«Respeto por la tradición heredada, nuestra identidad»

«Lo único que realmente nos pertenece es el tiempo. Incluso aquel que nada tiene, lo posee». Cuanta más experiencia vital tenga el lector de esta ya imprescindible guía de El Norte de Castilla más logrará entender que la sentencia de Baltasar Gracián encierra una verdad irrefutable. Castilla y León encierra tesoros monumentales que no tienen parangón. Medina de Rioseco lo ejemplifica: catedrales que alzan torres erguidas en medio de la llanura terracampina, soportales medievales, conventos que guardan el celo de la profunda devoción, coso de arte que inspira otras artes, arte vertebrado por un canal que es sueño de la razón.

Todo ello como resultado de un tiempo que mujeres y hombres de nuestra tierra legaron como simiente para la conservación de saberes y conocimientos. Comprender Medina de Rioseco es haber descubierto la tradición hecha pasión, el rito hecho vocabulario, el verbo hecho arte. El paso de los hombres, incluso los más jóvenes, relatan la Semana Santa con más cofrades por habitantes de cuantas existen en España. En el convencimiento de que la Unesco administrará calificación para un conjunto de ritos y costumbres único en el mundo. Entretanto de Europa nos llegó un reconocimiento, el de Ciudad de Europea de la Navidad en el año 2018. Algo que la Junta de Castilla y León ha reconocido también como Fiesta de Interés Turístico Regional.

Aldabonazos para la inmaterialidad de un acervo cultural que es parte de nosotros, que estamos hechos del espíritu comercial de nuestras ferias en las que la Vieja India Chica era un hervidero de feriantes y mercaderes que emulamos cada verano. Que estamos hechos del concilio que trataron los Enríquez desde el bando imperial en la Guerra de las Comunidades. Que estamos hechos también del dolor de la derrota en un episodio cruel de la Guerra de la Independencia que es la Batalla del Moclín.

Venga, querido lector, venga a la Tierra de los Campos de castillos y de literatura, de historia y de gastronomía. Venga porque el tiempo le pertenece. Aprovéchelo y comprenderá desde el rigor en la autenticidad –ahí está la clave para la supervivencia– del rito heredado la vocación que el riosecano ha tenido a lo largo de su historia del respeto por la tradición heredada, nuestra verdadera identidad. 

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