia como se definía hace meses la situación en Cataluña al «conflicto político» como lo define ahora Sánchez. Un conflicto que, dice, hay que resolver con el «diálogo político (...) dejando atrás la judicialización del conflicto». «Hay que dejar atrás la deriva judicial que tanto dolor ha causado y retomar la única vía posible, que es la política», afirma el candidato.

En julio, el candidato a la presidencia en los primeros minutos del discurso apenas hacía una mención a la necesidad de «avanzar y no cuestionar nuestro modelo de convivencia territorial» y se centraba en enfatizar la necesidad de que hubiera un Gobierno, el suyo, ya que eran la fuerza más votada, un partido «que acumula más escaños que la suma de las dos siguientes fuerzas parlamentarias». Muy diferente es la situación actual, donde el segundo y tercer partido en escaños (PP y VOX) suman 21 diputados más que el partido socialista, muestra clara de la debilidad del candidato y su necesidad de apoyos más numerosos.

Hace seis meses, Sánchez habló mucho de «revolución digital», algo practicamente desaparecido en esta ocasión. Está claro que ahora las necesidades políticas son otras. En julio, el candidato veía seis retos por delante para España: desempleo y precariedad, pensiones dignas y un sistema público sostenible, transformación digital, transición ecológica, feminismo, justicia social y una España unida y diversa. No es que esos retos hayan desaparecido en el nuevo discurso, pero su preeminencia ha caído, mientras que las promesas económicas actuales se han ajustado al programa acordado con Podemos.

Es muy significativo que en el área económica, Sánchez se ha 'olvidado' hoy de una promesa que hizo entonces: «eliminar en un horizonte de cinco años el déficit del sistema de la Seguridad Social». El 22 de julio aseguró rotundamente: «Este es un compromiso que asumo antes ustedes». Ahora ese compromiso no aparece, aunque sí el de subir las pensiones con el IPC -lo que elevará el coste en más de 7.000 millones de euros en 2023 según la Airef- y mejorar los ingresos de la Seguridad Social, sin concretar cómo.

Donde sí se ha explayado hoy Sánchez es en las novedades en el marco de la «memoria democrática», con los anuncios de que el 31 de octubre será el día en recuerdo de las víctimas del franquismo y el 8 de mayo, en memoria de las víctimas del exilio, así como la recuperación de «bienes expoliados por el franquismo» empezando por el Pazo de Meirás. Un guiño a su electorado y uno de los pocos puntos donde ha detallado promesas concretas.

En resumen, un discurso ahora centrado en Cataluña y condicionado por los acuerdos alcanzados para la investidura, frente a otro ciertamente menos político en julio cuando la conclusión fue que, en realidad, Sánchez quería ir a otras elecciones. Las celebradas el 10 de noviembre, de las que el PSOE salió un poco más debilitado, con 727.000 votos menos y perdiendo tres diputados.

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