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Adriana Lastra (Ribadesella, 1979) no conoció a Pedro Sánchez hasta 2008, pese a que para entonces ella ya llevaba casi tres décadas en política, siempre ligada al PSOE. Pero desde aquel momento conectaron y ambos han sido uña y carne desde entonces. Tanto que ... la asturiana fue una de las personas que más le animó para que intentase reconquistar el poder tras haber sido descabalgado en el esperpéntico comité federal del 1 de octubre de 2016. Con José Luis Ábalos, le organizó mítines por toda España cuando nadie, o casi nadie, daba un duro por Sánchez. Histórica es ya la foto que se hicieron ambos con el coche con el que recorrieron España. Creyó siempre en él.
Nacida en el seno de una familia numerosa -es la tercera de cinco hermanas- Lastra ya tenía claro desde el instituto que no quería limitarse a mirar las cosas desde fuera sino que prefería participar. Con apenas 18 años se afilió a Juventudes Socialistas, y dos años después ya dirigía esta organización en su Ribadesella natal. Fue su abuela la que le metió en el cuerpo el gusanillo del activismo, contándole cómo a su abuelo le condenaron dos veces a muerte por republicano durante la Guerra Civil. «Me influyó mucho», reconoció la política hace unos años.
A la vera del renacido líder socialista, Lastra se convirtió a sus 38 años en vicesecretaria general del PSOE, cargo que compaginaría hasta hace un año con la portavocía del grupo socialista en el Congreso. Artífice del acuerdo de coalición con Podemos, su buena sintonía con Gabriel Rufián, ha sido clave a lo largo de la legislatura para sumar el apoyo de ERC en numerosas ocasiones, incluida la investidura de Sánchez.
Amante de la música, sobre todo del rock, con AC/DC entre sus grupos de cabecera, y voraz lectora de los poemas de Ángel González, uno de sus referentes vitales, Lastra se ha caracterizado por aguantar bien la presión, no amedentrarse y contar con un carácter duro. Toda una mujer de partido, muy amiga de sus amigos y leal a Sánchez hasta el final. Su salida facilita cualquier cambio interno y resuelve las tensiones en Ferraz por los últimos revolcones en las urnas.
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