Un clásico como nunca se ha visto

¿Qué ocurrirá esta noche en Wembley? Hay algo que puede darse por seguro: Italia y España volverán a retratarse entre ellas con la precisión y el detallismo de un pintor hiperrealista. Pero esta vez lo harán desde una perspectiva completamente distinta a todas las anteriores. Ya no será cuestión, como tantas otras veces, de calibrar la validez de dos modelos antagónicos sino de examinar cuál de las dos selecciones interpreta mejor un mismo modelo: el de un fútbol ofensivo y vibrante, basado en el dominio del balón, la presión alta al rival y la búsqueda constante de la portería contraria.

El cambio de concepto es extraordinario y ha sido posible por dos razones evidentes. La primera es que Luis Enrique siempre ha hecho de ese fútbol su bandera corsaria. No ha querido irse por atajos conservadores y ha apostado por el riesgo con una selección tierna pero con mucho talento. La segunda razón es la más importante. Roberto Mancini se ha adherido a la revolución que se está viviendo en el 'calcio' en los últimos años y ha construido la Italia más ofensiva que se recuerda. Su decisión no solo ha sido apropiada e inteligente sino una demostración del gen competitivo de los italianos, tan poderoso que se han atrevido a dinamitar algunos de sus dogmas sagrados y apostar por argumentos que hasta hace bien poco parecerían herejías dignas de ser castigadas en las hogueras del Campo de Fiori.

La semifinal, por tanto, se presenta apasionante. Es una verdadera lástima que la presencia de aficionados españoles e italianos vaya a ser tan reducida debido a las restricciones impuestas por Boris Johnson, al que la UEFA ha permitido hacer de su capa un sayo. Con todo lo que ello significa de arbitrariedad y disparate. La indignación de los tres semifinalistas condenados a jugar sin hinchas mientras Inglaterra se beneficia de forma obscena de su condición de local es comprensible. La competición se está adulterando y nadie parece capaz de evitarlo. Pese a todo, el partido no puede ser más excitante y atrapará sin duda a millones de aficionados al fútbol en todo el mundo. Pocos duelos pueden prometer, hoy por hoy, tanto espectáculo.

Italia es favorita en los pronósticos y es lógico. Su trayectoria en esta Eurocopa está siendo impecable en todos los sentidos y lleva ya casi tres años sin perder. Lo de España es distinto. Podríamos decir que ambas selecciones van por el mismo camino y en la misma dirección, pero que la 'Azzurra' avanza recta y firme mientras La Roja lo hace dando tumbos y cayendo en todos los baches y charcos. De hecho, la selección de Luis Enrique solo ha sido capaz de ganar un partido en los noventa minutos reglamentarios, ante la débil Eslovaquia. Los otros dos han sido empates o victorias en la prórroga o desde el punto de penalti. En este sentido, la semifinal se presenta para España como la prueba del algodón definitiva. Esta noche se verá su verdadero nivel.

No se esperan sorpresas en los once iniciales de Luis Enrique y Mancini, al que le duele la baja de Spinazzola, uno de esos laterales capaces de incendiar por sí solos un partido. Todo indica que el técnico asturiano mantendrá su bloque habitual y que las dos únicas dudas se refieren a los acompañantes de Morata en ataque. Lesionado Sarabia, Gerard Moreno y Olmo se disputarán un puesto en la banda izquierda. Por la derecha, Ferran Torres tiene más boletos que Llorente, que es otra opción. Lo más probable es que Italia repita el once que ganó a Bélgica, con Emerson de lateral izquierdo.