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Ni dos meses ha durado Elon Musk como presidente ejecutivo de Twitter. Tras perder el órdago que se autolanzó el pasado domingo preguntando a sus seguidores si debía dimitir como dirigente de la red social, este miércoles el multimillonario acató los resultados de una encuesta ... cargada por el diablo y anunció que renunciará como CEO «tan pronto como encuentre a alguien lo suficientemente tonto como para aceptar el puesto».
Una vez que lo encuentre, prosiguió en una respuesta al mismo hilo de la propia encuesta, el seguirá como dueño de la compañía, como ya se daba por descontado, así como dirigiendo los equipos de software así como los servidores.
Fueron los usuarios de la plataforma los que pusieron en una situación complicada al también dueño de Tesla despúes de que el 57% de los más de 17 millones de votantes apostara por el sí. El otro 42% marcó el no como respuesta. No obstante, después de perder dicha encuesta, Musk ya anunció que cambiaría las reglas del juego, quizá a tenor de perder una encuesta que el pensaría ganar.
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Ya tan solo podrán participar en este tipo de consultas aquellos usuarios que cuenten con el perfil verificado. Todo a pesar de que fue el propio magnate quien, en este corto periodo de dirección, aseguró que realizaría votaciones para decidir «grandes cambios de política» en la plataforma que adquirió a finales de octubre tras comprarla por 44.000 millones de dólares (41.000 millones de euros).
En este periodo de tiempo si Twitter ha sido noticia es por los rocambolescos planes del multimillonario. Toda una sucesión de opiniones y decisiones que pusieron a la compañía en el ojo del huracán, como la polémica por la reistauración de la cuenta del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, o prohibir la promoción de otras redes sociales en su plataforma.
Esta última, sumada a la de prohibir varias cuentas de periodistas, chocaba con su promesa de defender la libertad de expresión por la que supuestamente adquiría una red social que, como justifica su último movimiento, está en bancarrota. Y es que el realizar la encuesta sobre su posible dimisión estaba enmarcada en la necesidad de encontrar un presidente ejecutivo «que pueda mantener Twitter con vida».
Aunque todo empezó, no obstante, en el delirante proceso de compra que protagonizó Musk desde el mes de abril. Una vez que anunció su intención de hacerse cargo de la empresa, amenazó y rompió el acuerdo alcanzado con la compañía al acusarla de mentir sobre el número de cuentas falsas y bots que reinaban en la red social. Un proceso que terminó en octubre después de que este alcanzara un acuerdo con la compañóa en el minuto de descuento para sentarse en el banquillo por incumplimiento de contrato.
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