El patrimonio inmaterial de Ávila, con los cinco sentidos
ESPECIAL MUNICIPALISMO. EL PATRIMONIO INMATERIAL DE CASTILLA Y LEÓN ·
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ESPECIAL MUNICIPALISMO. EL PATRIMONIO INMATERIAL DE CASTILLA Y LEÓN ·
«La manera óptima de proteger los bienes inmateriales se consigue fomentando su estudio»CARLOS GARCÍA GONZÁLEZ. PRESIDENTE DE LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE ÁVILA
Sábado, 1 de mayo 2021, 17:32
Cuando de verdad conocemos un lugar; cuando lo hacemos, en cierto modo, nuestro; cuando sentimos su esencia, es porque hemos llegado a disfrutarlo y a comprenderlo con los cinco sentidos y, si me permiten, con un sexto. Al llegar a ese punto, el lugar ya lo miramos, lo tocamos, lo saboreamos, lo escuchamos y lo olemos, a la vez, con la mente y con el corazón. Hay un nervio invisible que recorre la provincia de Ávila y que hace de ella una tierra rica en patrimonio inmaterial. Un nervio que expresa el apego de sus gentes a tradiciones, manifestaciones culturales, artesanía, costumbres y formas de celebrar la vida y el paso del tiempo que trascienden lo tangible y se cuelan en lo más profundo de la identidad diversa e impactante de esta provincia que, desde su humildad, lleva siglos dando al mundo personajes de talla incomparable.
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La Diputación de Ávila es firme defensora, leal colaboradora y entusiasta divulgadora de nuestras tradiciones y costumbres, En definitiva, de aquello que crea, modela y vertebra la identidad de esta provincia. A través del Área de Cultura y Patrimonio apoyamos, año tras año, las manifestaciones culturales, religiosas, festivas, artísticas y rituales de esta tierra, cuya importancia no se centra solamente en la manifestación cultural en sí, sino en el acervo de conocimientos y técnicas que se transmiten de generación en generación, de enorme valor social y económico.
Ese nervio del que les hablaba antes se plasma de decenas de formas. El rito de las Luminarias de San Bartolomé de Pinares, en que los caballos saltan las hogueras como forma de purificación; el Carnaval de Cebreros, como expresión del carácter lúdico de todo un pueblo; los bailes de máscaras de los Cucurrumachos de Navalosa, los Harramachos de Navalacruz, los Machurreros de Pedro Bernardo, Las Toras de El Fresno y los Zarramaches de Casavieja; el Vítor de San Esteban del Valle; las distintas formas de celebrar la Semana Santa, con Los Romances de Navaluenga, la procesión de los Negros de Bonilla de la Sierra y el Prendimiento, de Herreros de Suso; las romerías que recorren la provincia entre la Pascua y el final del verano, como las de la Virgen de Chilla (Candeleda) y la de la Virgen de la Vega (Piedrahíta); la devoción a San Pedro de Alcántara en Arenas de San Pedro; el recuerdo de Francisco de Goya en Piedrahíta Goyesca… todas ellas son manifestaciones de ese sentir, de la tradición, de la memoria y del aprendizaje transmitido desde tiempos ancestrales en nuestros pueblos.
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Sin olvidar técnicas como las que modelan la paja para tejer las tradicionales gorras de Solana de Rioalmar, la manera de asar el tostón en Arévalo, el cultivo de la vid para obtener la garnacha y la albillo real que caracterizan a los vinos de Cebreros, la difusión de la cultura vetona a través de fiestas como la Luna Celta de Solosancho o la indisoluble unión entre paisaje y paisanaje que representa el Festival del Piorno en Flor, al norte de la Sierra de Gredos.
En la Diputación consideramos que la manera óptima de proteger los bienes inmateriales se consigue fomentando su estudio, dándolos a conocer y documentando su naturaleza. De ahí nuestra estrecha colaboración con los ayuntamientos de la provincia y el impulso que supone la labor de la Institución Gran Duque de Alba, a través de sus publicaciones, fruto de investigaciones rigurosas que tienen una fuente inagotable de inspiración en nuestra realidad cultural, que va mucho más allá de los elementos materiales que nos legaron nuestros antepasados. Y es que si, como dejó escrito el francés Saint-Exupéry, «lo esencial es invisible a los ojos», nuestro deber es hacerlo florecer y conservarlo.
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