Real Sitio de San Ildefonso: descubre su legado

Hablando de un Real Sitio, resultaría más que obvio resumir lo más destacable e intangible de su esencia en la huella dejada por el poder político a lo largo de los últimos setecientos años en el territorio que integra este paisaje tan singular. No seré yo quien resuma este Paraíso en la cáscara histórica que conforman palacios, iglesias, capillas y reales fábricas. Todos ellos edificios maravillosos, pero cáscaras al fin y al cabo que ocultan la experiencia sensorial latente en este pequeño rincón serrano. Más allá de lo obvio ya señalado, el Real Sitio de San Ildefonso debe ser conocido por la experiencia inherente a los muchos momentos de su pasado y presente, promesa del futuro que alberga en su interior.

La primera sensación debe unirse al origen del poblamiento que no fue otro que la explotación de los tránsitos de mestas y rebaños, así como el uso que aquellos hacían de los pastos de altura desde mediados del siglo XIII. Recorrer sendas, vericuetos y cañadas en busca de corrales y majadas, pasos, collados y puertos atravesando el inmenso bosque y pinar de Valsaín debe figurar en lo más alto de esta lista de intangibilidad maravillosa que atesora el Real Sitio.

Unido a este tránsito de animales, el agua ha supuesto otro de los hilos conductores de la comunidad del Real Sitio. Empezando por las escorrentías que nacen en lo más alto del murallón de Peñalara, seguir la caída del agua hasta el Mar del Real Parque y Jardines de La Granja para acabar disfrutando de los juegos de agua de las monumentales fuentes del Palacio Real resume la esencia e idiosincrasia de este paraíso.

Siguiendo al agua que corre desde las fuentes del Palacio, se deberá seguir forzosamente su escape hasta la Real Fábrica de Cristales donde, ya en el siglo XVIII, su fuerza alimentaba ingenios que moldeaban y transformaban la sencilla arena silícea en vidrios, opalinas, lámparas y descomunales espejos únicos en el mundo.

Esos espejos y arañas de sólido vidrio nos ayudarán, por último, a poder pasear por las plazuelas del Real Sitio, experimentando el proceso urbanístico ideado por Procaccini, Sabatini, Juvarra, Sachetti, Subissati y, por supuesto, José Díaz Gamones, que ha convertido los dos barrios del Real Sitio, el Alto y el Bajo, en un muestrario palmario de la adaptación de los principios ilustrados a la ordenación urbana básica para entender el neoclasicismo entre pinos y roquedales, farallones graníticos, pinos silvestres y aguas salvajes que todo lo transportan y erosionan hasta hacerlo único de verdad.

Texto de Eduardo Juárez, Cronista Oficial del Real Sitio.

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