Las previsiones no eran buenas. Y el resultado final no ha hecho sino corroborar la crisis que está atravesando el sector hostelero a raíz de la pandemia de la covid-19 y las numerosas restricciones que vienen implantando las administraciones competentes. Después de varias semanas ... de cierre obligado en la capital provincial debido a la enorme incidencia de la enfermedad, los establecimientos recuperaron la actividad con la vista puesta en la Navidad. Pero las fiestas han ido a medio gas.
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Así lo reconoce Fernando de la Varga, presidente de la Asociación Provincial de Hostelería, que asegura que la facturación se ha desplomado respecto al año anterior. «Calculamos que sólo se ha facturado alrededor del 40% de lo habitual» durante las fiestas, lo que supone un auténtico «mazazo» para los establecimientos.
En este sentido, De la Varga señala que los resultados han sido aún peores que las previsiones. Sí, ya se sabía que los establecimientos solo iban a poder trabajar con un aforo del 33% en el interior, pero a ello se le han añadido otros factores, como son una meteorología poco apacible y, sobre todo, el «miedo» de muchos clientes. «Se han juntado varias cosas y el escenario ha sido el peor posible», asegura.
También ha hecho mucho daño la limitación de las reuniones a seis personas. Una circunstancia que ha lastrado, y mucho, la organización de las tradicionales cenas y comidas de Navidad, ya sean de empresa o familiares.
El resultado, en todo caso, es evidente. «La Navidad ha sido muy floja». Y lo peor, reflexiona De la Varga, es que la situación no tiene pinta de mejorar a corto y medio plazo. De hecho, la Junta de Castilla y León ha ordenado el cierre de la hostelería de Segovia, Ávila y Palencia a partir de este domingo, y los propios hosteleros burgaleses, que ya sufrieron esa limitación semanas atrás, son conscientes de que no se puede descartar esa posibilidad en un futuro próximo. «Estamos viendo que la pandemia va por olas. Hoy en Burgos estamos mejor que en otras provincias, pero también estamos viendo que sube la incidencia lentamente».
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A la vista de este contexto, la crisis tiene pinta de prolongarse. ¿Cuánto? «Dependerá de cómo evolucione la pandemia», reconoce resignado De la Varga. El problema, añade, es que cuanto más tarde en regresar la normalidad, más se habrá perdido por el camino. De momento, el empleo está aguantando algo más gracias a los ERTE, pero esa figura no es la solución definitiva. «Si no nos permiten abrir, tarde o temprano el empresario cae. Y si cae el empresario, cae la empresa», lo que en términos de empleo supone un duro golpe, ya que «de media, cada establecimiento en Castilla y León cuenta con cuatro o cinco trabajadores».
Por eso, De la Varga insiste en exigir ayudas complementarias para sufragar los gastos fijos que los hosteleros han de afrontar a pesar de tener la persiana echada. «Con la incertidumbre que tenemos, no es suficiente con los créditos ICO o con una hipoteca, porque no sabemos si vamos a poder afrontarlos», resume.
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En todo caso, concluye, «cada vez está costando más» reactivar el sector debido a la «fatiga psicológica» que está dejando tras de sí la pandemia. Y eso, subraya, a pesar de que «la hostelería no es el problema», ya que el entorno en el que se trabaja «es seguro».
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