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Cristian Reino
Barcelona
Viernes, 12 de febrero 2021, 18:36
Las elecciones catalanas estaban ideadas en un primer momento como un mano a mano entre JxCat y ERC. La batalla final por la hegemonía del independentismo, advertían ellos mismos, que incluso anticipaban que viviríamos la campaña más sucia de la historia, según avisó Gabriel Rufián. ... Pero el efecto Illa disparó las alarmas, alguna encuesta alertó a los nacionalistas del riesgo de perder la mayoría en el Parlament y la estrategia durante la campaña ha sido otra. Junts y Esquerra se han dado, pero sin entrar en el cuerpo a cuerpo, como han escenificado en los debates televisivos. Esta ha sido una constante durante los años del 'procés'. Las relaciones entre los dos socios son muy malas, aunque son capaces de soportarse pues hay un bien superior -la mayoría independentista- que es preciso preservar.
JxCat y ERC cerraron este viernes la campaña electoral, haciendo una llamada a la participación. El secesionismo confía en que su capacidad de movilización es mayor que la del sector no nacionalista y esa puede ser una de las claves de mañana, si la abstención acaba siendo 20 puntos o más superior a la de 2017.
Los mensajes finales antes de la jornada de reflexión se dirigieron a los indecisos. Ambos recurrieron a sus primeros espadas: los presos por parte de los republicanos y Puigdemont en el lado postconvergente. Esquerra puso el foco en el acento social y en llamar a votar para frenar al fascismo. Una apelación al voto útil soberanista, que consiste en alertar que si el independentismo no conserva la mayoría absoluta, Illa no dudará en sumar con Vox. ERC ha tratado de convertir la campaña en un mano a mano con Illa, pero ni el candidato socialista ni Laura Borràs lo han permitido. «Nunca se había llegado a la votación con un porcentaje tan alto de indecisos, y seréis vosotros los que determinarán quién y cómo liderará la reconstrucción del país», según la carta publicada este viernes por Junqueras, Rovira y Aragonès.
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Ramón Gorriarán
Junts también salió con todo a por los cerca de 300.000 indecisos que dudan entre las diferentes formaciones secesionistas. «Ningún voto independentista se puede permitir quedar fuera del Parlamento. No hay nada más inútil que un voto no cuente», afirmó sin miramientos Laura Borràs. Si el PDeCAT obtiene representación parlamentaria, lo hará a costa de JxCat, lo que lastraría a los de Puigdemont en su pugna por la victoria con socialistas y republicanos. Los postconvergentes tocaron este viernes a rebato a concentrar el voto secesionista, sea moderado o no.
JxCat ha conseguido durante la campaña ser visto por el electorado como el partido más puro desde el punto de vista independentista. Así lo constató la ANC en un ránking que le sirvió para pedir, 'sotto voce', el voto para los postconvergentes. Laura Borràs se ha enredado, no obstante, con la declaración unilateral de independencia. Primero la defendió para el día después de las elecciones, siempre que el secesionismo supere el 50% de los votos, pero después rectificó su posición y dijo que se reactivará cuando se den las condiciones. Luego dijo que con la mayoría en escaños ya sería suficiente y al final evitó ponerse fechas.
Junts propone los comicios como un doble plebiscito: sobre la independencia sí o no y el segundo sobre quién tiene que continuar liderando el 'procés'. JxCat asegura que es el único que puede garantizar un gobierno secesionista. Y su ataque a ERC ha consistido en advertir del riesgo de un tripartito con los socialistas y los comunes. Los republicanos han cargado contra sus socios por la condición de imputada por corrupción de Laura Borràs. Dejaron caer al principio de la campaña que podrían vetarla, pero con el paso de los días esa insinuación ha ido perdiendo fuerza. Con mayor o menor entusiasmo, tanto JxCat como ERC se han comprometido a investir como presidente de la Generalitat a quien gane entre ambos.
Faltaría el concurso de la CUP o del PDeCAT, en función de cuál sea el resultado. Cuando la CUP es decisiva, «pasan cosas», advierten los anticapitalistas. Esa es su baza. Enviaron a Mas a la papelera de la historia y forzaron a Puigdemont a convocar el referéndum ilegal del 1-O. La CUP sitúa el objetivo de un nuevo referéndum para final de la legislatura.
Esquerra también apuesta por la autodeterminación, pero sin fechas. Aragonès dijo en campaña que esta será la legislatura del referéndum. El martes, los republicanos defenderán una moción en el Congreso que emplaza al Gobierno a negociar. El veto al PSC no debe afectar a la mesa de diálogo entre la Moncloa y la Generalitat, afirmó Aragonés.
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