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El presidente de Sudáfrica, Ciryl Ramaphosa, y la canciller Merkel, al final de una comparecencia en Pretoria. REUTERS
La pesadilla de Turingia atrapa a la CDU

La pesadilla de Turingia atrapa a la CDU

La sucesora de Merkel no logra convencer a los dirigentes locales para que apoyen un adelanto electoral después de su escandalosa votación con la ultraderecha

juan carlos barrena

Berlín

Viernes, 7 de febrero 2020, 22:53

La crisis de gobierno en Turingia amenaza con devorar a la presidenta de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Alemania, Annegret Kramp-Karrenbauer, incapaz de imponerse a sus rebeldes correligionarios del pequeño Estado germanooriental y de aportar soluciones válidas para resolver la complicada elección de un ... ejecutivo en esa región. La votación en el Parlamento de Erfurt el miércoles, en la que los conservadores sumaron sus votos a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) para elegir como primer ministro al liberal Thomas Kemmerich, se ha convertido, entretanto, en una pesadilla.

La formación conservadora, al igual que el Partido Liberal (FDP), es sospechosa desde entonces de colaborar con los ultranacionalistas, xenófobos y antieuropeos y la pérdida de imagen de la CDU alcanza niveles más que preocupantes, por no hablar de la falta de autoridad de su presidenta.

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Y esta quedó patente en la madrugada de este viernes cuando Annegret Kramp-Karrenbauer, AKK para sus correligionarios, no fue capaz de imponerse a sus compañeros en el Parlamento de Turingia. Acudió a Erfurt de urgencia para conseguir que apoyaran el adelanto electoral que defendía la ejecutiva de la CDU y la propia canciller federal, Angela Merkel, y fracasó en su objetivo. El líder local, Mike Mohring, argumentó que eso supondría un desastre electoral y defendió con éxito buscar otras opciones para elegir un nuevo primer ministro sin disolver la Cámara.

Los números le dan la razón. Un sondeo del instituto demoscópico Forsa publicado este viernes revela que la CDU perdería diez puntos y caería hasta un 12% de votos, mientras La Izquierda, los socialdemócratas (SPD) y Los Verdes sumarían la mayoría absoluta que hoy no tienen para gobernar. Y lo que es peor, los populistas de AfD subirían ligeramente y se situarían en un 24% de apoyos, duplicando los de los conservadores. Unas perspectivas desastrosas.

Lo único que consiguió AKK es acabar con la carrera política de su hombre en Turingia, una de las promesas de los conservadores germanos. Mohring anunció pocas horas después que renunciaría en mayo. 20 de sus diputados comunicaron tras la reunión que votarán entonces contra la continuidad de su jefe como líder parlamentario regional.

Un sondeo augura que el partido de la canciller perdería 10 puntos si hay otras elecciones

La presidenta de la CDU tuvo además la genial ocurrencia de exigir al SPD y Los Verdes, partidos minoritarios en Turingia, que abandonen su pacto con La Izquierda, la formación con más votos en esa región, y propongan a un candidato a primer ministro que «no divida al país, sino que lo una». Una iniciativa que fue rechazada de plano por las dos fuerzas interpeladas y que agrava las tensiones en el seno de la gran coalición en Berlín.

Este sábado, cita de la gran coalición

A petición del SPD, que exige explicaciones sobre la sospechosa actuación de la CDU en Turingia, este sábado tienen previsto reunirse los dirigentes de la alianza de partidos que gobierna Alemania y es de esperar que AKK vuelva a encontrarse en apuros. No solo por el esperado rapapolvo de sus socios socialdemócratas, sino por el enfado de su principal valedora hasta ahora, Angela Merkel, que ha visto aguada con el escándalo su visita oficial a Sudáfrica.

Tan tocado como AKK se encuentra el presidente de los liberales, Christian Lindner. Aunque la ejecutiva de su partido le dio este viernes a regañadientes un voto de confianza, su dubitativa reacción ante la crisis en Turingia, provocada precisamente por el jefe de su formación en esa región, amenaza también su continuidad. El sondeo para este Estado federado sitúa al FDP fuera de la Cámara regional y sus intentos de cargar el muerto al resto de los partidos para salvar la imagen del propio han fracasado rotundamente.

La sede central del FDP en Berlín es acosada desde hace tres días por manifestantes que acusan al partido de colaborar «con nazis y fascistas». El más pequeño de los grupos con representación en el Bundestag ve amenazada su supervivencia y la actuación de Lindner no ha sido precisamente la de un salvavidas.

Entretanto, la opción de un adelanto electoral en Turingia ha pasado de posible a improbable y gana puntos la alternativa de que finalmente Bodo Ramelow, el líder local de La Izquierda, sea reelegido como primer ministro. La misma votación que AfD frustró el miércoles con su eficaz trampa en la que ceste vierneson conservadores y liberales. La dimisión de Kemmerich o su cese si pierde una moción de confianza permitirían celebrar una nueva elección y ahorrarse el paso por las urnas. La Izquierda, el SPD y Los Verdes siguen defendiendo un ejecutivo encabezado por Ramelow. AKK deja entrever que la CDU se abstendría en la votación, lo que permitiría formar un gobierno en minoría. Si lo hubiesen hecho hace tres días se habrían ahorrado el escándalo.

Rivales al acecho que defienden un giro a la derecha

La presidenta de la CDU recalcó este viernes que su partido «no va a cooperar ni directa ni indirectamente» con la ultraderechista AfD, lo que resulta chocante porque fue eso exactamente lo que ocurrió el miércoles en el Parlamento de Turingia. Los medios alemanes especulan incluso con un acuerdo previo de las formaciones o un engaño de los ultras a los conservadores y los liberales. El secretario general del Partido Socialdemócrata (SPD), Lars Klingbeil, sugirió abiertamente que Annegret Kramp-Karrenbauer (AKK) conocía previamente los planes.

En cualquier caso, la sucesora de Merkel al frente de la CDU pisa de nuevo terreno resbaladizo. Sucesivos tropiezos ya la llevaron a una situación similar el año pasado. Entonces retó a los delegados en la conferencia del partido a secundarla «o terminar aquí y ahora». Ganó tiempo para afrontar la siguiente crisis, de la que de momento no consigue salir. Y sus rivales para hacerse con el liderazgo de la formación y la ansiada candidatura para las elecciones generales de 2021 vuelven a dejarse ver.

El principal, Friedrich Merz, partidario de un giro a la derecha en la CDU, prepara su vuelta a la política después de dejar su puesto en el gestor de activos estadounidense Blackrock. Su perfil, más conservador que el de AKK, podría resultar atractivo para la parte de su electorado cada vez más tentada de votar a los ultras, sobre todo en el este del país. «La canciller siempre dejó de lado el tema de AfD y ahora paga el precio en Turingia», sentenciaba este viernes el periódico 'Die Welt'.

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