Zamora: una provincia que vive con pasión sus tradiciones

Cencerros, tenazas, caretas y personajes con estrafalarias y coloridas vestimentas ofrecen en las calles de pueblos de la provincia de Zamora en Navidades, Año Nuevo y Carnavales espectaculares y sobrecogedores momentos que se remontan a siglos atrás. Son las conocidas como mascaradas de invierno, unas celebraciones de indudable interés que se conservan en una veintena de localidades, principalmente en el oeste de la provincia. Tienen lugar entre los meses de diciembre y enero, y su origen y simbología se remontan al pasado. Jóvenes y quintos siguen dando vida año tras año a diferentes personajes ataviados con extravagantes indumentarias. Realizan carreras, saltan y persiguen a los asistentes con tenazas articuladas o vejigas hinchadas con las que golpean y tratan de asustar a la población.

Algunas de ellas están declaradas de Interés Turístico Regional, como El Zangarrón de Sanzoles, que hostiga y azota a los vecinos el 26 de diciembre en busca del aguinaldo, y Los Carochos de Riofrío de Aliste, que ofrecen una imagen ancestral al aparecer el 1 de enero envueltos en humo y profiriendo grandes gritos.

Destacada, sin lugar a dudas, en la provincia de Zamora es la Semana Santa, con dos celebraciones que están declaradas Bien de Interés Cultural (BIC), la de la capital y la de Bercianos de Aliste. Se dice que en Zamora se vive la Semana Santa durante todo el año y además se hace con profundas tradiciones y emocionantes momentos. Declarada de Interés Turístico Internacional desde 1986, la Pasión es el acontecimiento más importante del año en la capital. Se viven momentos como el Juramento del Silencio, el canto del Miserere del Yacente o la procesión de Jesús Nazareno, en la que los cofrades reparten almendras garrapiñadas, se desayunan sopas de ajo y el Merlú, como se denomina a la pareja de nazarenos con corneta destemplada y tambor, se encarga de avisar a los hermanos.

Otra figura singular de la Semana Santa de Zamora es El Barandales, un personaje típico que anuncia la llegada de las procesiones con campanas en ambas manos.

Por su sobriedad y emotividad se caracteriza la procesión del Santo Entierro del Viernes Santo en Bercianos de Aliste, en la que los cofrades visten su propia mortaja de color blanco. En el sermón del Descendimiento, se procede a descolgar la imagen articulada de Cristo y se introduce en la urna de cristal antes de iniciarse el cortejo fúnebre hasta el Calvario.

Tras la Semana Santa, se inicia en Zamora un amplio calendario de romerías populares como la de La Hiniesta, una de las más antiguas de España; la de La Luz, que se celebra en la Raya entre Zamora y Portugal, y la de Los Viriatos de Fariza, en la que desfilan grandes pendones que alcanzan los siete metros de altura.

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