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Dos trabajadores retiran la bandera de Reino Unido de la sede del Parlamento Europeo. EFE

Los líderes de la UE abogan por una mayor integración

Bruselas se despide de Reino Unido deseando tener la mejor relación, «aunque no será tan buena como cuando era miembro» | Las instituciones comunitarias retiran la enseña británica sin ceremonias

Salvador Arroyo

Bruselas

Viernes, 31 de enero 2020, 13:46

La solemnidad de los discursos y la retirada discreta de la 'Union-Jack' (la bandera nacional británica) de las instituciones están marcando el adiós oficial de Bruselas a Reino Unido. Los tres presidentes de la UE han comparecido pasadas las once de la mañana ... en el Parlamentarium, el espacio interactivo que se integra en el complejo de edificios del Parlamento Europeo, para engarzar tres declaraciones oficiales con los mismos mensajes de fondo: el pesar por el divorcio después de 47 años de historia compartida; el objetivo de cimentar una relación futura estrecha y privilegiada; y sacar pecho con una UE, potencia económica mundial, que está determinada a consumar los objetivos de ser referencia en el escenario internacional y reforzar la integración a Veintisiete.

Poco antes de las 19:40 horas, dos funcionarios del Consejo de la UE, institución que representa a los países del bloque, retiraron la 'Union Jack' de su sede en Bruselas. Media hora después, la bandera británica fue arriada simultáneamente en las sedes de la Eurocámara en Bruselas y en Estrasburgo (noreste de Francia), en un silencio solemne. A diferencia del Consejo de la UE, donde quedó el vacío dejado por la retirada, la Eurocámara la remplazó por un bandera europea que ondea ahora junto a las del resto de países del bloque.

Un ejemplar de la bandera británica se guardará en la Casa de la Historia Europea, un museo sobre la construcción europea con sede en Bruselas, explicó días atrás una vocera del Parlamento.

El presidente de la Eurocámara, David Sassoli; el del Consejo Europeo, Charles Michel; y la jefa del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen. Un italiano, un belga y una alemana aglutinaron esos argumentos -que habían avanzado ya el jueves en un debate sobre el futuro de Europa en la Casa de Jean Monet, en Francia, y este viernes mismo en un artículo conjunto- durante un acto sobrio que se ha prolongado casi una hora, y en el que, aunque no estaba previsto, han respondido a un puñado de preguntas de los periodistas.

Con gesto serio han accedido al interior de un recinto con iluminación tenue. Se han colocado tras atriles en riguroso blanco, sin ningún símbolo, y con las estrellas de la UE de fondo. Ante ellos decenas de periodistas y miembros de las instituciones comunitarias (con un Michel Barnier, negociador principal de este embrollo, escuchando atentamente y asintiendo en varios momentos de las discursos). «Comienza una era nueva». Así se ha arrancado Sassoli. En su idioma materno, el socialista que dirige la Eurocámara, ha destacado que una de las lecciones que se extraen de los tres largos años de negociaciones de este divorcio «es la unidad reforzada los Veintisiete» en torno a un proyecto que constituye «mucho más que el primer mercado económico del planeta». Sobre lo que viene a partir de ahora, «ni optimismo ni pesimismo, determinación», ha subrayado Von der Leyen, que utilizó el inglés, el francés y el alemán.

«Determinación» ante los retos futuros (seguridad, migración, cambio climático y transformación tecnológica) que la UE encara en mejor posición que el que será ya su exsocio esta medianoche, vino a decir. Porque «la fuerza no reside en un espléndido aislamiento sino en nuestra única unión. Los cambios y oportunidades a los que nos enfrentamos no van a cambiar por el 'brexit'».

¿Y cómo será la relación futura? El Ejecutivo comunitario (el propio Barnier) presentará el próximo lunes las directrices que van a marcar esas negociaciones, que deberían resolverse en poco más de diez meses. A Bruselas no le salen las cuentas con el plazo. Ejemplos, sobran: el CETA (acuerdo de libre comercio con Canadá) requirió 7 años y Mercosur (con Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), dos décadas. Y hace ya tiempo que sospecha que el hecho de que Boris Johnson no esté dispuesto a prorrogarlo (hasta dos años permite el Acuerdo de retirada) se siente como unas maniobra de presión a la que Bruselas no se plegará.

Sentimientos encontrados

Cierto que el vínculo histórico con Reino Unido es más estrecho que con Canadá o con los países sudamericanos. Pero la alemana volvió a advertir que el acuerdo sobre la relación futura (fundamentalmente comercial, sin aranceles ni cuotas) no se dará a cualquier precio. «Queremos la mejor relación de vecindad posible con Reino Unido, pero ésta nunca será tan buena como la que supone ser miembro de la UE». Dicho de otro modo, sin la libre circulación de ciudadanos, no puede haber libre circulación de capitales, bienes y servicios. Así que las dificultades se irán salvando a medida que Londres 'reasuma' las normas (los estándares medioambientales, de derechos laborales, fiscalidad o ayudas públicas) que rigen en el espacio común. La competencia tendrá que ser en igualdad de condiciones.

Y en este viernes de «sentimientos encontrados», el responsable del Consejo Europeo, la institución que coordina a los jefes de Estado y de Gobierno, Charles Michel remarcó la misma filosofía de base: la voluntad de «construir un proyecto más ambicioso» abogando por una mayor y mejor cooperación entre los socios para sacar adelante «nuestros grandes proyectos». Eso sí, asume que hay que «tener más en cuenta a los ciudadanos» y explicar «mejor» la labor que se realiza desde la capital comunitaria.

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La pasión la pondría Sassoli, ya en el tramo final del turno de preguntas: «¿Porque se empeñan en dividir nuestro espacio europeo? ¿Cual es el interés en hacer más frágil la UE? Si alguien nos quiere dividir es porque tiene miedo de un mundo regulado. Las reglas están para proteger a los débiles. Sin ellas se acaban imponiendo los más fuertes«, defendió.

Apenas un par de horas antes de comenzar este acto, el único ceremonial con el que Bruselas ha querido marcar este día, un grupo de parlamentarios del 'brexit' Party de Nigel Farage abandonaban la Eurocámara ofreciendo su último espectáculo. Él, el líder eurófobo no estaba en un grupo que marchó portando la bandera de Reino Unido mientras un gaitero escocés, les marcaba el paso.

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