Yulimar Rojas y la rutina de ser la mejor

Pero Rojas quería más. En realidad, dos cosas. Por un lado, sueña con la barrera de los 16 metros y trabaja cada día para superarla. Tiene 15.74 metros y algunos de sus saltos han dejado claro que en sus piernas hay un salto a otra dimensión. Pero por otro lado buscaba otro sueño del que le privaron en una competición en Guadalajara, donde entrena con Pedroso. Quería pelear contra las mejores en salto de longitud, pero tras lograr la mínima –saltó 6,93 metros– su marca quedó anulada porque saltó con zapatillas de triple, no permitidas en longitud. «Las suelas de las zapatillas de salto de longitud es de 20 milímetros por los 25 de las que se emplean en triple salto», explicó la World Athletic.

El caso es que Rojas todavía está decepcionada por no poder intentar un doblete histórico, pero sale de Oregón con su tercer título mundial e inalcanzable para el resto de las competidoras desde que en Río 2016 sufrió su última derrota en una gran cita ante Catherine Ibarguen. El dato que refleja su superioridad lo marca la segunda plaza en Eugene de Shanieka Rickets, que saltó 14,89, a medio metro de Rojas, y la tercera fue Tori Franklin con un salto de 14,72. En este punto hay que recordar que Ana Peleteiro, baja por maternidad, fue bronce en los Juegos con 14,87...

«Quería al menos romper el récord de los campeonatos (15.50) pero Budapest –Mundial 2023– está a la vuelta de la esquina y hay que enfocarse en eso. Mi meta más importante son los 16 metros y sé que estoy cerca», insistió Rojas, que admitió que «este oro es un premio a la constancia y a la voluntad, porque no he podido competir todo lo que me hubiera gustado» tras una lesión.

Yulimar pudo ser jugadora de voleibol o saltadora de altura, pero por fortuna se decantó por el atletismo, donde es una estrella mundial aunque no olvida su origen humilde. Se crió en la barriada de Pozuelos, a las afueras de Puerto La Cruz (Anzoátegui, Venezuela). A la pequeña Yulimar le gustaban todos los deportes, hasta que se fijó en el voleibol. Tenía 13 años y Yulimar se quedó enamorada de este deporte al ver a las selecciones masculina y femenina de Venezuela clasificarse para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.

Pero fue Jesús Velásquez, entrenador de atletismo, quien se fijó en el talento de Yulimar y le convenció que lo suyo era el atletismo, aunque su primer contacto fue en salto de altura, donde llegó a saltar 1,89. Incluso ganó el oro en los Juegos Sudamericanos de 2014, pero ese año decidió junto a Velásquez cambiar al triple. «Decían que estábamos locos», recuerda el técnico. «La locura fue buena. Hicimos altura, 100 metros, longitud, triple y nos quedamos con este último. Me enamoré perdidamente del triple. Ha sido la mejor decisión de mi vida», contó Rojas tiempo atrás.

Quedaba el último y decisivo paso para que esta venezolana de 1,93 de altura evolucionara hasta ser la mejor. «Quería entrenar con Iván Pedroso y le contacté por Facebook, fue todo un atrevimiento, porque pensaba que igual ni sabía quién era yo, pero lo hice», recuerda Rojas. Pedroso contestó y le propuso en 2015 viajar a España, a Guadalajara, donde había establecido su centro de entrenamientos. Y en 2016, Yulimar Rojas ya estaba allí, dispuesta a mejorar en todos los aspectos. Se integró perfectamente en el Team Pedroso, del que es pieza fundamental por su alegría, y cinco años después, Rojas es campeona olímpica, triple campeona del mundo y plusmarquista mundial tras saltar 15,67 y borrar de las listas a Inessa Kravets.