Sucede a veces que el conflicto da paso a breves momentos de tregua por pura humanidad. Se produjo en la Nochebuena de 1914, durante la Primera Guerra Mundial, cuando los soldados del ejército británico y el alemán, enfrentados en las trincheras de Ypres, decretaron un ... alto el fuego para jugar un partido de fútbol y cantar villancicos. Y volvió a ocurrir este martes en el Congreso, en mitad de la sesión definitiva para la investidura de Pedro Sánchez. Después de otro agrio cruce de acusaciones entre la bancada de la coalición y la de la oposición -un avance de lo polarizada que estará la próxima legislatura-, los diputados se levantaron para aplaudir al unísono a la parlamentaria de los comunes Aina Vidal, de 34 años, que padece un agresivo cáncer y se había ausentado de la Cámara baja en las sesiones anteriores. Lo secundaron PSOE, Podemos, PP, Ciudadanos, ERC... Y algunos de los diputados de Vox, no todos. Un sentido homenaje que llenó las mejillas de Vidal de lágrimas cuando el líder de la coalición morada le agradeció su presencia en un día histórico.
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Y eso que la jornada había empezado con la sombra de un 'tamayazo' sobrevolando la Carrera de San Jerónimo. Rafael Simancas, secretario general del Grupo Socialista, se afanaba desde primera hora para evitar repetir el desplante que él mismo sintió en sus carnes cuando ya se veía investido como presidente de la Comunidad de Madrid y dos tránsfugas lo evitaron. Solo Tomás Guitarte, diputado de Teruel Existe, había recibido más de 8.000 correos electrónicos para presionarle. Un solo viraje del sí al no, sería decisivo.
Investidura de Sánchez
Con más seguridad de la habitual, se formaron largas colas para acceder al hemiciclo. La tribuna de invitados rebosaba de caras conocidas como la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; el exdiputado de Podemos Juan Carlos Monedero; el secretario general de los socialistas catalanes Miquel Iceta; o la líder del PSOE andaluz Susana Díaz. Unos venían de parte del novio y otros de la novia.
Las espadas salieron pronto de sus fundas cuando la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, recordó que no podía votarse antes de las 12:45, es decir, 48 horas después de haberse producido la primera. No hizo falta esperar, la sesión se alargó hasta más allá de la una de la tarde entre «¡vivas!» a España y al Rey por parte de diputados populares y de Vox, el recuerdo al presidente de la Segunda República Manuel Azaña por parte de Sánchez, y un tajante «la gobernabilidad de España me importa un comino» por parte de la diputada de ERC Montserrat Bassa, hermana de Dolors Bassa, una de las políticas presas tras el juicio del 'procés'. Ana Oramas pedía perdón a Coalición Canaria, su partido, por cambiar al 'no' en contra del criterio de la formación y recordaba que los parlamentarios no son «vendepatrias ni traidores».
Oskar Matute (Bildu) llamó «jurado de 'La Voz'» a Adolfo Suárez Illana, por darse la vuelta durante su intervención, en la que los parlamentarios de Vox abandonaron el hemiciclo. «Esta solo ha sido una sesión de entrenamiento», reconocía a modo de oráculo el diputado de mayor edad, el socialista Agustín Zamarrón, apodado Valle-Inclán.
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La votación acabó siendo lo de menos porque se desarrolló según el guion previsto. Al final, otras lágrimas, las de Pablo Iglesias entre gritos de «¡sí se puede!».
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