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David Salvador
Lanzarote
Domingo, 24 de noviembre 2019, 12:45
No es un error ortográfico. Es la parte por el todo. Sergio y Javier Torres (Cocina Hermanos Torres**, Barcelona) participaron este sábado junto a otras estrellas de la gastronomía peninsular como Oriol Castro (Disfrutar**, Barcelona), Juanlu Fernández (Lú Cocina y Alma*, Jerez) o Hernique Sá ... Pessoa (Alma**, Lisboa) en el IX Festival Enogastronómico Saborea Lanzarote que este fin de semana se está celebrando en la Villa de Teguise.
Con un canto al empoderamiento local -«Tenéis un productazo, sacad provecho»-, finalizaron la jornada de conferencias de un festival que llenó de miles de «conejeros» y turistas las curiosas calles de una ciudad que parece haber hecho un pacto con el diablo y conservarse intacta tal como se pensó hace más de dos siglos. Continente y contenido.
Allí llegaron los televisivos hermanos barceloneses tras recorrer la isla durante la mañana, conociendo su poderío. «Hemos aprendido pero volveremos para hacer una ruta por los tele clubs de la isla. Son apasionantes», explicaba Sergio Torres. Los tele clubs son los centros sociales de cada localidad, con bar y sala de juegos, que reciben tal nombre por albergar en su tiempo las primeras teles que llegaron a la isla. «En el de Masdache, hemos comido una carne de cabra increíble, melosa, muy tierna». Con parroquianos difíciles de encontrar en otros lugares de una isla eminentemente turística, Sergio y Javier debatieron. Si no hubieran llevado prisa se echan un parchís.
Antes del tele club, habían conocido las Salinas de Janubio, las más grandes de Canarias y uno de los pocos espacios protegidos de la isla. «Tú nos dices cómo se hace y nos metemos», le espetaban al oficial al cargo. Rastrillo en mano, «lavaban» y admiraban un producto 100% natural «que parece nieve». La sal es un elemento imprescindible en la isla, históricamente para conservar; ahora, por ejemplo, para cocinar las famosas papas arrugá. Admirando el paisaje, los cocineros identificaron un objetivo. «¿Y eso?» Un higo indio perfecto para su menú posterior. Ya tenían sal e higos.
No pasaron porque el tiempo apretaba pero otro recurso que tentó a los gemelos fue el restaurante El Diablo, situado en el parque natural del Timanfaya, dentro, perdido, y propiedad del ilustre lanzaroteño César Manrique. En él, cocinan a puro fuego, directamente de la tierra, de fuentes de energía geotérmicas. Ríete del Josper. «Para la siguiente».
Bajo el sistema de cultivo de enarenado, en Lanzarote se cultivan viñedos desde mediados del s. XVIII. Se trata de un sistema que planta la vid para alcanzar la tierra fértil en hoyos excavados de 3x2,5 metros que protegen la planta del viento con un pequeño muro de piedras. La tierra volcánica absorbe y conserva la humedad, permitiendo así una buena absorción de las aguas pluviales, dificultando su evaporación. Con el régimen de lluvias de la isla, no habría otra manera de conservar la humedad que las vides necesitan. Es La Geria, icono turístico y gastronómico de Lanzarote, un paisaje natural impactante del que los barceloneses disfrutaron abasteciéndose de un blanco de Malvasía volcánica -la uva oriunda de la isla-, así como de higos, mangos y limones que también se cultivan aunque en mucha menos cantidad.
Y camino a Saborea Lanzarote. El festival se consolida año a año como punto de encuentro de la isla con actividades, vida y mucha gastronomía, y con las ponencias de los mejores chefs del momento. En el auditorio improvisado, Sergio y Javier Torres cerraron su día elaborando varias recetas con los productos adquiridos. Entre ellas, lubina Aquanaria -también canaria- sobre una cama de sal -de las Salinas- molida con cítricos, y reducción en vino Malvasía Volcánica, claro, de higos indios, mango y flor de aloe vera. «No es un cumplido. Tenéis producto para aburrir. Aprovechadlo». Ovación.
Antes, Begoña Rodrigo (La Salita*, Valencia) realizó junto a Pepe Solla (Casa Solla*, Poio), su pareja real y artística, su primera ponencia tras conseguir la estrella Michelin el pasado miércoles. Gastronomía y otra ovación cerrada. Seguro que alguno no la escuchó. Estaría en alguna otra de las mil carpas con producto y propuesta que el festival ha desperdigado por Teguise con talleres de vino, de cocina de mar o dedicados a los más pequeños. También otra con propuestas de restaurantes de Arrecife, al capital de la isla, que era una completa fiesta. No parece que Teguise tenga torres de defensa. No las necesita. La Villa, todo Lanzarote, atraen sin querer.
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