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La reina Isabel II ha recibido a Liz Truss este martes en el castillo de Balmoral (Escocia). Jane Barlow / AFP

Truss advierte como primera ministra que enfrentarse a la crisis «no será una tarea fácil»

Un Gabinete con muchas caras nuevas acometerá esta semana el problema de la escalada imparable de los precios, la crisis energética y la mejora del Servicio Nacional de Salud

ïñigo gurruchaga.

CORRESPONSAL. LONDRES

Martes, 6 de septiembre 2022, 15:48

Liz Truss, de 47 años, es la nueva primera ministra del Reino Unido tras aceptar el encargo de la reina de formar un Gobierno que sustituya al de Boris Johnson. La hasta ahora ministra de Asuntos Exteriores creció en diferentes puntos de Escocia, Canadá e ... Inglaterra, es licenciada por Oxford en Política, Filosofía y Economía, está casada con Hugh O'Leary, de profesión contable, y tiene dos hijas.

Es la tercera primera ministra del Reino Unido tras Margaret Thatcher y Theresa May, y la cuarta jefa de Gobierno conservadora en los últimos seis años después de David Cameron, May y Johnson. Todos fueron formados en la Universidad de Oxford, como lo era también Thatcher. El Partido Laborista y el de los Liberal-Demócratas han tenido asimismo líderes educados en Oxford pero nunca mujeres.

La sucesión, que suele ser breve cuando la monarca está en el Palacio de Buckingham, muy cercano a la residencia de los primeros ministros, en Downing Street, fue esta vez muy larga, al tener que realizarse en la mansión de Balmoral, en Escocia, donde Isabel II permanece en su retiro estival, afectada por problemas de movilidad.

Tanto Johnson como Truss tuvieron que volar, separados por razones de seguridad, a la ciudad escocesa de Aberdeen y emprender allí la ruta a la remota residencia privada de la familia real en las Altas Tierras escocesas. Es la primera vez en el reinado de Isabel II que la despedida del saliente y el encargo de gobernar al aspirante se ejecutan en otro lugar que no sea Buckingham.

La consecuencia para Truss fue que el viaje de ida y vuelta retrasó su acceso a la residencia oficial de la primera ministra. Acompañada de su marido, regresó a Downing Street pasadas las cinco de la tarde (una hora más en la península). Con su habitual energía, la nueva líder salió rauda del coche oficial que la transportaba y se dirigió al podio con atril, preparado para su primer discurso como jefa de Gobierno.

Señaló los tres asuntos que le parecen prioritarios: la economía, la crisis energética «causada por la guerra de Putin» y la mejora del Servicio Nacional de Salud. Declaró su orgullo en «asumir esta responsabilidad en un tiempo vital» para el Reino Unido, que tiene, según su líder, «una creencia fundamental en la libertad, en la iniciativa emprendedora y en el juego limpio».

Mostró su confianza en que los británicos «capearán el temporal» provocado por las consecuencias de la pandemia y la guerra en Ucrania. Y también en el éxito de su estrategia de bajos impuestos e inversiones en vivienda, escuelas, hospitales, carreteras y banda ancha. La resumió en «trabajo, construcción y crecimiento». «No será sencillo, pero podemos hacerlo», advirtió.

El momento económico y político es descrito por la mayoría de comentaristas como extraordinariamente complejo. El Reino Unido padece un estancamiento de la productividad desde hace más de una década, las consecuencia negativas del Brexit, los problemas financieros y logísticos tras el fin de la pandemia y una fuerte dependencia del gas en su sistema energético.

Donantes

Truss tiene reputación como persona impulsiva y propensa a la afirmación grandilocuente. Pero su primer discurso pareció bien medido para tranquilizar a los ciudadanos y a los diputados de su partido sobre su intención de detener la ansiedad generalizada sobre los aumentos del precio de la energía. Aumentarán un 80% en octubre si el Gobierno o el sector no lo evitan.

Su Gabinete está compuesto inicialmente por colaboradores de la primera ministra en su campaña de julio y agosto, y ministros afines en el último Gobierno de Johnson. Como se esperaba, Kwasi Kwarteng será ministro de Hacienda, Thérèse Coffey de Salud y asistencia social, además de viceprimera ministra, James Cleverly, de Asuntos Exteriores y Suella Braverman, de Interior.

