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El siglo XIV llegaba poco a poco a su fin y las persecuciones sobre los judíos eran cada vez más habituales, tanto en Europa como en los reinos cristianos de la Península. De esa realidad no escapaba Castilla, donde también comenzaron a sonar los cantos ... de los pogromos. Y en ese contexto tuvo lugar una de las conversiones al cristianismo más sonadas de toda la Edad Media: la del judío burgalés Selemón Ha-Leví, que abjuró de su fe siendo rabino mayor y tras su bautismo fue conocido como Pablo de Santa María. Ya con ese nombre fue escritor, teólogo, diplomático, confidente de reyes cristianos, amigo personal de Benedicto XIII, obispo de Cartagena y Burgos y patriarca de un linaje fundamental en la historia de Castilla. Casi nada.
Pero vayamos al principio. De acuerdo a las fuentes documentales, que en este caso son muy abundantes dada la trascendencia del personaje, Selemón Ha-Leví nació en el seno de una familia judía originaria de Aragón, seguramente en noviembre de 1350. Al parecer, su padre se encargaba de la recaudación de impuestos en Castilla, lo que quiere decir que, a pesar de su religión, se trataba de una familia muy bien posicionada.
Selemón recibió una buena educación y siempre tuvo un gran interés por la espiritualidad. Fruto de todo ello, ya en edad adulta, llegó a ser nombrado rabino mayor de Burgos, un cargo de suma importancia en un momento en el que la judería burgalesa era la segunda de mayor relevancia del reino, solo por detrás de la de Toledo. De hecho, los contactos de Selemón con la nobleza hicieron que en 1388 fuese elegido por Juan I para formar parte de la delegación encargada de ofrecer garantías en la boda de su hijo con la hija del duque de Lancaster.
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Selemón Ha-Leví era ya en ese momento un prohombre y una innegable referencia para la comunidad judía de Burgos. Sin embargo, poco tiempo después llegaría el punto de inflexión. Tras el debido anuncio, el hasta entonces rabino mayor de Burgos abjuró de su fe y fue bautizado bajo el rito cristiano el 21 de julio de 1390. Algunos autores aseguran que la inquietud por convertirse se llevaba fraguando ya mucho tiempo, mientras que otros relacionan dicha conversión con las persecuciones sobre los judíos que comenzaban a ser ya habituales en Castilla. De hecho, apenas unos meses después se desataron en Sevilla las graves persecuciones sobre los judíos de 1391.
Pero más allá de las causas, lo que está claro es que la conversión del rabino mayor de Burgos generó todo un terremoto social en la ciudad. No en vano, Selemón Ha-Leví, que a partir de entonces fue conocido como Pablo de Santa María, no solo renunció a su antigua fe, sino que además instó a toda la comunidad hebrea burgalesa a hacer lo propio. No obtuvo una respuesta masiva, pero sí consiguió que buena parte de su familia y amigos íntimos siguieran su mismo camino. Sólo su padre y su mujer se negaron a bautizarse en aquel momento, lo que provocó un cisma familiar, solventado con un divorcio aprobado por el Tribunal Episcopal de Burgos.
Sea como fuere, en aquel momento comenzó la historia de Pablo de Santa María como tal. Una historia prolífica y sin duda apasionante, que llevó a su protagonista a ocupar algunos de los puestos religiosos y políticos más importantes de la época. Nada más formalizar su conversión, Pablo de Santa María se trasladó hasta París para estudiar Teología y ordenarse sacerdote. En aquella época también entró en contacto con Pedro de Luna, que posteriormente fue elegido Papa bajo el nombre de Benedicto XIII. Esa amistad, que Pablo de Santa María defendió hasta el final, resultó tan prolífica como conflictiva.
Tras cuatro años en Aviñón junto a Benedicto XIII, Pablo de Santa María fue nombrado arcediano de Treviño, representante del Papa en Castilla y capellán real de Enrique III. Corría el año 1398 y Pablo de Santa María ya era una personalidad de gran influencia en el reino, pero la historia aún le guardaba varios nombramientos. El 30 de julio de 1403 fue nombrado Obispo de Cartagena, y 12 años después, fue designado obispo de Burgos, puesto que desempeñó hasta su fallecimiento en 1415. Tras su muerte, Pablo de Santa María fue enterrado en el hoy desaparecido convento de San Pablo en la capital burgalesa, cuya construcción financió en parte.
Pero más allá de toda esa trayectoria vital, Pablo de Santa María pasó a la historia por muchos otros hitos. Así, se le reconoce como autor del Scrutinium Scripturarum, uno de los ensayos sobre la religión de mayor trascendencia de la época, concebido como un diálogo entre un cristiano y un judío, amén de otros escritos y ensayos.
Y por si fuera poco, Pablo de Santa María, apodado 'El Burgense', también inició un linaje de suma relevancia en la Castilla de la época y sus cuatro hijos (Alfonso, Gonzalo, Pedro y Álvar) ocuparon cargos de primer nivel. Alfonso le sucedió en el cargo como obispo de Burgos; Gonzalo fue obispo de Astorga; Álvar fue miembro del consejo real y gobernador de Toledo; y Pedro fue fundador de la casa Cartagena en Burgos, siendo procurador en Cortes, regidor de Burgos y padre, entre otros, de Teresa de Cartagena, considerada la primera escritora en lengua castellana. Su única hija, además, se casó con un hidalgo de la familia Covarrubias. Todo quedó atado y bien atado.
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