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La «plaza roja» de Vallecas. DC
Elecciones en la zona cero de la violencia

Elecciones en la zona cero de la violencia

La «plaza roja» de Vallecas, donde Vox inició la campaña con altercados producidos por la ultraizquierda, acude a las urnas en paz

Martes, 4 de mayo 2021, 17:47

Bajo los mismos árboles de uno de los corazones de Vallecas conocido como la «plaza roja», donde Santiago Abascal encaró a los grupos que le increpaban por su presencia y la de Rocío Monasterio, esta mañana de las elecciones había sol y silencio. Se imponía el leve ruido de unos niños con el patinete, una mujer con el móvil y una vecina en la terraza de su enrejada casa. Unos cien metros más allá, después de cruzar una avenida, está el centro de votación más cercano al Parque de la Constitución, verdadero nombre del lugar, el centro de mayores Alto del Arenal. «Hay bastante gente», reseña una voluntaria que reparte mascarillas en la entrada. «La única incidencia ha sido que tres personas no sabían dónde tenían que votar y no se encontraron en la lista».

El flujo de personas no se detiene. Llegan unas cinco por minuto, que pasan con cierta rapidez. «Dentro no hay nada parecido a lo que sucedió en la plaza roja», dice Ángel, responsable del «local electoral». «Hay apoderados de todos los partidos, y hay cordialidad. He visto que entre los de Vox y Unidas Podemos se comentan cosas, aunque sin mucha conversación. La crispación la han generado los propios partidos». Es la segunda vez que Ángel ejerce este cargo. «La primera vez las colas sucedieron a primera hora, y ahora son constantes. El ambiente es el mismo».

Después de ejercer su derecho en este centro, Jose pasea con su familia después de acudir a su centro de votación, el más cercano a esta zona cero de la violencia durante una campaña de discurso bipolar. Él vive enfrente. Come un helado con una de sus hijas. «Este es un barrio tranquilo, de gente humilde y trabajadora. Entre nosotros no hay provocación ninguna», dice. «Ese día no sentó muy bien a todos que viniera la extrema derecha. Y digo a todos porque sí hubo vecinos que vinieron a escucharlos, que es de lo que se trata la democracia, ¿no?». Cuando pasaron los altercados de aquel domingo ya lejano, en la que los manifestantes arrojaron adoquines y la policía cargó contra los más revoltosos, Jose encontró su coche «roto con piedras y patadas. Es un coche viejo, que tuve que reparar yo».

El día de las elecciones ondean en la plaza varias pancartas de Unidas Podemos, hechas a mano. «En defensa del derecho de las personas y los animales», se lee en una. «Por los derechos LGTBI, sí se puede», expresa otra. Sirvieron para recibir a Pablo Iglesias, «la semana pasada, se le hizo un paseíllo», recuerda Israel, que estuvo en las protestas contra Vox. «Soy vallecano de toda la vida, y fui a protestar con unos amigos», recuerda. «Vinieron a provocar, pero estaban en su derecho», reconoce. «Yo, violencia no. Cuando comenzó, nos fuimos. Sí hay gente de Vox en el barrio, amigos míos les votarán».

También hay publicidad del PSOE, donde se lee «Comunismo es libertad», preparada para un mitin donde no estuvo Gabilondo. Las preferencias de Israel, taxista de 38 años están a la izquierda pero «el PSOE no es socialista», dice. «¿Iglesias? Ufff, ojalá, pero no le dejan salir. Las cloacas del Estado...», repite, antes de emitir su voto. Dice que irá, a la hora de comer: «Puedo prometer y prometo hasta que la meto», ironiza. «Estamos cansados de la política, no me interesa», comenta otro, que se encoge de hombros. El camino entre la plaza y el centro de votación se recorre con limpieza y tranquilidad. «Sobre todo acude gente mayor», asegura un vecino. También se ven familias, muchas parejas con sus hijos adolescentes. Varios niños acompañan a sus padres en este conjunto de edificios de ladrillo rojo.

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