Un abandono significativo es el de Ben Elliot, socio principal de una empresa de conserjería para facilitar la vida a gente muy rica. Johnson nombró a su amigo del colegio de Eton, sobrino de Camila, duquesa de Cornwall, como responsable de recaudar fondos para la campaña que le llevó a la alcaldía de Londres y luego copresidente del Partido Conservador y recaudador de fondos cuando el ahora dimitido sustituyó a Theresa May.

Las finanzas del Partido Conservador han estado bajo sospecha por las conexiones con grandes fortunas rusas. La invasión de Ucrania provocó más investigaciones sobre las conexiones de Elliot con oligarcas de Moscú. Su renuncia coincide con el llamamiento de uno de los grandes donantes conservadores, el financiero Peter Cruddas, a quien Johnson nombró lord, a no dar dinero al partido tras la rebelión contra el ex primer ministro.

Las promesas electorales de la nueva primera ministra

La plataforma británica de 'Politico' ha contabilizado 149 compromisos dictados por Liz Truss durante la larga campaña electoral entre los candidatos para sustituir a Boris Johnson. Aunque la nueva primera ministra dijo tras su victoria que cumplirá el programa que presentó el Partido Conservador en 2019, sus promesas en debates, entrevistas y foros de votantes subrayan sus ambiciones personales.

Este jueves presentará su plan para responder al aumento de los precios de la energía. En los casi dos meses de campaña no ofreció en ningún momento detalles de ese plan. Pero rechazó la congelación del tope oficial del precio y un impuesto especial a las eléctricas por beneficios extraordinarios, propuestos por los laboristas. Y prometió eliminar la tasa verde de la factura de la luz.

Ahora llega el anuncio y sus asistentes han filtrado que su equipo perfila los últimos detalles de una congelación de precios. El dilema sería si el déficit generado -se estima en unos 116.000 millones de euros en los próximos dos años- lo paga el Estado gradualmente por la vía de los impuestos o los consumidores directamente en sus facturas en los próximos 10 o 15 años.

Truss prometió en su campaña eliminar el plan de su rival, Rishi Sunak, para aumentar el 1.25% de los impuestos de la renta y de los beneficios de las empresas para destinarlos a la sanidad pública y la asistencia social a los mayores, y el del tipo impositivo a las empresas del 19% al 25%. No introducirá ningún nuevo impuesto y comenzará a pagar la deuda de la pandemia en tres años.

«Le juzgaré por sus hechos, no por sus palabras», dijo Truss del presidente francés, Emmanuel Macron, a preguntas de su audiencia. Cómo compagina el endeudamiento del plan para la crisis energética, los 40.000 millones que no recaudará por su renuncia al plan de Sunak, y la no subida de impuestos será la prueba 'macroniana' a la que la nueva líder británica se somete esta semana.

Prometió un inmediato presupuesto extraordinario, pero no quiere que el Organismo de Responsabilidad Presupuestaria, que analiza las finanzas del Estado, emita su habitual evaluación. Ese evento puntual tendrá que envolverse en su gran visión estratégica: un plan de diez años para reformar los servicios públicos y otro, también de una década, para transformar la economía del país.

Truss quiere reducir el tamaño de la administración pública y el número de entes estatales. Pero quiere aumentar al 3% del PIB el gasto en Defensa y mantener el crecimiento continuo en términos reales del gasto en la sanidad y en la asistencia social. Para casar sumas y restas su reforma económica persigue un crecimiento medio del 2.5% anual. Cambiará el mandato del banco central para incluir el crecimiento entre sus objetivos.

Quiere construir pequeñas centrales nucleares y que se extraiga gas por 'fracking' allí donde lo quiere la población. Apoya el objetivo Cero Neto de emisiones para 2050. Exigirá al Tesoro que invierta más donde no hay inversiones privadas. Creará un 'Voxbridge' en el norte: dos centros de excelencia, como las universidades de Oxford y Cambridge (conocidas como Oxbridge), pero dedicados a la formación profesional.

Todas las regulaciones de la Unión Europea incorporadas a la legislación británica serán eliminadas antes del final de 2023 y su Reino Unido recuperará el control total de sus aguas pesqueras. Mantendrá la tramitación de la ley que deroga partes del Protocolo irlandés pactado con la UE y el plan para extraditar inmigrantes a otros países. En la 'Britannia' de Truss no habrá ningún confinamiento ni órdenes de llevar máscaras.

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