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Grabado que representa a la turba que atacó al gobernador de Burgos a las puertas de la Catedral.
Cuando el gobernador De Castro se comunicó desde el más allá
Burgos Misteriosa

Cuando el gobernador De Castro se comunicó desde el más allá

La ciudad de Burgos ha vivido capítulos muy negros a lo largo de su historia, como el asesinato de Isidoro Gutiérrez de Castro, que fue gobernador civil de Burgos apenas dos años. El delegado gubernativo fue insultado, pateado, casi apedreado hasta la muerte en la mismísima Catedral. Pocos meses después, en una sesión espiritista, le recrimina a un tercero no haber hecho nada por evitar su muerte

Viernes, 7 de abril 2023, 09:10

Tras su muerte, apaleado y pateado en la Catedral de Burgos, el gobernador Isidoro Gutiérrez de Castro se comunicó con los vivos en una sesión espiritista. Un grupo de contactistas estaba realizando en la Gran Peña una sesión con un magnetizado [hipnotizado].

Abordamos una misteriosa comunicación desde el más allá de Gutiérrez de Castro. Una de las cosas más curiosas, relacionadas con este suceso y que nadie ha contado hasta ahora, excepto la revista 'El Criterio Espiritista' que en su número del 12 de agosto de 1869, cuenta este suceso. Hablamos del contacto extrasensorial que una de las personas que presenció el asesinato tuvo con un medium, meses después de los hechos, y que recogió esta revista. Y es aterrador porque demuestra la angustia que debió sentir Gutiérrez de Castro al ser arrollado hasta la muerte por la muchedumbre.

Una fecha muy señalada y especial, el 30 de junio de 1869, el día exacto del medio año, la época de máximo esplendor de la naturaleza, en los inicios del verano. Estaban realizando preguntas a una persona -el magnetizado o hipnotizado-. «¿Ves algún espíritu?». « Sí», respondió el hombre. «¿Quién es?». El individuo sometido a hipnosis respondió que era «un antiguo compañero» suyo.

Prosiguió el medium preguntando «¿Qué te quiere?». La respuesta fue un tanto difusa: «Le pido las cartas y me dice que no las tiene». Intentando aclarar el tema, pregunta el espiritista: «¿Qué cartas?». «Las de ella», respondió en una situación en la que se adivinaba que podría existir un secreto o algo oculto que era necesario desvelar; o simplemente carecía de fundamento lo que el magnetizado decía, se explica en el artículo de la revista El Criterio Espiritista.

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El intermediario le pidió al espiritista que prosiguiera con el interrogatorio. Preguntó: «¿Hay entre nosotros algún espíritu ?. «Sí», dijo el magnetizado. «¿Quién es?». «O'Donnell». Cuestionó, de nuevo: «¿Le ves?». «No, le estoy oyendo». Insistiendo:»¿Qué dice?».

No se pudo continuar continuar con la experiencia, escribe el autor del artículo, Mario Belvalldegs, porque «el magnetizado empezó á vomitar, y fue necesario despertarle». El momento de traslación de la conciencia se retomó más tarde. Y fue a partir de ahí cuando el hombre sometido a hipnosis empezó a dar detalles.

Con el gobernador

El mediador volvió con el interrogatorio: «¿Qué ha sido esto?». La respuesta fue ya inquietante: «Es mi enemigo; me dice que no te cuente nada, y me amenaza con la muerte». «¿Le estás viendo?, preguntó el medium. «No; pero lo siento que me dice que me va a matar». Intentando saber más le dijo: «¿Le tienes miedo?»; sorprendentemente respondió: «A tu lado no, pero ten cuidado, que me dice que no te diga nada, que me va a matar».

Y mientras estaban analizando estas respuestas, de repente, el hipnotizado dice: «No pude... si no pude... yo quise... pero no pude». Y la pregunta clave: «¿Qué es eso?». Y la respuesta impactante: «Gutiérrez, el gobernador de Burgos, que me recriminaba porque no le salvé».

