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juan carlos barrena
Berlín
Sábado, 8 de febrero 2020, 22:07
Tres días después de su polémica elección como primer ministro del Estado federado de Turingia, el liberal Thomas Kemmerich, presentó este sábado su dimisión inmediata y abrió la vía para la resolución del conflicto político en esa región germano oriental, aunque difícilmente hará olvidar ... el escándalo de alcance nacional hábilmente orquestado por la ultranacionalista Alternativa para Alemania (AfD). «Declaro por la presente mi renuncia inmediata como primer ministro del Estado Libre de Turingia», señaló Kemmerich en un breve tuit. 'Thomas el breve', como le bautizaron inmediatamente algunos medios, anunció que también desistía de cobrar todos los ingresos derivados de su cargo, la nada despreciable cantidad de 90.000 euros por 72 horas de trabajo.
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Kemmerich había sido elegido el pasado miércoles por el Parlamento de Erfurt con los votos del Partido Liberal (FDP) y la Unión Cristianodemócrata (CDU), pero también con el envenenado e inesperado apoyo de los diputados de AfD. Éstos proporcionaron la mayoría de un voto necesaria para impedir la reelección de Boda remallo como jefe de gobierno de ese Estado y líder de una coalición encabezada por La Izquierda y con los socialdemócratas (SPD) y Los Verdes como socios menores. Las sospechas inmediatas de que conservadores y liberales habían participado en la retorcida maniobra de la formación ultraderechista, xenófoba y antieuropea desataron una tormenta política por la ruptura del compromiso de todos los partidos germanos de marginar políticamente a AfD en todo el país.
Poco antes de la dimisión, los dirigentes de las formaciones que integran la gran coalición en Berlín -cristianodemócratas (CDU), socialcristianos bávaros (CSU) y socialdemócratas- habían contactado directamente con el presidente del FDP, Thomas Lindner, a quien presionaron para que forzara la renuncia inmediata de Kemmerich. Lindner reconoció que sus correligionarios en Turingia «habían cometido un grave error» al caer en la trampa tendida por los populistas, que buscaban romper su aislamiento político y crear discordia entre las demás fuerzas. Precisamente esas tensiones fueron el origen de la reunión de urgencia por exigencia del SPD en la Cancillería Federal con los jefes del tripartito que gobierna Alemania, bajo la presidencia de Angela Merkel, y que acabó con un breve comunicado de trece líneas y sin declaraciones públicas.
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Fuentes cercanas a la conferencia señalaron, según algunos medios germanos, que los socialdemócratas amenazaron con abandonar el Ejecutivo en Berlín si Kemmerich no renunciaba inmediatamente y exigieron, como figura en la nota final, una reiteración por escrito del compromiso de CDU, CSU y SPD de no dar ni agua a Alternativa para Alemania. Los tres partidos descartan categóricamente toda formación de Gobierno o de mayorías parlamentarias con los votos de los populistas. «Ésta es y sigue siendo la decisión de los partidos que forman la coalición a todos los niveles», señala el comunicado.
Además reclamaron una rápida resolución de la crisis del Gobierno regional. «Debido a la necesaria legitimación política, los socios de la coalición están convencidos de que, con independencia de la elección de un nuevo primer ministro, hay que celebrar prontas elecciones adelantadas en Turingia», dice la nota. El SPD había impuesto además a primera hora de la mañana el cese del comisionado para el Este de Alemania del Gobierno federal, Christian Hirte, que el miércoles celebró inapropiadamente la elección de Kemmerich. «Está bien que la canciller Merkel haya cesado al señor Hirte», dijo la copresidenta del SPD, Saskia Esken, antes de la cita de la gran coalición.
Así las cosas es de esperar que la cámara regional de ese Estado germano oriental se reúna próximamente para celebrar una nueva votación y que Ramelow encabece el hasta ahora frustrado Gobierno de minoría rojo-roji-verde. Un adelanto electoral favorece a esta alianza, los sondeos indican que La Izquierda será de nuevo el partido más votado, pero con seis puntos más que en los comicios anteriores, y de que dispondrá de una mayoría holgada en el Parlamento de Erfurt con sus socios socialdemócratas y verdes. Por el contrario, los liberales serán castigados con la pérdida de todos sus escaños y la CDU no tendrá más que la mitad de votos que AfD, que sólo ganaría unas décimas, aunque sería la segunda fuerza en ese land. Mayores consecuencias parece tener el escándalo a nivel nacional, sobre todo para los liberales. Un sondeo del instituto Forsa revela que el FDP caería ahora cinco puntos en unas elecciones generales hasta un potencial 5% de votos, a riesgo de perder su representación en el Bundestag. Otros dos puntos pierden los populistas hasta situarse en un 9%. Los partidos de la Unión (CDU/CSU) se mantienen estables con un 28%, pero suben un puntos Los Verdes hasta el 24% y otros dos puntos el SPD y La Izquierda hasta alcanzar un 15% y un 10% de votos, respectivamente.
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