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Escena del drama en la Catedral de Burgos, grabado de Vicente Urrabieta publicado en El Museo Universal del 21 de febrero de 1869, año XIII, n.º 8.
El Cronista: Misa de purificación para reabrir la Catedral tras ser el escenario de un crimen
El Cronista

Misa de purificación para reabrir la Catedral tras ser el escenario de un crimen

En 1869 no fue una pandemia la que cerró las puertas de la Catedral de Burgos, fue el asesinato del gobernador civil Isidoro Gutiérrez por parte de una muchedumbre enfurecida | Un 20 de marzo de 1869 las puertas reabrían al culto con una misa de purificación del templo, escenario del crimen

Sábado, 20 de marzo 2021

La Catedral de Burgos está de aniversario. Este 2021 se cumplen 800 años desde que se colocase la primera piedra de este Patrimonio de la Humanidad, uno de los más bellos ejemplos del arte gótico. A lo largo de estos 800 años ha sido ... testigo de la vida de la ciudad y, a su vez, ha sido escenario y protagonista de otros momentos claves.

Hace ahora 152 años, en el convulso 1869, tal día como hoy, 20 de marzo, la Catedral reabría sus puertas para ofrecer una ceremonia especial y peculiar. No se encontraba cerrada a visitas turísticas, como en la actualidad, por una pandemia, no. Las puertas de la seo estaban cerradas porque su interior era el escenario de un crimen. Aunque para ser precisos, tanto el interior como el exterior de la Catedral fueron el escenario de un asesinato. Aunque para ser más precisos todavía hay que señalar que el término asesinato queda hasta suave.

El gobernador civil de Burgos en ese momento, Isidoro Gutiérrez, fue apaleado y apresado en el interior de la Catedral por una muchedumbre que lo arrastró al exterior por la puerta del Sarmental y lo mutiló hasta quedar muerto en la plaza.

Purificando el templo

Estos hechos ocurrieron un 25 de enero de 1869, la Catedral quedó cerrada hasta que el 20 de marzo se celebró una ceremonia de purificación del templo. En el Archivo Municipal de Burgos se puede encontrar el documento que refleja las gestiones del Ayuntamiento de Burgos para la apertura al culto público de la Catedral, «cerrada desde el 25 de enero, con motivo del asesinato cometido en ella del gobernador Isidoro Gutiérrez».

Un inventario que acabó en asesinato

¿Por qué una turba enfurecida esperaba a las puertas del templo al malogrado Gutiérrez? El gobernador se acercó aquel 25 de enero a cumplir una orden del Ministerio de la Gobernación: tenía que hacer inventario de los objetos y documentos de ciencia, arte o literatura que estuviesen a cargo de la Iglesia y se encontraran entre aquellos sagrados muros. Al día siguiente, el 26 de enero, el ministro de Fomento, Manuel Ruiz Zorrilla, firmaría un decreto que sabía iba a enfurecer a la Iglesia. La orden dictaba que se confiscasen aquellos documentos y objetos de ciencia, arte y literatura que no fueran de culto y estuviesen a cargo de Catedrales, cabildos, monasterios u órdenes militares. Estos pasarían a ser considerados riqueza nacional y puestos al servicio del público en las bibliotecas, archivos y museos.

La turba esperó a Isidoro Gutiérrez a las puertas del templo. Se le intentó frenar el paso, pero el gobernador accedió a la Catedral. El problema es que alguien dejó entrar al grupo enfadado de personas que acompañados de gritos a favor de la religión y en contra del Gobierno se hicieron con el gobernador. Lo apalearon, lo llevaron herido hasta las naves de la Catedral y, de ahí, lo sacaron hasta la puerta del Sarmental. Lo desnudaron, lo mutilaron, lo arrastraron. «Luego le ataron una faja a los pies y su cuerpo fue arrastrado hasta la plazuela contigua, donde lo abandonaron», según se puede leer en el Archivo Municipal de Burgos.

Preguntas con respuesta

¿Por qué ese grupo de burgaleses asesinó al gobernador? ¿Estaban en contra de que se confiscasen los documentos y objetos no de culto para que fueran puestos al servicio de la sociedad? ¿Por qué sabían que ese día llegaría el gobernador al templo?

Lo que el Gobierno pretendía con ese decreto era poner a salvo los miles de archivos no de culto que estaban en peligro por la humedad, que corrían riesgo de incendio o que acababan vendidos por parte de la Iglesia. Se pretendía que la población civil, sobre todo investigadores, pudiesen acceder a esos archivos que estaban en manos del clero sin permitir su acceso. Se intentaba frenar el expolio continuo de bienes, que algunos miembros del clero vendían a coleccionistas extranjeros. Piezas que ahora lucen en algunos de los mejores museos, pero de otros países.

Gutiérrez acudía a hacer inventario pero ¿por qué estos burgaleses lo apalearon? ¿Estaban en contra de esta ley? Muchos historiadores apuntan a que la Iglesia aleccionó a sus subordinados eclesiásticos para que soliviantaran a los ciudadanos diciéndoles que el Gobierno venía a robar a la Iglesia y a ellos. Como se puede comprobar en el Archivo Municipal de Burgos, el Ayuntamiento de ese momento con el alcalde Emilio Gómez de la Vega al frente, emitió un bando en el que queda clara esta teoría, aunque no apunta directamente a la Iglesia, pero se insinúa.

«Voces que han alarmado la conciencia meticulosa de algunos pocos, el hecho de verdad es que, con escándalo de todos, se os ha hablado de profanaciones, se os han mentido noticias de que se robaba vuestra Iglesia; y, con el noble santo y adorable de la religión, el demonio de la ira ha infiltrado en las venas de algunos el veneno del fanatismo para que, dejando de ser padres, dejando de ser vecinos honrados, dejando de ser cristianos, en una palabra, se convirtieran en asesinos». Esto es lo que se puede leer en el bando emitido por el Ayuntamiento de la ciudad. «Os dicen, os repiten y os infiltran de mil y mil maneras que el espíritu liberal ataca al principio religioso que es la base del catolicismo; y os vuelven a mentir y os engañan con una iniquidad incomprensible», se puede seguir leyendo en este bando del Consistorio.

La Iglesia se defiende

Desde el Cabildo Metropolitano de Burgos también se emitió una carta dirigida al Gobierno después de estos hechos y acusaciones. Una carta de tres caras centradas en defenderse, dejar claro su papel de víctima y recalcar su inocencia. Apenas ocho líneas al final del texto para lamentar el asesinato y de estas ocho líneas algunas también se aprovechan para seguir reivindicando la honra del Cabildo.

140 arrestados, 60 juzgados

Como responsables de semejante hecho fueron arrestadas más de 140 personas. Entre estas había varios miembros del Cabildo pero, en general, la mayoría eran jornaleros analfabetos. Unas 60 personas fueron juzgadas y reconocieron que la emboscada no fue espontánea, sino que había sido instigada.

Sobre el papel, las penas fueron duras pero como recoge Nieves Concostrina en 'Pretérito Imperfecto' (Pág. 250) «poco tiempo después todos quedaron en libertad».

Tras dos meses con las puertas cerradas y ante la proximidad de la Semana Santa, el mismo Arzobispo al que se acusaba de instigar la emboscada al gobernador civil presidía una ceremonia de purificación de la Catedral que volvía a abrir sus puertas.

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