«Queremos aprender de la parte intangible de otras épocas»

Al lado del patrimonio natural y cultural tangible existe otro no tan fácilmente reconocible y que es parte indisociable de aquel. Es un patrimonio inmaterial que ha sido arrinconado y ha ido desapareciendo progresivamente. La tarea de reconocimiento, difusión y recuperación es el paso previo para la valoración de todo patrimonio y para detener su desaparición. Esa ha sido, con mayor o menor intensidad, el empeño en solitario de los pueblos pequeños.

Desde el principio hemos sido conscientes de que recuperar un espacio, un edificio o un elemento etnográfico no consiste en una obra para volverlo a su estado primero o dejarlo bonito. No queremos algo bellamente inerte. Queremos aprender de esa parte intangible que le dio vida en otras épocas para que en el proceso de recuperación se atienda a darle sentido y los vecinos lo doten de vida otra vez. Queremos recuperar esos valores y revitalizarlos para que tengan sentido en la rutina de la vida del pueblo.

Para ello, en primer lugar, es fundamental descubrir los vínculos emotivos que la gente ha trazado en torno a ese espacio o elemento, esa dimensión inmaterial que le dio sentido y que ha de darle sentido. Son restauraciones tanto físicas como espirituales. En torno a un espacio se han trazado múltiples historias asociadas y hay que procurar que se sigan trazando, porque son la vía de arraigo de la población a su espacio y a su tiempo.

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