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Hasta Campofrío se ha sumado a la metáfora bélica Con Gila, sí, con menos dramatismo que el que imprime el jefe del Estado Mayor de la Defensa, el general del Aire Miguel Ángel Villarroya, que ha transmutado a los ciudadanos en soldados recién regresados de ... la reserva. Pero ni la factoría de Burgos pierde el tono en su mensaje final: «Porque esta guerra la vamos a ganar». Y en estas ocurre que los que realmente actúan como «primera línea» contra el coronavirus, que es como los denomina la consejera de Sanidad, los médicos y enfermeras que cada día se las ven con el coronavirus, acuden a esa batalla con menos material de protección del que sería lógico. No solo en Castilla y León, donde el Gobierno autonómico decidió seguir adelante con las compras por su cuenta por lo que pudiera pasar. En el resto de España ocurre otro tanto, y con más gravedad en la zona cero de la pandemia nacional, Madrid.
Si alguien tiene dudas de que ese era el foco incontrolable, puede analizar las cifras. En el apartado de número de casos por cada cien mil habitantes, Segovia y Ávila, provincias limítrofes y polos de atracción de madrileños, se disparan dentro de Castilla y León a 1.073 y 805, respectivamente. La densidad de población o la actividad de estaciones como Chamartín y Atocha y del aeropuerto de Barajas convertían a la capital y su comunidad en un núcleo propicio para la propagación del virus.
Los expertos
Doménico Chiappe
Cuando el Gobierno decretó la recentralización de compras, Castilla y León ya estaba en ello. Francisco Igea, vicepresidente de la Junta pero médico al fin, salió cuatro días después a pedir colaboración ciudadana, donativos de guantes, mascarillas y lo que hiciera falta. «Trabajamos para proveeros de las mejores medidas de protección. Sabemos que no es suficiente», se disculpó el jueves pasado, en un mensaje de sanitario a sanitario, poco institucional. Esa acción del 15 de marzo, y la contundente respuesta empresarial y ciudadana, permitió paliar algunas carencias mientras el coronavirus se extendía. «La Secretaría General lleva dos noches sin dormir cerrando acuerdos», decía poco después Verónica Casado.
Ayer, casi al alimón, el Ministerio de Sanidad anunció una inversión millonaria en material de protección, 432 millones de euros, y el presidente de la Junta advirtió de que tiene 10 millones de euros en equipos paralizados en China. Ya comprados, empaquetados y listos para viajar, pero enredados en una «maraña» burocrática para la que ya hace más de una semana que pidió ayuda al Gobierno.
El 11 de marzo, cuando se publicó la recentralización de las compras, España había confirmado 2.929 casos de infectados por COVID-19. De ellos, 399 estaban hospitalizados y 188 en la UCI. Castilla y Léon contabilizaba 71 casos detectados, 24 ingresados y 2 en la UCI.
Una semana más tarde, cuando se decidió dar vía libre a las comunidades autónomas para que reanudaran sus propias gestiones, visto el atasco monumental que se había producido, en España ya había 17.147 positivos confirmados. Solo en las Unidades de Cuidados Intensivos se registraban 939 casos y en los hospitales empezaba a padecerse el aluvión de contagios previsto: 7.619 hospitalizados. En Castilla y León las UCI acogían a 54 enfermos y las plantas de los hospitales, a 281.
Consejos y recomendaciones
Carmen Barreiro
Otra semana después llega el anuncio de la gran compra de material. Tarde, según los que han padecido la carestía.
La Organización Colegial de Enfermería -307.000 profesionales en toda España- respondió ayer a esta realidad con mucha contundencia: «España es el país del mundo con la mayor cifra de profesionales sanitarios infectados: hoy ascienden a un total de 6.493 personas, lo que representa el 13,6%, muy por encima de China y de Italia», señalaba el presidente de este organismo, Florentino Pérez Raya, en un comunicado.
«Los profesionales sanitarios se están enfrentando a una situación insostenible, obligados a prestar la asistencia sin disponer de las medidas de seguridad necesarias para protegerlos: EPI adecuados, mascarillas FFP2, batas impermeables, protecciones oculares adecuadas, guantes... Se están jugando la vida, y hay que recordar que ya han muerto una enfermera en el País Vasco y una médica en Salamanca, ambas muy probablemente por trabajar sin seguridad», insistía el escrito de Enfermería.
En Castilla y León, aunque ayer no se ofrecieron los datos -no compareció Verónica Casado-, el porcentaje de positivos del personal sanitario, sobre el total de confirmados, era incluso mayor el martes que el que denunciaba Pérez Raya: un 17,88%. Una situación dramática porque, a esa cifra, hay que añadirle los profesionales que están aislados.
Gabriel Heras, que lidera el movimiento 'Humaniza la UCI' en España, hacía llegar ayer el llamamiento urgente de Madrid, «sin camas, ni manos, ni apenas respiradores». Andalucía, que es la la tercera región con menos incidencia acumulada por cada cien mil habitantes, enviaba respiradores a la comunidad madrileña. Castilla y León, explicó Alfonso Fernández Mañueco, no está en condiciones de hacer lo mismo. «Las circunstancias que estamos viviendo en Castilla y León son las que son, hay provincias con una incidencia superior a la de la Comunidad de Madrid». Léase, de nuevo, Segovia y Ávila.
Mientras llega el material, toda ayuda es bienvenida. Incluso la de quienes, con una máquina de coser, tratan de proteger a los 'soldados' antivirus para que no hagan la guerra como Gila.
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