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Javier Martínez
Valencia
Miércoles, 11 de septiembre 2024, 12:55
La joven de 21 años que denunció a Rafa Mir por un delito de agresión sexual declaró en el juzgado que el futbolista la forzó dos veces, la primera en la piscina y poco después en el cuarto de baño tras cerrar la puerta con el pestillo. La víctima también dio esta versión de los hechos a la Guardia Civil y a dos policías nacionales en el Hospital La Fe.
Según su declaración, el jugador del Valencia primero mantuvo relaciones sexuales consentidas con su amiga en una habitación de la planta superior del chalé, y media hora después bajó a la zona de la piscina, donde estaba la víctima con dos amigos de Mir.
«Cogió a la dicente a la fuerza y la tiró a la piscina con la ropa puesta (vestía top negro y falda pantalón elástico). En cambio, Rafa iba en calzoncillos. Una vez en el interior de la piscina, la coge a la fuerza e intenta besarla mientras la coge de la cara en contra de su voluntad, intentando ella retirarse en todo momento», afirma el relato de la denuncia.
«En ese instante, refiere que Rafa la agarra con un brazo por la espalda mientras le introducía los dedos (...) por un lado del pantalón (el cual era elástico), no pudiendo especificar la cantidad de dedos que le introduce. Además de ello, le toca todo el cuerpo en contra de su voluntad», añade la víctima.
La joven declaró que se negó «en todo momento» a mantener relaciones sexuales en la piscina. También manifestó que le dijo «verbalmente y de forma contundente que la dejase y que no quería que hiciera eso, llegando esta agresión a consumarse durante cinco minutos».
Tras estos hechos, la chica asegura que consiguió salir de la piscina, cogió una toalla para secarse y entró en la cocina de la vivienda con intención de coger su bolso y su móvil, momento en el que se dio cuenta de que no tenía su teléfono.
Y entonces le pidió a su amiga, que ya había bajado de la habitación, que le dejara su móvil para buscar el suyo a través de la aplicación 'Buscar mi Iphone', mostrando la ubicación del terminal en la discoteca de Valencia donde había conocido a su agresor.
Luego llamó a su padre a las 08:34 horas para pedirle que fuera a buscarla al lugar, pero no le contó nada de lo sucedido «en un principio para no preocuparlo». En un primer instante, su progenitor se dirigió a la discoteca, porque creía que su hija se encontraba en el local de ocio, ya que la ubicación del dispositivo móvil marcaba esta ubicación.
Mientras esperaba a su padre, la joven estaba muy nerviosa y dice que le costaba incluso respirar y que quería marcharse cuanto antes del chalé Poco después, la víctima salió a la calle, pero se dio cuenta que no llevaba su bolso y llamó al timbre de forma insistente.
Su amiga le abrió la puerta y volvieron a entrar en el chalé para coger sus objetos personales, «momento en el que Rafa la coge fuertemente por el brazo, llegando a provocarle varios morados y la introduce en el baño de la planta baja».
Según la versión de la joven, el futbolista la agarró y le dijo: «Ven, ven aquí, bésame», y otras cosas que no recuerda con exactitud por su estado de nerviosismo en esos momentos. Luego la introduce en el baño junto a él, «cierra la puerta y echa el pestillo para que no pudiera salir. Rafa la sienta encima del lavabo y procede a introducirle de nuevo los dedos (...), sin quitarle la falda pantalón». También le realizó «tocamientos en el resto del cuerpo, mientras ella lloraba y le decía que quería irse y que su padre estaba llegando al lugar para recogerla».
Mientras tanto, al otro lado de la puerta escuchó a su amiga. Estaba molesta y le dijo: «Me parece fatal lo que estás haciendo, estoy flipando. ¿Cómo puedes estar ahí dentro con él después de que se haya acostado conmigo?».
Y fue entonces cuando ella «empujó a Rafa, consigue zafarse de él, abre la puerta y sale del baño». Tras decirle a su amiga que no quería estar allí, cogió su bolso y sus cosas y salió a la calle. La otra otra joven, tapada con una toalla, la acompañó porque vio que estaba muy nerviosa, pero dejó todas sus cosas dentro (ropa, zapatos, bolso y móvil). porque en un principio ella tenía idea de quedarse en el chalet.
