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«David y Roberto están de vuelta en casa», dijo Alfonso Bauluz, portavoz de las familias de ambos reporteros españoles, asesinados en Burkina Faso. Unos minutos antes había aterrizado el avión del Ejército del Aire español, encargado de repatriar los cuerpos de David Beriain ... y Roberto Fraile, junto al del conservacionista irlandés Rory Young. En la aeronave, que llegó puntual a las nueve de la mañana, también viajaba un superviviente de la emboscada tendida por el terrorismo local, una facción yihadista vinculada a Al Qaeda. El superviviente es un miembro de la ONG Chengeta Wildlife Foundation, de nacionalidad suiza, que se escondió durante el ataque, y pudo llegar después a la capital Uagadugú.
De nombre Greg, el apellido u otros datos de este cooperante no trascendieron y él se mantuvo alejado de la prensa, en compañía de los familiares de los fallecidos, que acudieron a Madrid a esperar los restos mortales de sus seres queridos. «Sí, ha venido también un superviviente», confirmó escuetamente una fuente de Defensa, mientras el resto de delegados prefería no hacer comentarios al respecto. Otra fuente distinta también confirmó la presencia del ambientalista suizo.
Los ataúdes descendieron del avión en el aeropuerto de la base aérea de Torrejón de Ardoz, y fueron cargados en hombros por cuatro soldados por lado, en paridad de hombres y mujeres, sobre una alfombra roja, franqueada por una docena de uniformados en posición de firmes. Cerca estaban las ministras de Defensa y Exteriores, Margarita Robles y Arancha González Laya, junto a otros militares de alta graduación. En fila, cruzaron los tres féretros, hacia el interior de un hangar, donde esperaban los familiares. A Fraile le aguardaban sus dos hijos, su pareja y su hermano. A Beriain, su esposa y productora, Rosaura Romero, y su hermano. Hasta ellos llegó la guardia de honor, lejos de las cámaras por petición expresa de los familiares, según el ministerio.
A través de su portavoz, las familias agradecieron a «todos los funcionarios públicos» que colaboraron en la repatriación y pidieron «respeto por el dolor y el duelo de los familiares». Con honores militares y condecorados con la Cruz del Mérito Civil por «su labor en medios de comunicación para engrandecer la democracia», los restos de Beriain y Fraile fueron trasladados cada uno a un vehículo que partiría para sus destinos finales. Beriain a Artajona, el pueblo navarro del que procede su familia, y Fraile a Valladolid, donde viven los padres.
«Es un día triste», reflexionó González Laya en una breve intervención sin preguntas. «Todos tenemos que ofrecer nuestro homenaje a quienes estaban detrás de las cámaras para esclarecer realidades invisibles, y hoy están delante». Tanto ella como Robles se esforzaron por despejar cualquier duda sobre el trabajo de inteligencia y cooperación por parte de los organismos españoles, como el CNI que «ha actuado contra otras acciones terroristas» y que «trabaja desde el primer momento para aclarar lo ocurrido», dijo Robles. «La lucha contra el terrorismo no va a acabar».
Aun cuando se trata de dos periodistas que se encontraban realizando un documental sobre la caza furtiva para un programa de televisión, las ministras insistieron en justificar la presencia militar española en la zona del Sahel, donde fueron asesinados Beriáin y Fraile cuando acompañaban a una patrulla de fuerzas militares de Burkina Faso. «Hemos sacado una lección», aseguró González Laya. «Es importante para España apoyar la estabilidad del Sahel, vecino de nuestros vecinos, con grandes riesgos geopolíticos y geoestratégicos, donde nos jugamos la paz y la estabilidad de nuestro país».
Más información:
aiende s. jiménez
Miguel Ángel Alfonso Daniel Roldán
El ataque donde murieron los dos periodistas españoles sucedió en la provincia de Compienga, cerca de un corredor de parques naturales, donde operaba la ONG de Young, Chengeta Wildlife Foundation, que adiestra a personas locales para desempeñar una especie de conservacionismo armado, según se aprecia en vídeos publicados en redes sociales. Superados en número, la refriega entre la patrulla oficial de Burkina Faso y los terroristas se cobró cuatro vidas. Además de los tres europeos, murió un militar. Tanto el periodista suizo que llegaba en el avión español, como otro soldado, lograron escapar. «Lo que ocurre en el Sahel importa», coincidió Robles. «Cuando pasa una tragedia como ésta, azota a Europa y al mundo civilizado». El Gobierno español insiste al de Burkina Faso en que se esclarezca «lo que ocurrió y los perpetradores estén ante la justicia», prometió González Laya.
Experimentados reporteros, tanto Beriáin como Fraile se habían ido muchas veces para contar en sus trabajos lo que sucedía más allá de las fronteras españolas, donde está el mundo de los otros, los que viven bajo la ley del más fuerte. A pesar de un trabajo concienzudo de contenidos profundos y cuidada producción, su regreso nunca había causado tanta expectación. Ahora llegan «a casa», como dijo Bauluz, por última vez.
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