Los hipotecados respiran con alivio y los ahorradores empiezan a temblar

El pago de la hipoteca ha dejado de ser el principal problema financiero al que muchas familias se enfrentaban cada vez que llegaba el recibo. Cuando en el verano de 2012 Draghi pronunció su conocido «haremos lo que haga falta», el tipo de interés medio de los créditos que se formalizaban superaba el 3,5%. El pasado mes de agosto se pagaba poco más del 2%, e incluso en años como 2017 la media era del 1,8%. «Quienes tienen deudas han sido los grandes beneficiados de toda esta política monetaria porque se les ha abaratado mucho la financiación», sostiene Francisco Uría, socio de Banca de KPMG. Por su parte, el presidente de la Comisión Financiera del Consejo General de Economistas, Antonio Pedraza, apunta que «el desapalancamiento que han hecho las familias estos años ha sido casi heroico». En los seis últimos años, la deuda acumulada por los hogares se ha reducido un 24%, desde los 719.000 hasta los 547.000 millones de euros, gracias a los tipos de interés en mínimos que han conseguido acelerar todas las amortizaciones.

Además, ninguna de esas familias puede temer que, por ahora, los tipos vayan a subir y se incremente el coste de sus créditos. Podrán seguir deshaciéndose, en la medida de sus posibilidades, de parte de esa deuda gracias a unas cuotas que seguirán siendo bajas tal y como anticipa un euríbor que, como termómetro del mercado, sigue moviéndose en el entorno del -0,3%. Y las previsiones apuntan que seguirá en ese terreno a medio plazo.

Al mismo tiempo que esta realidad monetaria ha tranquilizado los bolsillos familiares, una amenaza acecha a una parte de los hogares. Los que consiguen ahorrar al final de mes. Aunque ningún banco se ha atrevido todavía a cobrar a los usuarios por tener su dinero depositado en cuentas corrientes o a plazo, cada vez hay más señales que anticipan un camino que irá, directa o indirectamente, por esa decisión. Las entidades, a las que el BCE les cobra una tasa de hasta el -0,5% por depositar ese dinero en sus estructuras, lo han comenzado a aplicar a una parte de sus clientes.

Hasta hace poco, ningún banco lo hacía. Pero a comienzos de año el interés medio que las entidades cobran a los grandes clientes (empresas, instituciones, etc.) ya era negativo. Es decir, tenían que pagar a los bancos por dejar su tesorería en sus manos. Hasta agosto, ese coste medio ya era del 0,19%, según el supervisor. Cada vez más entidades hacen lo propio con sus clientes de banca privada, los que tienen un mayor patrimonio.

La duda reside en si también llegarán a aplicarlo a los minoristas. «Directamente no lo harán», explica Antonio Pedraza. Pero «indirectamente sí», argumenta. En realidad, «cada vez hay un mayor cobro de comisiones por todo tipo de servicios y conceptos que las entidades se niegan a retirar, como ocurría antes si el cliente negociaba», explica. Ante esta situación, Paco Uría constata las «dificultades» que se encuentran estos ciudadanos para ahorrar y recomienda «asumir más riesgo de lo que tradicionalmente lo habían hecho» para mejorar su patrimonio en otros productos que no sean depósitos.