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Burgos esconde bajo su suelo un pasado que, en muchos aspectos, aún está por descubrir. De hecho, los vestigios de los albores de la ciudad que aún permanecen a la vista se pueden admirar casi a cuenta gotas y se concentran en los alrededores del ... Castillo, a cuyo abrigo nació una ciudad que durante toda la Edad Media fue un indiscutible referente para el devenir de Castilla. Y también para el pueblo judío, por cierto. No en vano, la aljama de Burgos llegó a ser la segunda más grande de toda la Península, solo por detrás de la de Toledo. Y esa historia, hasta el día de hoy, permanece sepultada y sólo es accesible a través de las crónicas históricas, aunque el Ayuntamiento de Burgos se propuso tiempo atrás trabajar en la recuperación de esa memoria.
Ahora mismo, el proyecto arqueológico permanece totalmente paralizado, a la espera del desarrollo del sector de suelo urbano no consolidado 44-07, cuyos aprovechamientos urbanísticos están ligados a la liberación de una zona de algo más de dos hectáreas junto al Castillo donde se sabe que se levantaba parte de la judería. El proceso, tal y como reconoce el concejal de Urbanismo, Daniel Garabito, «va para largo».
No en vano, tras los trámites llevados a cabo hace año y medio por el Ayuntamiento, ahora es la junta de compensación de dicho sector la encargada de impulsar el desarrollo del mismo, ubicado junto al barrio de Cortes, y de momento »no se ha movido nada». Será entonces cuando se libere el suelo de la antigua judería y se pueda comenzar a actuar.
A partir de ahí, explica Garabito, la idea con la que trabaja el Ayuntamiento desde hace años pasa por elaborar un Plan Director que marque el camino a seguir para localizar, analizar y poner en valor las ruinas que se sabe que descansan bajo tierra. En principio, dicho plan se llevaría a cabo «en cuatro fases» concatenadas y debería culminar con la recuperación de parte de la memoria perdida de Burgos. A día de hoy se desconoce el valor histórico y patrimonial de los posibles restos, aunque todo apunta a que son muy importantes. «A ver si cumplen las expectativas», reconoce Garabito.
En todo caso, asegura, el desarrollo de todo ese trabajo no será, ni mucho menos, inmediato. Ya de primeras, Garabito descarta que se pueda poner en marcha todo el proceso esta legislatura. Ya veremos qué pasa en los próximos años. «El mecanismo urbanístico está ahí, y si vemos que, dentro de varios años, no se ha puesto en marcha el proceso, hay otras opciones», recuerda.
Sea como fuere, la intención es clara: recuperar un patrimonio hoy en día desconocido, del que apenas quedan un puñado de vestigios y referencias documentales a pesar de la importancia que tuvo la aljama burgalesa. La primera mención que se guarda de la presencia de la comunidad judía en la ciudad del Arlanzón data de 1085, en un documento en el que se menciona a una familia de judíos como propietarios de viñas. Sin embargo, todo apunta a que la presencia de la comunidad judía en Burgos es incluso anterior. No en vano, el pueblo hebreo llevaba ya varios siglos en la Península cuando los reinos cristianos comenzaron la recuperar el terreno perdido frente a los musulmanes.
Lo que sí se sabe con certeza es que la aljama de Burgos fue ganando en importancia a medida que lo hacía la propia ciudad. Las investigaciones llevadas a cabo hasta la fecha han documentado que el primer asentamiento judío de Burgos se situaba junto al propio Castillo, en la explanada donde se levantaba la ya desaparecida iglesia de Santa María la Blanca. Curiosamente, algunos autores consideran que dicho templo, inicialmente, era una sinagoga que se consagró al cristianismo en 1369.
Al margen de esa tesis, ni confirmada ni compartida por muchos colegas, lo cierto es que las excavaciones efectuadas años atrás en el entorno permitieron confirmar la presencia de judíos en los primeros siglos de asentamiento de la zona. Así lo prueban las cerámicas y restos de origen hebreo hallados en un antiguo silo colmatado, incluido un hanukiyok (lámpara de aceite de 9 candiles utilizado durante la celebración del hanuká), que hoy en día descansan en el Museo de Burgos, tal y como recuerda la investigadora Ana Isabel Ortega.
