Burgos 160 años después: de mantener la compostura por la moral cristiana a guardarla para frenar la covid-19

Hemos llegado hasta aquí con afirmaciones que bien sirve de prueba de que vivimos en un tiempo circular. Cada tres meses nos encontramos con expresiones como: hay que salvar el verano, hay que salvar la Navidad, hay que salvar la Semana Santa. Estos días previos hemos estado pendientes de las decisiones de la Junta de Castilla y León y del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud que, básicamente, nos piden respeto y responsabilidad para frenar a la covid-19.

Hace unos 160 años, 159 para ser exactos, en 1862, el alcalde de Burgos, Policarpo Casado, también pedía, mediante un bando, conservar el orden en la ciudad durante la Semana Santa. Pero no había pandemia que controlar sino sentimientos religiosos que respetar para cumplir con la decencia y la moral cristianas.

Si esta Semana Santa las autoridades nos piden responsabilidad a la hora de los contactos sociales para no propiciar el contagio de la covid-19, en 1862, al acercarse la Semana Santa, el regidor de Burgos, Policarpo Casado, anunciaba a sus vecinos varias disposiciones para conservar en la ciudad «la compostura y recogimiento conformes con los sentimientos religiosos que siempre han distinguido á los habitantes de esta Capital».

No se trataba de distanciamiento social, uso de mascarilla y gel hidroalcohólico o cumplir con el toque de queda. En 1862 se prohibían también las reuniones pero las que se produjeran a las puertas de los templos y de aquellas personas que no se hallasen autorizadas «competentemente para ejercer dichos parajes algún fin piadoso».

No se permitía la circulación de carruajes por la ciudad desde el Jueves Santo hasta el sábado después de tocar a gloria. Por los «bandos de buen gobierno» también estaba prohibido el disparo de armas de fuego o cohetes dentro de la población y sus paseos.

Además, incumplir estas disposiciones conllevaba arriesgarse a un castigo «según la gravedad y circunstancias de la falta cometida». El alguacil mayor, ordinarios y los guardias municipales eran los encargados de la ejecución y cumplimiento de lo recogido en ese bando.

«Cualquier persona que contravenga á las disposiciones anteriores, ó diere lugar á escándalos y turbulencias con acciones ó palabras indecorosas y ofensivas á la decencia y á la moral, será castigada segun la gravedad y circunstancias de la falta cometida», se podía leer en este bando.

En 160 años hemos pasado de mantener la compostura para respetar la moral cristiana a guardarla para frenar una pandemia que se ha llevado la vida de demasiadas personas y ha dejado gravemente dañada la vida de otras muchas más.