Nava del Rey: rituales que conforman una identidad

En 1745 el Ayuntamiento de Nava del Rey acordó nombrar patrona a Nuestra Señora de la Concepción y celebrar de manera perpetua un novenario en su honor que coincide con el aumento de la devoción, pues ya desde el siglo XVI se realizaban numerosas procesiones y rogativas a fin de encomendar las cosechas a la voluntad mariana.

En la primera procesión institucionalizada de la Concepción o Virgen de los Pegotes, una gran tormenta obligó a los fieles a retrasarla e iluminar de manera artificial todo el peregrinar de la talla desde su ermita al municipio con hogueras y pegotes. Este ritual ha trascendido hasta nuestros días, y cientos de visitantes acuden todos los 30 de noviembre y 8 de diciembre para participar en esta tradición, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional.

Ese acto, en el que se reparten antorchas realizadas a base de pez (pegotes) y los navarreses distribuyen entre los asistentes castañas asadas y ponche y vino añejo para capear las gélidas temperaturas invernales durante la celebración, aglutina una serie de características que lo convierten en uno de los mayores recursos festivos de la población. Y es que Nava del Rey ha conjugado de manera perfecta los anhelos más enraizados de sus vecinos para poner en valor las prácticas religiosas identitarias del municipio.

Además de esta peculiar tradición, meses más tarde y en plena Semana Santa destaca el ceremonial del lavatorio, crucifixión y descendimiento del Cristo, contando para ello con una talla articulada. El ritual, que corre a cargo de la cofradía del Santo Sepulcro, se remonta a finales del siglo XVII, cuando esta hermandad heredó como paso titular el Cristo y además también quedó encargada de preservar los ritos de la desaparecida cofradía de la Misericordia. La teatralización se desarrolla en el templo de Los Santos Juanes, utilizando para el lavatorio de la imagen una mezcla de vino añejo con romero y tomillo.  

Otra de las peculiaridades de Nava del Rey es la celebración del Día de los Doblados, uno de los manjares más típicos del municipio. Se celebra en los pinares de la localidad, donde los vecinos acuden para degustar el 'doblado', un pan el doble de grande de lo habitual elaborado con leche especialmente para este día. Dentro de él se introduce el llamado 'ratón', como denominan a lomo y chorizo. Como postre son típicos los melocotones y las rosquillas de palo.

La Fiesta de la Siega, que corre a cargo de la Asociación Cultural El Cribero, y la recuperación de su patrimonio subterráneo con cientos de bodegas en las que se envejecía el vino conforman una pequeña parte del patrimonio inmaterial de Nava.

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