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Gareth Bale está empeñado en romper todos los puentes con el Real Madrid. El futbolista mejor pagado de la plantilla lleva meses indignando al madridismo con sus salidas de tono, aunque el club prefiera poner paños calientes a fin de evitar un ... polvorín que dinamite la buena dinámica actual del equipo. Pero el último desplante podría provocar un punto de no retorno en la relación del '11' con la parroquia merengue, que asistió con estupor a la celebración que hizo el futbolista de la clasificación de Gales para la Eurocopa 2020 en el Cardiff City Stadium, cuando agarró una bandera que rezaba «Gales. Golf. Madrid. En ese orden» en medio del jolgorio de sus compañeros.
Lo que podría interpretarse también como una burla a las críticas del exfutbolista y ex director deportivo del Real Madrid Pedja Mijatovic sobre la lista de prioridades del 'Expreso de Cardiff', es contemplado por la hinchada merengue como la gota que colma el vaso en la larga lista de afrentas del extremo, que lleva sin jugar con su equipo desde la victoria ante el Granada del pasado 5 de octubre pero que acudió a la llamada de su combinado nacional para las cruciales citas ante Azerbaiyán y Hungría pese a llevar semanas trabajando en el interior de las instalaciones de Valdebebas por un problema en el sóleo que arrastraba desde el partido ante Croacia del anterior parón internacional.
«El primero que sufre es Bale», llegó a decir Zinedine Zidane en la previa del decisivo duelo ante el Galatasaray en el Santiago Bernabéu, cuando salió en defensa de un futbolista que ese mismo día había vuelto a ser convocado por Ryan Giggs para acudir al rescate de los 'Dragones'. «Se ha lesionado, ha vuelto aquí y no se ha recuperado, pero él quiere recuperarse, estar con sus compañeros y jugar. Están diciendo que yo quiero que se marche en enero. Es tontería. Nadie puede sacar de mi boca una cosa falsa. Yo quiero que se quede Gareth con nosotros hasta final de temporada», agregó el marsellés en una comparecencia en la que tuvo que atajar hasta siete preguntas sobre el ex del Tottenham como ya hiciera en la previa del partido ante el Betis, que el jugador contempló en el palco hasta que se marchó en la recta final del choque, algo que permite el reglamento interno del club pero que abona la tesis de la afición sobre su falta de compromiso.
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«Tenéis que dejar de decir lo mismo siempre, que se ha ido antes del final. Cuando yo jugaba pasaba lo mismo, te podías ir antes del final», trató de zanjar Zidane, que aseguró que nunca le había pasado «nada con Gareth» pese a que en verano abogó por su salida con aquella cacareada frase tras la derrota ante el Bayern en la International Champions Cup: «Si se va mañana, mejor».
Pugnaba por entonces Bale por marcharse al fútbol chino, una vez cerradas las vías hacia un posible regreso a la Premier. Pero las negociaciones se truncaron y Zidane le dio otra oportunidad. El inicio de temporada amagó con una reconciliación, con Bale luciendo ante Celta de Vigo o Villarreal, pero el paso de las semanas ha vuelto a mostrar a una estrella desconectada de su equipo y protagonista de una serie de gestos desafiantes hacia el club que le paga.
A las salidas antes de tiempo del estadio se suman las críticas de su representante, Jonathan Barnett, hacia Zidane, al que llegó a tachar de «vergüenza» en verano; los comentarios del propio futbolista en los que muestra su desapego hacia la entidad -«está claro que me emociona más jugar con Gales que con el Real Madrid», admitió hace unos días en plena concentración con su selección-; y las ausencias sin parte médico de por medio por exigencia del interesado, que colecciona más fotografías jugando al golf que vistiendo de blanco este curso, aunque pasó casi un mes preparando en Valdebebas su regreso con la selección galesa.
Pendiente de nuevo de posibles ofertas del fútbol chino para salir en el mercado invernal, Bale, que no perdona a Zidane que le dejase fuera de la convocatoria ante el Brujas pese a que el técnico argumenta que su exclusión fue para prevenir un percance de un futbolista que acumula 26 lesiones y se ha perdido cerca de 90 partidos por motivos médicos desde que aterrizó en Chamartín, sigue tensando la cuerda con el club que pagó 101 millones de euros por sus servicios en 2013. El jueves volverá a verse las caras con Zidane, que deberá decidir si le perdona el enésimo desplante incluyéndole en la lista para el choque ante la Real Sociedad o provoca otro seísmo excluyéndole.
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