La curiosidad lleva a interrogar más para saber más: «¿Le has visto bien?». Y la contestación: «Sí, no está desfigurado, y me recriminaba; pero me fue imposible salvarle.» El medium quería saber más: «¿Le ves ahora?». Y la respuesta del magnetizado: «No». —Puso una cara muy risueña; y le dijo: «¿Quieres que te despierte?». Pero el contactado le dijo: «No, por favor».

La prueba duró mucho más tiempo y así lo recoge El Criterio Espiritista. No interesa nada más que esta parte por ser la que aborda este suceso y porque los detalles del contacto espiritista que restan no están relacionados con Gutiérrez de Castro y su relato produce escalofríos por la crudeza de las descripciones.

La muerte de De Castro

Una turba de exaltados, alentados por una jerarquía de la Iglesia de Burgos que quiso evitar un expolio, pateó y golpeó hasta la muerte al gobernador civil de Burgos Isidoro Gutiérrez de Castro en la Catedral. El delegado del Gobierno venía a ejecutar la orden del regente, el general Francisco Serrano, de incautar los bienes de la Catedral. No le dejaron. Lo asesinaron a sangre fría defendiendo no se sabe muy bien qué fe y de qué clérigos.

Una figura clave en todo esto es la del burgalés de adopción y soriano de El Burgo de Osma, Manuel Ruiz Zorrilla. Algunos aspectos de la vida de este personaje los abordaremos más adelante porque merece la pena conocerlos. Fue ministro de Fomento (1868), de Gracia y Justicia (1869).

La base de esta historia fue contada hace unos meses en Burgosconecta, y por lo tanto, en esta ocasión nos fijaremos en aspectos diferentes y muy impactantes, algunos de ellos contados por primera vez en un periódico diario.

Un secreto de confesión violado

El secreto de confesión no es más que el secreto profesional vinculado a la dogmática y a la liturgia católica. Es sabido que el sacerdote tiene prohibido revelar cosas contadas en confesión por los fieles; el periodista nunca revelará sus fuentes, el ingeniero tiene deber de no difundir los secretos de las patentes, o las cláusulas de confidencialidad que hay en otros oficios. Nada fuera de lo común.

Sin embargo, algún clérigo -desconocido él, pero no su acción- violó ese secreto; y fue uno de los desencadenantes de la tragedia en la Catedral. Curioso el caso. Al parecer, un alto funcionario del Ministerio de Fomento le confesó a su director espiritual que el Gobierno estaba escribiendo un decreto con la intención de incautar los bienes de la Iglesia para proceder a su custodia.

El 1 de enero, como Fernando Gómez explicó en el programa de Radio Arlanzón La Puerta del Frío, hace unos años, ya estaba en marcha toda la maquinaria para que en el plazo establecido «se realizara la entrada en la Catedral de Burgos», y en otras catedrales y monasterios. El cura que profanó el secreto ya lo había comunicado a la curia eclesial e incluso al embajador del Papa, el nuncio en España.

Se dio aviso a los obispos y arzobispos para que sacaran las piezas más valiosas de los templos. Así se hizo en muchos. Incluso se dio pie a lo que el Gobierno quería evitar, la venta indiscriminada de objetos religiosos y de culto años antes y después. Objetos que no estaban catalogados y por lo tanto eran desconocidos y que cualquiera podría comprar a cualquier precio.

La revelación del secreto de confesión y la extensión de la información, en nuestro caso por todo Burgos, calentó a la ciudadanía. Así que el día de los hechos, una marabunta se presentó en la puerta de Sarmental para impedir la entrada al gobernador civil. El resto de los hechos ya se conocen.

Archivo de la Catedral

En el Archivo de la Catedral está el documento de 12 folios de fecha 25 de enero de 1869 cuando se presentó, dice el legajo, «a cumplir órdenes del Gobierno de la nación para hacer en su nombre la incautación de objetos artísticos».

