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mikel ayestaran
Corresponsal. Jerusalén
Jueves, 9 de enero 2020, 22:30
Donald Trump cambió los misiles por las sanciones y 24 horas después del ataque de Irán contra dos bases iraquíes donde había tropas estadounidenses aprobó nuevos y «poderosos» castigos económicos contra la república islámica. Una situación que llevó al enviado iraní ante la ONU, ... Mayid Tajt Ravanchí, a asegurar que su país «no será engañado» por las palabras del miércoles de Trump, cuando ofreció negociar un nuevo pacto nuclear. En declaraciones recogidas por la agencia oficial Irna, Ravanchí advirtió de que «mientras EE UU persista en la animosidad, las negociaciones no tienen sentido» y calificó de «terrorismo económico» la estrategia de asfixiar la economía iraní e impedir la venta de su petróleo. Trump salió de forma unilateral del acuerdo firmado en 2015 por Barack Obama.
Una aparente calma volvió a la región tras una semana marcada por el asesinato del general Qassem Suleimani, líder de la Fuerza Quds, brazo de operaciones en el exterior de la Guardia Revolucionaria, y la respuesta de Irán, que lanzó 21 misiles contra las tropas estadounidenses en Irak. La primera parte de la venganza iraní fue medida y no causó bajas en el enemigo, según confirmó el propio Trump. «No queríamos matar a nadie», declaró el general Amir Ali Hajizadeh, «pero podíamos haber acabado con la vida de 500 americanos si hubiéramos querido y en caso de una posible respuesta, de 4.000 a 5.000 hombres habrían muerto en menos de 48 horas».
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Teherán quiso mandar al Pentágono el mensaje de que tiene capacidad de golpear con precisión sus bases en la región, pero sin causar bajas. Según revelaron fuentes de seguridad a 'Time', «los iraníes enviaron mensajes por diferentes canales, incluso por medio de intermediarios, para revelar dónde, cuándo y cómo pensaban atacar para evitar de esta forma una escalada que les llevase a una guerra a gran escala». Según declaraciones de Ali Alfoneh, analista del Arab Gulf States Institute de Washington.
A este mismo medio aseguró que «un mando estadounidense visitó la base de Al Asad antes del ataque y explicó a los hombres allí desplegados cuándo y dónde iban a impactar los proyectiles», una situación que «ha permitido a las dos partes mostrarse como vencedores y pasar página». Esta respuesta anunciada y tan calculada tranquilizó los ánimos de Trump y su secretario de Defensa, Mark Esper, afirmó que «creo que hemos restaurado cierto nivel de disuasión».
Por encima de las declaraciones grandilocuentes de dirigentes y mandos de la Guardia Revolucionaria, los iraníes son conscientes de la desproporción que existe entre las capacidades militares de ambos países en caso de un choque directo. De esta manera lograron llevar de nuevo el pulso con su gran enemigo al terreno que mejor dominan, la guerra asimétrica a través de todos los grupos que controla en la región. Una guerra irregular cuyo máximo estratega fue el fallecido Suleimani.
La puesta en escena de esta nueva fase en la venganza por el asesinato fue la rueda de prensa del general Amir Ali Hajizadeh con las banderas de la Guardia Revolucionaria, Hizbolá (Líbano), Ansar Ala (los hutíes de Yemen), Kataib Hizbolá (Irak), Hash al-Shaabi (Irak), Hamas (Gaza), Liwa Fatemiyun (formada por hazaras afganos, pero que combate en Siria) y Liwa Zaynabiyun (Siria). Estos grupos forman el «eje de la resistencia» que forjó Suleimani para expandir la influencia de la república islámica en la región y su objetivo último es expulsar a las tropas estadounidenses de Oriente Medio.
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