La Roja, una ilusión entre tanta incertidumbre

A día de hoy, la selección de todos está pletórica tras el histórico set en blanco que le endosó a Alemania en La Cartuja de Sevilla pero aún con dudas. Sobre todo en la portería, donde Unai Simón se ha situado incluso por delante de David de Gea y Kepa Arrizabalaga, y en el puesto de ariete, si bien Álvaro Morata ha golpeado a la puerta con sus descollantes actuaciones en la Juventus y en la última ventana internacional. Según Luis Enrique, el hecho de no disponer de un once tipo y poder elegir en un grupo de unos 35 jugadores supone una ventaja. Y la incertidumbre por la evolución del coronavirus, no distingue entre favoritos, 'outsiders' o comparsas.

Ciertamente, la aparición de la covid-19 chocó de golpe en la primavera de 2020 con los planes de todas las organizaciones. Las aglomeraciones se habían acabado. La vida cambiaba y sin vuelta atrás. El fútbol no era una excepción y la UEFA también tuvo que actuar con firmeza. Al igual que ocurría con los Juegos Olímpicos de Tokio, el organismo rector del fútbol europeo se veía obligado a cambiar la fecha de la Eurocopa. Su inicio no sería el 11 de junio 2020 sino 2021. No había más remedio.

El 17 marzo, cuando la pandemia no había hecho más que empezar, Aleksander Ceferin, mandamás de la UEFA, confirmaba la peor noticia posible: «No se puede celebrar un festival paneuropeo de fútbol en estadios vacíos, con zonas abandonadas, mientras el continente se sienta en casa aislado. No podemos festejar así el 60 aniversario de la competición», dijo el dirigente esloveno tras posponer la Eurocopa, dando más espacio a las ligas y a las competiciones europeas de clubes para su fin.

Casi ocho meses después y con la pandemia azotando de nuevo a Europa, se mantienen ciertas dudas sobre cómo disputar el torneo que han ganado hasta 10 países y que lideran en su palmarés España y Alemania con tres títulos. Para empezar, el campeonato tiene en el formato multisede, aprobado todavía bajo el mandato de Michel Platini en 2013, su sello de distinción. Londres, Bilbao, Múnich, Bakú, Roma, Copenhague, Budapest, Glasgow, Dublín, Ámsterdam, Bucarest y San Petersburgo son, en principio, las 12 ciudades anfitrionas de una Eurocopa con inicio en el Olímpico de la capital italiana y semifinales y final en Wembley.

Teniendo en cuenta los malos datos, sumados a los últimos rebrotes que se han producido en gran parte de estas ciudades, las dudas sobre si se podría disputar la Eurocopa en tan revolucionario formato geográfico se puso sobre la mesa. La UEFA dejó claro que su intención era mantener todas y cada una de estas sedes disponibles. Pero dejó la puerta abierta a modificarlas si la covid-19 obligaba a ello. «Estamos siempre preocupados por la situación, pero estamos absolutamente seguros de que se va a celebrar la Eurocopa en 2021. También tengo que decir que podríamos hacer una Eurocopa en 11, cinco o en un solo país en lugar de en 12», explicó Ceferin hace algunas semanas, sin despejar las incógnitas.

Con el fútbol profesional a pleno rendimiento, la UEFA ya dispone de alguna que otra buena noticia. Sobre todo, la de la aparición y puesta en marcha de la ansiada vacuna. Los avances científicos han abierto la puerta a la presencia de aficionados en las gradas, una de las cuestiones más importantes del torneo. En la UEFA trabajan con la hipótesis de que haya público, aunque todavía está por ver en qué cantidad, con qué medidas previas y protocolos, y si todo dependerá de las autoridades locales o nacionales de cada territorio.

En este tiempo, la UEFA ha tomado diferentes actitudes con respecto a la vuelta de seguidores a las gradas. El primer paso fue la Supercopa de Europa entre el Sevilla y el Bayern. Se disputó en Budapest y con 3.000 entradas repartidas a cada equipo. El aforo, como se podía comprobar, era extremadamente reducido. Tras el aumento de contagios y el miedo de Hungría a recibir aficionados que portasen el virus, se obligó a todos los hinchas a entregar una PCR negativa. El 30% del aforo permitido por la UEFA en sus torneos de clubes, autorizado también por varios países, podría servir de guía, aunque todo está aún en el aire.