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¿Se acuerdan de la canción de Ricky Martin 'María'? Sí, esa que decía «un, dos, tres, un pasito pa'lante María. Un, dos, tres, un pasito pa' atrás». Pues de una manera parecida se podría resumir el final de temporada 2019-2020 y el ... inicio de la pretemporada y temporada 2020-2021 del Balonmano Villa de Aranda.
Primero, con el confinamiento nacional, llegó la suspensión de la competición, el ascenso a la Liga Asobal sin poder celebrarlo en la pista y las vacaciones obligadas. Después, con la desescalada y la llegada de la 'nueva normalidad', empezó la pretemporada.
Y cuando parecía que llegaba lo mejor, los entrenamientos, presentaciones de fichajes y los partidos amistosos, una nueva 'reescalada' rompió los planes del club. El confinamiento, o aislamiento, que sufrió Aranda el 7 de agosto impidió que los arandinos pudieran llevar a cabo una pretemporada al uso. Los entrenamientos no se pudieron realizar con el equipo al completo, tan solo en grupos de 10, cumpliendo con las medidas sanitarias.
Cuando aquel aislamiento terminó comenzó la segunda pretemporada, de nuevo con todo el equipo, con dos partidos amistosos para enfrentar el comienzo de la Liga Asobal. Y cuando parecía que la competición tomaba velocidad llegó un nuevo contratiempo.
El 23 de septiembre se confirmó el primer positivo de un jugador de la primera plantilla. Los síntomas, que comenzaron el día 21, auguraban el peor de los presagios. Tras él llegaron otros dos positivos más. En este momento, son ocho los componentes del equipo, entre jugadores y cuerpo técnico, que han ofrecido un resultado positivo tras la prueba PCR. Además, ya son cuatro los partidos aplazados a la espera de que los resultados de las pruebas médicas les permitan volver a las pistas.
Alberto Suárez, entrenador del conjunto ribereño, asegura que «están, que ya es bastante» cuando se le pregunta por cómo se encuentran. «Parece que va remitiendo la sintomatología de los jugadores que estaban con ella», asegura. Pero nada le quita el buen humor y la idea de que «lo prioritario es la salud, el resto va por detrás».
Desde este jueves algunos de los miembros del equipo han completado su cuarentena y han podido retomar la vida social, salir a la calle y volver a los entrenamientos. Por primera vez desde el día 21de septiembre. «El resto se irán incorporando progresivamente, depende de cuándo te han hecho la PCR, el resultado que has tenido y los síntomas», explica Suárez, que cree que aún quedan dos semanas mínimo para tener a todos los jugadores en la calle.
«Hay gente que lo ha pasado mal, chavales jóvenes que de repente pasan cuatro o cinco días muy mal, pero se ha controlado y ahora están mejor», ahonda el entrenador que no puede evitar reír al recordar todo el bagaje que llevan a la espalda.
«Llevamos un confinamiento de país, un confinamiento de ciudad y un confinamiento de equipo y, ahora, seguimos con los confinamientos individuales. Llevamos hechas pruebas PCR, pruebas de análisis de sangre y pruebas del dedo. No nos queda nada de nada ya», comenta divertido al tiempo que recuerda que van a comenzar «la tercera pretemporada».
Gestionar una temporada así no es sencillo, aunque la clave para Suárez está en hacerlo «con mucho cariño». «Hay que pensar que lo deportivo pasa a ser secundario. La situación es así y lo importante es la salud, hemos pasado días de mucha preocupación, no solo por ti sino también por tu entorno, por la gente con la que convives. Arrancar otra vez, después de haber estado trabajando en casa con el preparador físico, ya somos expertos mundiales en la preparación física, pero lo que puedes hacer en casa no tiene nada que ver con lo que puedes hacer en la cancha o en la pista», lamenta. A pesar de ello, para este tercer confinamiento, les han mandado a los jugadores bicicletas estáticas, cintas y material para que les ayude en el trabajo a aquellos que pueden estar trabajando en casa. A pesar de ello, parar y volver es lo peor que le puede pasar a un deportista y el Villa de Aranda va por su tercer parón.
«Pero no queda otra, podemos hacer esto o llorar o pegarnos un tiro y ya es lo que nos faltaba. Vamos a ayudar a los chicos todo lo que sea posible, no queda otra», repite como un mantra.
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A pesar de la soledad de los aislamientos, Alberto Suárez asegura haberse sentido «acompañado» por el club, los aficionados y el grupo. «La vida la haces solo con el equipo, entrenas solo en el pabellón, nadie pasa por allí, en los partidos estás casi solo, ahora te confinan en casa y estás más solo todavía. Aranda es una ciudad pequeña y sientes el cariño de la gente, el club se preocupa de que no te falte nada. Sientes soledad en general, esta pandemia a todos nos ha obligado a quitar momentos de nuestra vida social y nos sentimos más solos, pero comunicados a todas horas con los chicos, con los servicios médicos, con la gente del club y eso se nota», afirma.
Una manera distinta de hacer equipo, de formar grupo, en el que todos se sacrifican por todos y todos cuidan de todos. Y en la que todos juntos volverán a remar para recuperar el ritmo y hacer frente a la posible desventaja en la que les deja este nuevo parón. «No creo que nos merezcamos pasar tanta desgracia», expresa el técnico, «pero es lo que nos ha tocado y tenemos que ser optimistas».
«Ahora tengo hecho un calendario en el que tengo pegado cuándo creo que se va a incorporar cada jugador, cuándo tenemos los partidos y dónde vamos colocando los que tenemos aplazados, vamos a tener que jugar dos partidos a la semana lo que nos queda», explica.
Alberto se lamenta porque hasta la climatología ha cambiado ahora que parte del equipo, él incluido, puede salir de nuevo a la calle, pero vuelve a reír cuando recuerda que son «los líderes del ranking nacional de confinamientos».
El Villa de Aranda puede presumir de haber hecho un máster en sobrevivir al virus. Entrenamientos diferentes, cambios de planes y todas las pruebas y test posibles para la detección de los positivos. «La sintomatología de la gente afectada ha sido completamente diferente de unos a otros. Hemos tenido gente con dolor de oídos, otros con subidas y bajadas de fiebre, algunos con dolor de cabeza, otros sin síntomas, en otros casos era el estómago el afectado… Tengo un miembro del equipo técnico que lleva tres positivos, porque da positivo, luego no da, luego vuelve a dar…», cuenta todavía asombrado el entrenador.
Además hace hincapié en un problema que se da en el deporte no profesional como es el caso del balonmano, en el que pocos pueden vivir de ello. Los jugadores viven en pisos compartidos en muchos de los casos, por lo que el virus se ha propagado con mayor facilidad entre la plantilla. O en otro escollo que han tenido que salvar a raíz del primer positivo: «El Comité de Competición de la Federación Española de Balonmano nos dijo que con un positivo nada más debíamos aislarlo y jugar, pero el protocolo de la Junta de Castilla y León nos obligaba a estar todos confinados en casa, nos arriesgábamos a cometer un delito contra la salud pública si salíamos. Al final hubo que aplazar porque el organismo competente es sanidad de cada comunidad».
Poco a poco parece que la luz aparece al final del túnel para el Villa de Aranda. Mientras tanto, Alberto Suárez y su equipo continúa trabajando con ilusión para volver todos juntos al 40x20.
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