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Alfonso Fernández Mañueco charla esta mañana con Juan García-Gallardo, de Vox, en presencia de la prensa. alberto mingueza
Pleno de investidura en las Cortes de Castilla y León

Mañueco, presidente de la Junta con el apoyo de un Vox firme en su base ideológica

Juan García-Gallardo advierte de que el objetivo final de su formación es acabar con las comunidades autónomas

Antonio G. Encinas

Valladolid

Lunes, 11 de abril 2022, 21:45

(Actualizado a las 21:30 horas) Alfonso Fernández Mañueco sumó los 31 votos de los suyos y los 13 de Vox, su nuevo socio de Gobierno, para renovar como presidente de la Junta de Castilla y León. Tiene enfrente a todos los ... demás partidos, que mostraron sus discrepancias, sus decepciones y su aversión, en algunos casos, a un acuerdo que Mañueco y García-Gallardo creen un anticipo de lo que puede repetirse en «otras instituciones y lugares».

Desde la tribuna, Santiago Abascal siguió la intervención del futuro vicepresidente, que desgranó uno por uno los argumentos que componen la base ideológica de Vox y a los que, dejó claro, su partido no renuncia. Mañueco mostró el 'modo equilibrista' en el que tendrá que manejarse durante estos cuatro años, apoyado en un socio que al mismo tiempo le sustrae apoyos en su mismo espectro político. «Dentro de unos días cumpliré 39 años afiliado al PP», concluyó el presidente de la Junta. «No me imagino otro partido», añadió.

Pero sí otro socio. Del Ciudadanos del incómodo Francisco Igea, que era pejiguero puertas adentro y una coraza prestada puertas afuera, a un Vox que deja patente que no será igual. Que Juan García-Gallardo y Santiago Abascal tienen su propia agenda y su forma de entender el juego político.

En una jornada de gestos, la mañana comenzó con foto de familia de los diputados de Vox por Castilla y León en el Congreso en el vestíbulo de las Cortes. Seguida por una foto de familia de los diputados de Vox con los procuradores de de Vox, 13, en el hemiciclo autonómico. Y seguida por otra foto más de todo el grupo con el jefe de filas, Santiago Abascal, fuera las mascarillas para el posado, Juan García-Gallardo a su derecha.

Por el otro lado de la cinta separadora, por el lugar en el que se concentraban los periodistas, entró Ana Pastor, de la dirección nacional del PP. Sin foto conmemorativa, con micrófonos y sin detener el paso. Pedro Rollán, vicesecretario de Política Local y Autonómica, fue el encargado, después, de valorar el discurso de Mañueco. «Emotivo, emocionante y pegado a la tierra», dijo. Y que no habrá «confrontación». Y como ejemplo, un saludo afectuoso con Juan García-Gallardo, con quien se cruzó en el pasillo instantes después.

El de Vox prometió «lealtad» mientras fijaba en el hemiciclo los puntos más ideológicos del programa de Vox, los que chirrían incluso a oídos del socio popular. «Podremos discrepar, pero llegaremos a acuerdos», aseguró. Y Mañueco confió en que así será, pero ya sabe cómo son las negociaciones con un partido jerárquico y absolutamente vertical.

En una ceremonia ritual como el Pleno de investidura todos los gestos cuentan. Y de los dos socios de Gobierno, el que festejaba era Vox y el que asumía el nuevo escenario era el PP. En la cafetería, Vox a un lado de una columna de hormigón y el PSOE al otro, Francisco Igea departía en una mesa tranquila. Hace tres años eran los 12 procuradores de Ciudadanos los que llevaban a Alfonso Fernández Mañueco a anunciar que sería «un presidente reformista, moderado, centrado en la gente, que practique políticas liberales y de centro, que son las que funcionan y las que dan resultados». Su nuevo socio, el Vox de los 13 procuradores, le llevó a repetir el mantra de que aquí, este 11 de abril, nace «un Gobierno sólido, fuerte y eficaz para los próximos cuatro años». Aunque en eso hay quien duda. Quizá por eso insistió el próximamente renovado presidente de la Junta de Castilla y León: «Mi reconocimiento [a Juan García-Gallardo, de Vox] por llegar a ese acuerdo viable, su voluntad de llegar a un acuerdo viable y firme para toda la legislatura».

Viable. Ese fue el vocablo que más repitió para definir el acuerdo de Gobierno. Que, como en 2019, «refleja la voluntad ampliamente mayoritaria expresada por los castellanos y leoneses y plasma la única alternativa viable para evitar una repetición electoral que nadie quería».

Los riesgos del acuerdo

Mañueco es consciente de los riesgos asumidos con el pacto a su derecha. Y más en una situación que coge al PP en pleno cambio de ciclo y redefinición y sin tiempo, con las elecciones andaluzas y las municipales y autonómicas ya en lontananza. El ejemplo de por dónde pueden llegar los roces en el equipo de Gobierno se vio en algunos lances del discurso. Cuando habló de «garantizar la igualdad entre hombres y mujeres», la bancada del PP aplaudió y la de Vox, salvo una excepción, siguió a sus cosas. Acto seguido habló del apoyo a las víctimas al terrorismo -cuyo comisionado será Juan García-Gallardo- y de la ley de concordia, propuesta por Vox. Y ahí sí hubo aplausos.

En 2019 la violencia de género mereció especial atención en el discurso de Fernández Mañueco. Acababa de producirse un asesinato machista apenas un día antes. En lo que va de 2022 se han contabilizado nueve mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas. Y Mañueco tenía que justificar de algún modo el compromiso de iniciar la tramitación de una ley de violencia intrafamiliar, como ha acordado con Vox. Comenzó por el discurso diferencial entre ambas formaciones. «[Garantizo mi] Compromiso irrenunciable en la lucha contra la violencia de género y contra las mujeres, porque esta no se produce solo en el ámbito familiar. Vamos a mantener la ley contra la violencia de género, lo digo alto y claro, no vamos a dar un paso atrás en los derechos reconocidos», dijo. Sin aplausos de Vox, claro.

A partir de ahí, la justificación del acuerdo. «[Promulgaremos] La ley de violencia intrafamiliar para generar nuevos derechos y proteger a todas las víctimas. Existen situaciones que han de abordarse generando nuevas prestaciones para las víctimas, como la violencia de los hijos contra los padres o contra las personas con discapacidad en el entorno familiar. Las dos normas son compatibles y complementarias», señaló. Tampoco esta aclaración consiguió arrancar los aplausos de sus socios.

Sí lo hizo cuando aseguró que «no va a haber adoctrinamiento ideológico» en las escuelas.

En su defensa del acuerdo de Gobierno, consciente de la polarización creciente en la política española y de esa relación compleja entre PP y Vox, a la vez simbiótica y parasitaria, porque se necesitan pero uno amenaza con fagocitar al otro, Alfonso Fernández Mañueco pidió que se juzgue la acción de la coalición «sin prejuicios y sin ataques preconcebidos». Tras una hora y 20 segundos de discurso, el candidato solicitó «la confianza de todos para seguir construyendo todos el futuro de una comunidad única».

La respuesta la tuvo a las 21:20 horas, cuando PP y Vox, tras una votación de viva voz y por nombramiento de cada procurador, apoyaran su investidura con 44 votos a favor y con los 37 votos en contra del resto del hemiciclo.

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