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Antoine Griezmann tardará en olvidar el chaparrón que le cayó en la que un día fuera su casa. Con la placa que rememora su paso por el Atlético vejada por una hinchada iracunda por su infidelidad, acompañado desde el calentamiento por la música ... de viento de silbidos e improperios que no cesaron en ningún momento, escarnecido su nombre con una pitada torrencial cuando el 'speaker' recitaba las alineaciones del Atlético-Barcelona, lo de menos fue el diluvio climatológico que hubo de soportar el 'Principito', sometido a un continuo martirio de la parroquia que durante cinco campañas le tuviera por ídolo.
La afición rojiblanca manifestó su ira por la 'traición' del francés mucho antes de que saltase al césped del estadio al que aportó su bautismo goleador con aquel tanto frente al Málaga en el curso 2017-2018 que cerró con su catódica 'Decisión'. Con la elástica del Atlético, que defendió en 257 partidos trufados con 133 dianas y 50 asistencias, se convirtió en leyenda el 'Principito', pero hoy pesa más el despecho de una hinchada que siempre receló de sus coqueteos con Manchester United y Barça.
Lo hizo sentir antes del partido mancillando la placa situada en los aledaños del recinto para recordar su paso por el club, llena de basura, tachada con un adhesivo en forma de cruz y ratas de peluche como las que recibieron a Thibaut Courtois, otro ilustre héroe devenido en villano cuando el belga regresó la pasada temporada con el escudo del Real Madrid en el pecho.
Aunque la incesante lluvia que cayó durante todo el domingo en la capital invitaba poco a detenerse para afrentar el distintivo, un grupo de aficionados colchoneros permaneció a la intemperie profiriendo cánticos contra el ídolo caído en desgracia cuando optó por coger el puente aéreo hacia la ciudad condal, dejando en las arcas del Atlético los 120 millones de euros de su cláusula de rescisión más quince abonados por el Barça para acallar el enfado de la directiva rojiblanca pero que no sirven para mitigar la cólera de la grada, donde los ultras recibieron con gritos de «¡muérete!» a un futbolista que se llevó una pitada de decibelios superiores incluso a las que escuchase Cristiano Ronaldo en sus mayores broncas con los rojiblancos cada vez que trabó contacto con la pelota en uno de los días más complicados de su carrera.
Desconectado en un tramo inicial en el que el Barça quedó sometido por la excelente puesta en escena del Atlético y hubo de aferrarse a un par de intervenciones milagrosas de Ter Stegen para mantenerse con vida, el '17' fue ganando enteros a medida que los azulgranas se asentaron en el choque al dictado de Messi. Probó fortuna con un disparo blando con la diestra que atrapó sin despeinarse Oblak nada más comenzar la segunda parte y tuvo su mejor opción en una volea que se le fue alta a centro de Luis Suárez tras contra 'maradoniana' de Messi.
El francés no pudo festejar un tanto que le permitiese desquitarse en una noche infernal que la grada remató desplegando una pancarta en el segundo tiempo que rezaba «Querías tener un nombre y se te olvidó ser hombre», pero al menos festejó la victoria de su equipo gracias a la diana del rosarino que mantiene líder al Barça.
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