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Luis Enrique tenía guardado un as en la manga para la semifinal frente a Italia. Después de defender contra viento y marea a Álvaro Morata como delantero centro a lo largo de la Eurocopa, ante Italia dio un golpe de efecto al presentar la ... alineación. El delantero de la Juventus se quedaba en el banquillo y España recuperaba el viejo planteamiento de jugar sin un delantero centro puro. Un recuerdo de tiempos pasados, de la España triunfal de Vicente del Bosque, con el que el seleccionador buscaba hacer daño a los experimentados centrales italianos con la velocidad y movilidad de Oyarzabal, Ferrán y Dani Olmo. Y se puede decir que la apuesta le salió prácticamente perfecta al asturiano, porque durante buena parte del encuentro, Italia tuvo muchos y serios problemas para descifrar el juego de La Roja, hasta que Chiesa puso las cosas cuesta arriba y después, tras un derroche de esfuerzo, los penaltis arruinaron el sueño de la final.
Si algo destacó durante la semifinal de Wembley fue el talento de un futbolista que anoche hizo un partido descomunal. Dani Olmo había dejado detalles en este torneo, pero en un partido grande como es jugar contra Italia, el futbolista del RB Leipzig se salió. La posición de mediapunta, bajando a apoyar al centro del campo para distribuir al primer toque le dio tanto protagonismo que Dani Olmo no dejó de hacer daño en toda la noche. Lástima que fuera uno de los lanzadores que falló su penalti...
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En ese esquema de juego que planteó Luis Enrique para minimizar a Italia, Dani Olmo tuvo a dos socios muy agradecidos. Porque tras esa línea de tres de vanguardia, colocó a Koke, Busquets y Pedri, jugadores encargados de sostener a España con su trabajo y su visión. En especial la pareja del Barcelona, que formó una sociedad donde Busquets puso la veteranía, la experiencia y el saber estar en este tipo de compromisos, y Pedri puso un talento inapropiado para un chaval recién llegado de 18 años. Con decir que su primer pase fallado llegó en el minuto 118...
Con superioridades en el centro del campo, con constantes apoyos, con un control del balón casi absoluto, España creció en el partido y se sintió cómoda, y sobre todo, no permitió correr a Italia. La clave era tener la posesión, no rifar el balón con centros laterales y terminar las jugadas, lo que desactivó por completo a una selección que había asombrado en el torneo por ser diferente, una nueva Italia, y que anoche, durante muchos minutos, recordó a la vieja, a esa que se pasaba el partido escondida esperando su ocasión.
Y sucedió. Chiesa clavó el gol en el minuto 60 y a España le tocó reinventarse. Luis Enrique se olvidó de jugar sin delantero y dio entrada a Morata, que anoche fue decisivo en su trabajo y aportación. El madrileño no dejó de aportar, de intentarlo de todas las maneras, de asociarse con el centro del campo para mantener esas superioridades que tan buen rendimiento había dado a España, y terminó por dar vida a La Roja con un gran gol.
Tras un enorme esfuerzo colectivo, España cayó en los penaltis y no estará en la final. Pero si algo demostró ayer la selección, es que hay talento y futbolistas de sobra para volver a pelear por grandes empresas.
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