Medina de Rioseco: Semana Santa declarada BIC inmaterial

Era la misma procesión de antaño. El anciano cree ver la que vio de niño, y el niño, aún sin darse de ello cuenta, espera ver la misma cuando llegue a anciano, si llega…». Las palabras de don Miguel de Unamuno escritas en 1932 condensan la esencia de la Semana Santa de Medina de Rioseco, la única de Castilla y León, junto a las de Zamora y Bercianos de Aliste, declarada Bien de Interés Cultural (BIC) de carácter inmaterial, además de Fiesta de Interés Turístico Internacional.

Los riosecanos han sabido conservar a través de más de cuatro siglos, como una de sus principales señas de identidad, unas procesiones en las que la más profunda devoción se une a las tradiciones más enraizadas. Centenarias cofradías que mantienen desde el siglo XVI, de forma ininterrumpida, una profunda devoción a los pasos procesionales que cada año desfilan por las calles riosecanas.

Esculturas de madera que tallaron grandes maestros de la imaginería castellana como Pedro de Bolduque, Mateo Enríquez o Tomás de Sierra. Portar el paso a hombros, la figura del mayordomo, el refresco con el tallado del paso, el desfile de gremios, el baile de los pasos, los sonidos del tapetán y del Pardal son solo parte de una tradición que se ha ido transmitiendo de padres a hijos, de generación, en un total de más de 4.000 cofrades, 17 cofradías, 22 pasos y seis procesiones.

La patrona de los riosecanos es la Virgen de Castilviejo, que según cuenta la tradición fue encontrada por un labrador entre las ruinas de un castillo. Cada 8 de septiembre procesiona por la pradera de la ermita junto al Cristo del mismo nombre. A principios del siglo XVII, la imagen del Cristo sudó agua durante un novenario para implorar que lloviese. La autoridad eclesiástica confirmó el milagro en el mes de agosto de 1602. Los corporales con los que fue secada el agua aún se conservan en el Museo de San Francisco como reliquias.

San Antón, Santa Águeda, San Isidro, el Corpus, San Antonio, San Juan Bautista (patrón), la Virgen del Carmen, Santa Clara, San Roque, Cristo de las Puertas, Santa Teresa o San Juan de la Cruz son otras de las festividades que los riosecanos siguen celebrando.

Los visitantes de la iglesia de Santa María se sorprenden al ver la piel seca de un cocodrilo junto a la leyenda de que fue un soldado preso quien, a cambio de su libertad, puso fin a su vida para que dejara de entorpecer la construcción de la iglesia. Realmente, se trata de la piel de un caimán que, como exvoto, fue donada en el siglo XVIII por un riosecano que marchó a América en busca de una fortuna.

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