Los tres varones (Rafa Mir y sus dos amigos) salieron detrás de ellas y le pidieron a la víctima que parase de llorar, porque iban a salir los vecinos y tampoco querían que preocupara a su padre: «A ver si se iba a montar un lío». Poco después, los tres jóvenes volvieron a entrar, y su amiga intentó también acceder, pero «el varón de pelo largo (Pablo Jara) se lo impide mientras les dice que son unas niñatas y que se piren, llegando a empujarla para cerrar la puerta».
Además, el mismo individuo le quitó la toalla a su amiga, «golpeándola en la cara y dejándola únicamente portando un tanga como única prenda de vestir». La joven llamó al timbre para que la dejaran entrar para recoger sus cosas, «puesto que se encontraba prácticamente desnuda, momento en el que ven a un vecino pasear al perro por la calle». La víctima le pidió que le dejara el teléfono para volver a llamar a su padre, pero el hombre avisó a la Policía Local.
Cuando vieron que las jóvenes estaban hablando con un vecino, desde dentro de la vivienda empezaron a tirar por encima de la valla la ropa de la joven que estaba semidesnuda. Minutos después, dos patrullas de la Policía Local de Bétera llegaron a la urbanización Torre en Conill y prestaron ayuda a las víctimas.
Durante su declaración ante la Guardia Civil, la joven de 21 años también manifestó que Rafa Mir llamó por teléfono a su amiga y le pidió que le dijera a ella que no presentara denuncia por los hechos ocurridos en su chalé.
La segunda víctima, la joven de 25 años, confirmó a la Guardia Civil que recibió una llamada del jugador del Valencia el 1 de septiembre (a las 18:42 horas). Ambos estuvieron hablando durante seis minutos aproximadamente.
El futbolista se interesó por su estado de ánimo y le preguntó si su amiga había presentado una denuncia. La chica le respondió que lo desconocía y le dijo también que ella había denunciado a Pablo Jara, el amigo de Mir. «Durante la llamada él le dice que tiene un caché, que es un personaje público y que esto le puede afectar a su carrera», afirma el atestado policial.
Al día siguiente, el delantero del Valencia volvió a ponerse en contacto con la joven. Según consta en el sumario, le envió el siguiente mensaje de WhatsApp: «Holaaa, qué tal? Estás mejor?». Ella no le contestó. La víctima declaró que no bebieron alcohol ni consumieron sustancias estupefacientes en el chalé del futbolista.
El relato de su denuncia es el siguiente: Pablo Jara «le realizó tocamientos en pecho, culo y vagina en contra de su voluntad en el interior de la piscina», y este mismo individuo «le golpea en la boca y la deja desnuda en la calle al quitarle la toalla».
Tras las denuncias que presentaron las víctimas, la Guardia Civil detuvo al jugador del Valencia y también a Pablo Jara, futbolista de un equipo murciano y amigo de la infancia de Mir, por sendos delitos de agresión sexual. Ambos quedaron en libertad provisional tras declarar que las relaciones sexuales que mantuvieron con las dos chicas fueron con el consentimiento de ellas.
La joven que denunció al delantero del Valencia incurrió en contradicciones en la primera versión de los hechos que dio a una policía local de Bétera. «Cuando llegaron a la casa de Rafa Mir, «le ha dicho que le gustaba ella, y posteriormente de forma consentida se han marchado a un baño de la vivienda, donde han intimado y Rafael le ha introducido varios dedos en (...); ella le ha dicho que parara, haciéndole caso, y han ido otra vez a la piscina», afirma el atestado policial.
Sin embargo, horas después, la chica presentó una denuncia en el cuartel de la Guardia Civil de Massamagrell y relató las dos agresiones sexuales que sufrió en la piscina y el cuarto de baño, según su versión.
Tras tener acceso a las diligencias de la Policía Local, el abogado de Rafa Mir solicitó a la jueza que tome declaración a los tres agentes y al oficial que prestaron auxilio a las víctimas. La magistrada ha aceptado la petición de la defensa del futbolista y ha señalado también la fecha de las testificales.
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