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Elon Musk arriesgó, jugó y perdió. Sorprendía este domingo con una encuesta en la que preguntaba si «debería dimitir como presidente de Twitter» y aseguraba que acataría los resultados. Y los usuarios de su «gran plaza social» hablaron, o más bien votaron. El 57% de ... los más de 17 millones de votantes prefiere que lo deje, poniendo al también dueño de Tesla, en una situación comprometida.
¿Dejará de verdad el cargo? Es la gran pregunta a la que aún no hay respuesta, aunque sí se da por descontado que seguirá siendo el dueño de la compañía, y el único miembro del consejo de administración. Es decir, Musk no abandonará una empresa que adquirió por 44.000 millones de dólares sino que prefiere, como dejó ver en tuits posteriores a la publicación de la encuesta, que una persona ejecute una compañía que, según él mismo, está «en el carril rápido» hacia la bancarrota desde mayo.
«La cuestión no es encontrar a un presidente ejecutivo, sino encontrar a un presidente ejecutivo que pueda mantener Twitter con vida», aseguró Musk horas después de publicar la encuesta en la que el 42,5% marcó el no.
Pero lo cierto es que no es la primera vez que Musk promueve una votación popular a través de su cuenta para tomar decisiones que afectan al funcionamiento de la compañía. Ya preguntó a sus seguidores si debía dar acceso de nuevo a aquellos usuarios con cuentas bloqueadas, como fue el caso del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, o como ocurrió con diversos periodistas. Y es que fue el propio Musk quien anunció que realizaría votaciones para decidir «grandes cambios de política». Aunque nadie imaginó que pondría su futuro en manos de una encuesta.
Sea como fuere, la polémica ha estado servida desde que Musk aterrizó en la planta noble de Twitter. Fue el 27 de octubre cuando accedió a la sede central con un lavabo entre los brazos, lo que podía entenderse como la revolución que iba a montar después de culminar un proceso de compra que comenzó en abril y que a punto estuvo acabar en la justicia. Y las decisiones, movimientos y mensajes polémicos no tardaron en llegar.
El primero, y uno de los más comprometidos movimientos del escaso recorrido de Musk por la compañía fueron los despidos masivos, a través de correos electrónicos, que ejecutó la dirección de la empresa tan solo unas horas después del cambio en la dirección. Tal fue el volumen que tuvieron que acabar readmitiendo a cientos de trabajadores debido a la falta de personal.
Pero solo pasaron cinco días desde su llegada a la dirección cuando anunció que Twitter cobraría ocho dólares al mes por contar con la cuenta verificada, lo que generó una gran polvareda en el muro de la red social así como en el seno de muchas empresas y anunciantes que vieron peligrar su pájaro azul con el que la red dintigue las cuentas oficiales. Toda una serie de ideas que han puesto a Twitter en el ojo de mira y que ahora podría quedarse sin presidente ejecutivo.
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