Allí se ubicaba la 'Villavieja', que descendía desde la explanada de la iglesia de Santa María la Blanca hasta la calle Tenebregosa, renombrada siglos después con el título de Fernán González. En ese entorno, dominado hoy en día por los caminos que ascienden al Castillo, la vegetación y el antiguo seminario (ocupado por el Hotel ABBA y la Universidad Isabel I), se asentó en las primeras etapas de la ciudad la comunidad judía.
Con el paso del tiempo, la propia ciudad fue trasladándose poco a poco hacia la vega del río Arlanzón, y la comunidad judía siguió el mismo camino. Así, se sabe por las fuentes documentales que la judería de la 'Villavieja' se fue abandonando paulatinamente a medida que crecía el asentamiento de la 'Villanueva', que se localizaba entre el final de la actual Fernán González y el paseo de los Cubos, esto es, en la zona suroccidental del recinto amurallado.
Corrían los últimos años del siglo XIII y la aljama burgalesa vivía su etapa de mayor esplendor, con un censo de entre 540 y 675 vecinos, lo que suponía entre el 7% y el 9% de la población total de la provincia, de acuerdo a las crónicas de la época.
Aunque la relación entre judíos, musulmanes y cristianos atravesó momentos de tensión durante mucho tiempo, lo cierto es que la comunidad hebrea de Burgos prosperó durante los reinados de Alfonso X y Sancho IV, dedicándose fundamentalmente al comercio y la banca, y expandiendo sus 'dominios' desde el Arco de San Martín hasta la antigua alhóndiga, ubicada bajo el actual Teatro Clunia.
Por las fuentes documentales se tiene constancia de la existencia en aquellos años de «varias sinagogas» que a día de hoy no se han conseguido localizar, entre otras cosas porque tampoco se han buscado con mucho ahínco. Lo único que se sabe es que una de ellas se ubicaba junto a la puerta de San Martín.
En todo caso, el ocaso de la judería no tardaría en llegar. Con la entrada del siglo XIV comenzaron los problemas y llegó a Castilla la persecución a los judíos que ya se estaba viviendo en otras partes de Europa. Dicha persecución se oficializó poco a poco y fueron numerosos los incidentes que se vivieron a lo largo de ese siglo, en el que muchos judíos tuvieron que convertirse al cristianismo si querían seguir viviendo en el reino. La más famosa de todas esas conversiones fue la de Selomón Ha-Leví, que pasó de ser rabino mayor a ser obispo de Cartagena y Burgos y canciller mayor de Castilla bajo el nombre de Pablo de Santa María. Su historia, y la de su linaje, es sin duda una de las más curiosas de la Edad Media en Burgos.
Aquella conversión se materializó a las puertas de las revueltas antijudías acaecidas en toda la Península en 1391, que derivaron en asaltos sobre la aljama burgalesa, rubricando su sentencia de muerte. No en vano, a partir de esos asaltos, parte de la judería fue abandonada. Muchos hebreos se convirtieron al cristianismo y abandonaron sus casas con la intención de no ser señalados. Otros, directamente, recogieron lo que pudieron llevarse consigo y se marcharon de Castilla. Finalmente, la judería se convirtió en una suerte de gueto, cuyas puertas permanecían cerradas y cuyo acceso estaba controlado. También estaban controlados sus negocios, su movilidad y su acceso al resto de la ciudad.
Así pues, durante varias décadas continuó la decadencia de la judería, establecida ya en la 'Villanueva' hasta que la poca comunidad hebrea que permanecía en Burgos se vio obligada al exilio tras el decreto de expulsión de los judíos dictaminado por los Reyes Católicos.
Finalizaba así la historia de la judería burgalesa, de la que hoy en día apenas quedan un puñado de vestigios documentales y, sobre todo, una de sus antiguas puertas de acceso. Se trata de la Puerta de la Judería, un pequeño arco ubicado en el paseo de los Cubos, junto al Torreón de Doña Lambra, que hoy en día da acceso a una comunidad de propietarios particular. El resto de huellas del pasado judío de la ciudad continúa esperando a ser devuelto de nuevo a la luz.
Todas las noticias de Burgos, en BURGOSconecta.
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