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fernando morales
Jueves, 18 de noviembre 2021, 14:36
Yunior García, el dramaturgo, líder de la plataforma opositora Archipiélago y convocante de la frustrada Marcha Cívica contra el Gobierno de Cuba, ha asegurado que el régimen cubano no lo quería preso en el país sino que lo que perseguían era silenciarlo para que no ... contara la realidad cubana. Así lo ha expresado este jueves en una rueda de prensa desde Madrid, donde aterrizó este miércoles por sorpresa, para anunciar que no ha pedido asilo en España y que volverá a Cuba cuando pueda garantizar su propia seguridad y la de su esposa, aunque el visado con el que cuenta es de 90 días.
Según ha explicado un día después de aterrizar en España, el gobierno cubano, al que ha descrito como una tiranía y una dictadura, dejó que saliera del país porque pensaban que con su marcha conseguirían una victoria y que se acabaría el problema. Sin embargo, ha pedido acabar con la idea romántica que todavía queda de la isla, ya que «es una dictadura», y el matrimonio entre el Gobierno y el pueblo «se ha convertido en un matrimonio fallido». Por ello hará desde Madrid pedagogía de lo que está pasando en su tierra, donde han sufrido una represión «impresionante» solamente por querer salir a expresarse a las calles. «Es tiempo de madurar la visión de un país que es una dictadura» y ha pedido que la política internacional «deje de mirar para otro lado».
«Lo único que tengo es mi voz y no me podía quedar callado. Alguien tiene que decir lo que pasa en Cuba». Es precisamente por ello por lo que ha salido de Cuba, porque si se quedaba, ha explicado, lo que buscaba el «régimen» era silenciarlo. Y es que en los últimos días, el gobierno había mandado a gente a las inmediaciones de su casa «para que pareciera que el pueblo lo estaba reprimiendo», cuando estaba todo orquestado. Pero como ha contado, no cree que el régimen lo quisiera encarcelar, porque de esa forma se convertiría en un símbolo, sino que lo que querían era silenciarlo y mantenerlo preso en su casa, sin ningún tipo de comunicación. «A pesar de todos los ataques yo sentí que lo que no podía hacer era quedarme callado».
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Como ha explicado, la problemática de Cuba es «la falta de democracia y libertad» por parte del gobierno de Miguel Díaz Canel, progresista pero que, a su juicio, no se puede hablar de un gobierno de izquierdas en Cuba. «El régimen se comporta como una casta conservadora que no tiene ningún ideal progresista», ha denunciado al contar la dura represión que se vive en el país, «un lugar donde las personas son tratadas como gusanos». Por ello ha afirmado que no se puede hablar de democracia, más cuando en septiembre prohibieron una manifestación en la que querían reclamar «un diálogo político donde el pueblo de cuba decida que quiere para su país».
Fue en noviembre del pasado año cuando el artista se dio cuenta de lo que estaba pasando en Cuba y tomó conciencia de que desde su posición como artista tenía que denunciar lo que estaba ocurriendo. Pero el arte, reconoce, no fue suficiente, y decidió hacerlo también como ciudadano. El 27 de noviembre de 2020 se manifestaron frente al Ministerio de Cultura después de que el Gobierno arremetiera contra un grupo de artistas que estaban en huelga de hambre. Consiguieron entablar un dialogo con el ejecutivo pero se rompió el 27 de enero, después de que el ministro de cultura arrebatara el teléfono a un periodista y lo mandaran a la cárcel. Aún así, fue el 11 de julio cuando se vivió «un estallido social como nunca lo habíamos tenido en la historia de cuba», ha relatado García al explicar que decenas de miles de personas ya no solo pedían comida sino libertad. «Cuba ha vivido la censura y discriminación del individuo. Todo aquel que se atreva a protestar es considerado no persona».
No obstante, el líder de la oposición, que no ha desvelado con quien se está quedando en España, no ha querido utilizar la palabra «optimista» pero sí cree que «está cerca» el día de una Cuba sin dictadura puesto que el ejecutivo cubano no tiene «ningún tipo de liderazgo» en el país. Eso es, a su juicio, lo que está haciendo que el gobierno responda a la situación con violencia. «Creo que son conscientes de que han perdido la batalla del pensamiento y creen que la pelea se gana a golpes».
En su opinión, hay que construir una Cuba entre todos, no con violencia, sino con un diálogo real y fraterno que acabe con el pueblo cubano decidiendo sobre su futuro. «Lo vamos a conseguir a base de decir la verdad», ha espetado García, que no se va a quedar callado porque lo único que tiene es su voz. «Tengo que conquistar mis derechos» y luchar por un país en el que están mis familiares.
La llegada a España de Yunior García ha provocado reacciones encontradas entre la disidencia cubana. «Quiero imaginarme, por lo que lo conozco, que a él le hubiera gustado realmente marchar y que no se lo permitieron, quiero imaginarme que no tuvo la menor salida a la situación que se le creó, sé que había presiones familiares fuertes, se sabe que se presiona a la familia alrededor, pero de todas maneras, es una decisión muy controvertida», declara Juan Pin Vilar, un cineasta que fundó con García el grupo Archipiélago.
Este espacio de debate político, creado en Facebook tras las históricas manifestaciones del 11 de julio, cuenta con 38.000 miembros dentro y fuera de Cuba. Desde él salió la convocatoria para la marcha del 15 de noviembre, frustrada por la fuerte presencia policial. «Él optó por no ser detenido, entonces obviamente no salió a la calle» a manifestarse, estima el exdiplomático Carlos Alzugaray. Pero «hay mucha gente que se la jugó y que ahora está presa; eso no es muy bonito».
Liety Bretones, estudiante de 21 años, se vistió de blanco ese día, como era la instrucción de Yunior. «Yo me vestí de blanco y sinceramente esperé ver una reacción, ver algo, pero... el día pasó y no pasó nada». Se dice «contenta» por García. Que «por lo menos tenga un paso adelante, porque aquí lo que iba a hacer era fastidiarse la vida, porque aquí hay demasiada represión».
En «los últimos años, no creo que haya un activista que haya recibido una presión tan intensa en tan corto tiempo, un intento de asesinato moral en los medios de comunicación», deplora el disidente moderado Manuel Cuesta, de 58 años, que fue arrestado unas horas el lunes, cuando iba a manifestarse. «Debo ser honesto también, no es la mejor noticia para el movimiento disidente», admite, sobre todo porque Yunior asumía «un liderazgo joven».
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