El informe del Cabildo califica este hecho de «profanación» con el Gobierno liberal provisional con Gutiérrez de Castro al frente de las incautaciones en Burgos. A partir de ese momento queda el templo «cerrado al culto público, se instruyen procesos por una comisión judicial y militar, se encarcela a personas eclesiásticas y seglares y posteriormente se ponen en libertad a aquellos que pertenecen al clero catedral por ser inocentes».

Un funeral tardío

Tratando de curar heridas y sanar las consecuencias del vil asesinato, un años después se van a celebrar exequias por la muerte de Gutiérrez en el mismo lugar en el que fue muerto. Así quedaba registrado en el propio Archivo.

De fecha 17 de enero de 1870, es decir casi un año después de la muerte de Gutiérrez de Castro, se data otro documento en el Archivo Catedralicio que atestigua el secretario capitular Gregorio García, en el que Víctor Gutiérrez expone que ha tratado con la comisión de la Diputación Provincial acerca de las exequias fúnebres de Isidoro Gutiérrez de Castro. Se determina que se harán «con misa de réquiem con orquesta, cuyos costes irán a cargo de las corporaciones civiles, incluyendo la cera y criados para trabajos extraordinarios».

El documento también abordaba la solicitud para que se celebren misas rezadas en un altar portátil a la puerta del claustro durante las exequias.

Retrato del gobernador Isidoro Gutiérrez de Castro

Un inventario que acabó en tragedia

Que Gutierrez de Castro no quería llevarse los bienes de la Catedral, al menos en el día de su muerte, parece claro. No se iba a incautar de ellos, necesariamente. La ingente cantidad de posesiones de iglesias y monasterios se había reducido hasta el reinado de Isabel II. Se vendía indiscriminadamente cuando hacía falta dinero para algo. Por eso era necesario realizar un inventario y después, si así se estimaba, se aplicaría el decreto de que permitía al Ministerio de Fomento de incautarse de todos los archivos y bibliotecas gabinetes y demás colecciones de objetos de ciencia arte o literatura que con cualquier nombre estén en catedrales, cabildos y órdenes.

El objetivo era proteger el patrimonio. Ese decreto iba a entrar en vigor el 26 de enero. Mala suerte que Gutiérrez de Castro fue a inventariar la Catedral el 25 de enero. Como las masas sabían por la filtración del secreto de confesión, lo que podía ocurrir, allí se presentaron y pasó lo que pasó y que el lector conoce.

Tras una etapa política muy convulsa, el nuevo gobierno liberal provisional quería vivir en una sociedad laica, arrastrada de manera muy tardía (un siglo después) por la Revolución Francesa y por una Iglesia que tuviera menos poder.

El 1 de enero de ese año 1869, el soriano afincado en Burgos Manuel Ruiz Zorrilla, que era ministro de Fomento del Gobierno provisional hizo público en La Gaceta (BOE) un decreto que decía: «Artículo 1º: El Estado, y en su nombre el Ministro de Fomento, se incautará de todos los Archivos, Bibliotecas, Gabinetes y demás colecciones de objetos de ciencia, arte o literatura que con cualquier nombre estén hoy a cargo de Catedrales, Cabildos, Monasterios u Órdenes Militares. Artículo 2º: Esta riqueza será considerada como nacional y puesta al servicio del público, en cuanto se clasifique, en las Bibliotecas, Archivos y Museos nacionales. Gobierno Provisional en 1868». Para ello, era necesario realizar un inventario de los posibles bienes a incautar, pero, eso sí con total discreción. Pero fue imposible que el secreto se mantuviera y se desató el desorden que culminó con el asesinato de Gutiérrez de Castro.

Fueron detenidas 140 personas, la mayor parte de ello eran gente inculta, analfabetos y pobres. También resultaron encartados varios miembros del Cabildo de la Catedral.

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