El debate envenena la Semana Santa
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28A - Elecciones Generales ·
Los duelos en televisión son los únicos programas políticos que levantan pasiones, con audiencias homologables al fútbolPocas veces un debate electoral había armado tanto ruido. Siempre han sido polémicos y su celebración ha estado envuelta en dimes y diretes porque no están sujetos a una regulación legal. Unidas Podemos intentó introducirla en la reforma electoral de 2017, pero su pretensión de ... hacerlos obligatorios cayó en saco roto. Ahora, una vez más, volverá el debate sobre el debate.
Los candidatos van a doblar el recodo electoral de la Semana Santa con la incógnita de si habrá uno, dos o ninguno. Ansiaban este paréntesis, y aunque no iban a tomarse vacaciones de chancleta y bermudas, pensaban levantar el pie del acelerador. Son días más propicios para el descanso, para capirotes, incienso y procesiones que para el mitin y el fervorín político. Van a mantener su programación electoral (solo Vox ha cancelado los mítines), pero con otro tono.
En esas estaban cuando la polémica por el debate ha remecido los cimientos de la campaña. El veto de la Junta Electoral al duelo a cinco en Atresmedia del próximo martes por la presencia de Vox, dado que no cumple las condiciones exigibles (representatividad nacional por encima del 5% de los votos), chafó los planes de la cadena privada, pero también y, sobre todo, los de Pedro Sánchez.
La Junta frustró el plan del candidato socialista de medirse con el trío de Colón y ningunear de paso a Pablo Casado como un miembro más de la derecha de tres cabezas. Su campaña de perfil bajo y sin errores de bulto derrapó y tuvo que rectificar. No le quedó más remedio que aceptar el debate a cuatro pero en TVE, el mismo que había desdeñado la semana pasada porque no estaba Vox. Para enturbiar el panorama, Atresmedia renunció al quinteto, aceptó el formato a cuatro y lo mantuvo para el martes. Otro dilema, escoger entre dos citas. Sánchez puede volver a cambiar de nuevo y aceptar la invitación de la cadena privada con el consiguiente desaire bis a la pública.
Si la decisión de la Junta Electoral fue un baldazo de agua fría para Sánchez, para Santiago Abascal fue una bendición. Vox sabía que su líder podía salir mal parado por razones intelectuales y políticas. Así quedó reflejado en un mensaje interno de la formación ultra, en el que se aconseja a sus dirigentes mostrar «gran cabreo» por la exclusión de su líder. «Nada de decir que nos viene bien», aconseja un estratega. Dicho y hecho, Abascal tachó de «hurto» y «zancadilla» su marginación.
El resto de candidatos también ha echado la caña en el río revuelto. Pablo Casado acepta los dos debates, el lunes en TVE a cuatro bandas y el martes en Atresmedia. Pero, además, vuelve a retar a Sánchez a un cara a cara. Albert Rivera y Pablo Iglesias quieren dos citas consecutivas a cuatro. Un follón.
La disputa tiene su razón de ser porque los debates son los únicos programas políticos con tirón. El de este martes por la noche con segundos espadas en la cadena pública fue el espacio más visto en su franja con más de dos millones de espectadores, el 13,4% de los que veían la televisión. El de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy en 2008 llegó a los 13 millones, cifra de partido de fútbol. El de Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba en 2011 llegó a los 12 millones; el de Sánchez, Iglesias, Rivera y Soraya Sáenz de Santamaría en 2015 fue visto por 9,2 millones y el cara a cara entre Rajoy y Sánchez, 9,7. El último, el de Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera subió a los 10.5 millones.
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