Ya ha llegado el otoño a España y con él, los días comienzan a tener menos horas de luz y el ambiente se vuelve más frío, lo que deriva en un aumento del consumo de electricidad y calefacción en los hogares. Y con los precios de la electricidad aún por las nubes ... a pesar de las medidas adoptadas por el Gobierno se antoja más necesario que nunca tomar algunas medidas para reducir el consumo y, por lo tanto, la factura energética.
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Seguramente, el primer paso que se debería dar a la hora de contener el gasto en electricidad y calefacción sea revisar el contrato que mantiene el domicilio con las diferentes distribuidoras. En este punto, es esencial saber diferenciar el mercado regulado del mercado libre y las condiciones de unos y otros, sobre todo a raíz de la puesta en servicio de la 'excepción ibérica', mediante la que se ha topado el precio del gas en España y Portugal.
Lo mejor que se puede hacer en este sentido es estudiar las últimas facturas y valorar ofertas de diferentes compañías para saber cuál de los modelos y tarifas es el más adecuado para cada hogar.
Asimismo, es fundamental revisar la potencia contratada, ya que a menudo es superior a la necesaria para el hogar, lo que implica un coste a mayores que podría ahorrarse. En España, la potencia contratada más habitual es de 4,4 kW, pero cada caso y cada hogar es un mundo, así que el mejor consejo es acudir a un profesional o, llegado el caso, calcular qué potencia se necesita en función de la potencia combinada de los aparatos eléctricos que funcionan a la vez.
Buena parte de los contratos ofrecidos por las distribuidoras, tanto del mercado regulado como del mercado libre, se articulan en función de franjas horarias. Así, hay momentos del día en los que la luz es más barata que en otros, aunque la diferencia de precio podría no ser muy significativa en algunos casos.
Teniendo en cuenta esas consideraciones, lo ideal sería intentar ajustar el consumo eléctrico a las franjas horarias más baratas, siempre que sea posible, claro. Y es que, la conciliación, los horarios de trabajo o los compromisos personales no siempre coinciden con los vaivenes del mercado.
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Una de las mejores formas de ahorrar en la factura de la luz a largo plazo es, sin duda, la instalación de electrodomésticos eficientes. Y es que, el frigorífico, la lavadora o el horno son una fuente de consumo eléctrico muy significativa en los hogares y una actualización puede suponer un ahorro muy importante.
Evidentemente, el cambio de los viejos electrodomésticos a otros con un sello más eficiente (la catalogación cambió el año pasado), supone un desembolso que no todas las familias pueden afrontar en un momento dado, pero a la larga resulta ventajoso.
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También es muy aconsejable revisar el funcionamiento, sobre todo del frigorífico y del congelador. La temperatura ideal a la que deberían funcionar ambos es de 5º y -18º, respectivamente. Bajar el termostato de estos niveles puede suponer un coste innecesario. Asimismo, es fundamental evitar la acumulación de hielo en el congelador, ya que afecta directamente a su eficiencia.
Siguiendo en la misma línea de la actualización de los electrodomésticos, también es aconsejable que todas las luces de la casa utilicen tecnología led, que presenta un nivel de consumo energético muy inferior a las bombillas tradicionales. Además, en este caso, la sustitución de las luces no supone un gran desembolso inicial, ya que la tecnología led se ha ido asentando en el mercado y ya es la opción más habitual.
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Ni que decir tiene que apagar las luces de aquellas estancias que no se estén usando es una buena manera de reducir la factura de la luz.
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Yolanda Fernández Blanco
BURGOS conecta
Muchos de los aparatos eléctricos que pueblan nuestros hogares tiene la opción del stand by, lo que quiere decir que no se apagan del todo, sino que entran en suspensión, lo que hace que sigan consumiendo electricidad aún sin estar funcionando. Televisiones, ordenadores o radios tienen esa función por norma general, y en caso de que no se pueda anular, lo mejor es desconectar el aparato de la red.
También es aconsejable no dejar enchufados otros aparatos que no se estén usando, como los cargadores de móviles o portátiles, ya que mientras estén enchufados siguen consumiendo como 'vampiros'.
Según cálculos del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía (IDAE), alrededor del 10% del consumo total de los hogares en España se pierde en estos dos aspectos.
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Por su parte, la mejor forma de ahorrar en el consumo de calefacción, más allá de revisar contratos y tarifas, es, sin duda, ajustar adecuadamente el termostato de los radiadores.
En este sentido, es difícil proyectar una imagen fidedigna, ya que cada hogar responde a una casuística, pero se considera que la temperatura ideal del interior de una vivienda es de entre 19º y 21º por el día, que pueden bajar a los 16º o 17º por la noche.
Además, hay que vigilar la eficiencia de los propios radiadores o de aquellos aparatos que compongan el sistema de calefacción, no cubrirlos con ropa u otros elementos y controlar su correcto funcionamiento.
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Con estos consejos, se puede reducir el consumo de los hogares y, por tanto, la factura energética en un momento en el que los precios de la luz y el gas continúan disparados.
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