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La guerra entre Rusia y Ucrania ha impactado de lleno en el precio de productos de primera necesidad como los cereales y el aceite de girasol. Uno de los grandes damnificados es el sector agroalimentario español. Preocupan los precios, pero también la disponibilidad de ... materias primas, pues Ucrania es el principal exportador mundial de aceite de girasol. En concreto, España importa desde Ucrania aproximadamente 500.000 de toneladas de este producto, alrededor del 60% del total, según cifra el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Por ello, los consumidores, por un temor tanto a un hipotético desabastecimiento como a una subida de precios, han aumentado de tal manera la demanda que la mayoría de supermercados se han visto obligados a limitar su venta. Sin embargo, la Asociación de empresarios de Supermercados de Castilla y León (Asucyl) hace un llamamiento a la «tranquilidad» y asegura que la cadena de alimentación está garantizada. «El viernes –de la semana pasada– empezamos a notar una demanda totalmente anormal de aceite de girasol;se importa bastante cantidad de este producto desde Ucrania, pero realmente esto afecta a muy pocas referencias.
En lo que respecta a las grasas vegetales, existen muchas alternativas en cuanto al origen y están, sobre todo, las referencias nacionales. No olvidemos que somos líderes en este tipo de producto», recalca la secretaria general de la agrupación, Isabel del Amo, quien insiste en que «no hay problemas de abastecimiento de grasas vegetales». «No lo hubo en los meses más duros de la pandemia y tampoco lo hay ahora. Lo que ocurre es que el contexto mundial actual nos alarma y si los clientes demandan de forma irracional, no da tiempo a reponer», añade la representante. Asimismo, considera que «el problema del aceite de girasol es algo residual». «No hemos visto que esto se esté replicando en ningún otro producto», aclara.
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Alejandro Rodríguez
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La decisión de limitar la venta de aceite de girasol radica –según justifica la patronal– en guiar a los consumidores hacia la racionalización. «No va a haber problema de abastecimiento. Vamos a tener grasas vegetales. Los productos de origen ucraniano tienen la cuota de mercado que tienen y no podemos dejarnos llevar por demandas muy impulsivas y fruto del momento», argumenta Isabel del Amo.
Todo ello se traduce en una gran competitividad entre las empresas distribuidoras, que tratan de sostener los precios. «Dentro de este contexto de inseguridad y en el que los precios de la energía afectan de lleno a todos los sectores, podemos asegurar que los precios de los alimentos subirán lo mínimo posible y lo más tarde posible», subraya Del Amo.
Pese a ese mensaje de tranquilidad, hay sectores que dependen totalmente de este producto y que no pueden evitar cierta preocupación ante una posible rotura de suministro del aceite de girasol. Es el caso, por ejemplo, de José María Cueva y Margarita Pérez, gerentes de la churrería y chocolatería Marga –en Valladolid capital–. «¡Al doble nos lo han subido!», exclama Cueva, al tiempo que anticipa que el precio de la garrafa de 25 litros se duplicará. «Nuestro distribuidor nos ha comunicado que pasaremos de 40 a 85 euros, suponiendo que haya cantidad», lamenta.
En relación a los cereales, entre Rusia y Ucrania asumen aproximadamente el 25% de las exportaciones a nivel mundial. En concreto, en España, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, se importa anualmente de Ucrania, considerada «el granero de Europa», una media de 2,7 millones de toneladas de maíz. También importa 233.000 de toneladas de torta de girasol.
El trigo es uno de los productos que más se han encarecido en lo que va de año. Este conflicto bélico supone la tormenta perfecta para los productores de alimentos y, por ende, también para los consumidores, que sufren la inflación más alta de las últimas décadas. Productos como el pan, la carne, los huevos o la leche verán aumentar sus precios, ya que los piensos alimenticios para el ganado también se han encarecido.
Por otra parte, cabe destacar que el 95% de los cereales que utilizan las fábricas de piensos compuestos de Castilla y León procede de la propia comunidad. No obstante, el sector muestra su preocupación ante las subidas que se avecinan. «Nos estamos encontrando con una especulación feroz», explica el director de la Asociación de Fabricantes de piensos compuestos de Castilla y León (Asfacyl), Agustín de Prada, quien avanza que en los últimos años «las lonjas han subido el 30% y suponemos que irá a más». «Lo peor es que el conflicto se alargue en el tiempo y ponga en serios aprietos la sostenibilidad económica de la ganadería», sostiene.
Jesús González, de Torrelobatón, es uno de esos ganaderos preocupados por la tendencia inflacionista que amenaza a los piensos compuestos que consume su rebaño de ovejas. «Antes de final de año ya nos habían subido un 20% y en estos últimos días ha aumentado otro 10%. Cada mes compro 15.000 kilos de pienso y eso me supone 800 euros más que lo que me costaba en noviembre de 2021. Lo veo todo muy complicado, está la cosa muy mal», sentencia.
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