Los investigadores de la covid-19 en Castilla y León demandan a Mañueco continuidad y financiación para contratar

El dirigente político abordó con ellos la convocatoria para proyectos de investigación sobre el Covid-19 que ha puesto en marcha el Instituto de Salud Carlos III y a la que se han presentado 17 proyectos desde Castilla y León. Alfonso Fernández Mañueco comprometió 2,4 millones de euros para investigaciones que se desarrollen en la comunidad sobre el coronavirus. Será la Consejería de Educación el departamento que reparta estos fondos y lo hará atendiendo al criterio que oriente el Instituto Carlos III. «O bien financiando los proyectos que seleccione el propio instituto o aquellos que no pueda financiar, pero que considere relevantes como para apoyarlos desde la comunidad autónoma», precisó el presidente de la Junta.

«Nos ha preguntado qué necesitamos y lo primero que hemos respondido es que precisamos manos, poder contratar gente y también que es necesaria la colaboración y el trabajo en red», explicó Vicente Martín Sánchez, catedrático de la Universidad de León (ULE) en Medicina Preventiva y Salud Pública e investigador principal de un proyecto que analiza la incidencia del coronavirus entre los médicos de Atención Primaria de país.

Cotejarán el número de médicos de familia que se han infectado, situación que volverán a repasar el próximo año, sus impresiones sobre los mecanismos de protección, la capacidad de diagnóstico, los criterios para derivar a hospitales y la atención a los enfermos ingresados y dados de alta, con los problemas de salud que pueda dejar en herencia el coronavirus. Algunos cardiacos empiezan a asomar. Tienen ya 500 encuestas anónimas respondidas para empezar a volcar y tratar datos.

«La mayoría de las muertes entre sanitarios se han dado entre médicos de Atención Primaria y estos profesionales va a tener que jugar un papel mucho más determinante por lo que conocemos del coronavirus», asegura Vicente Martín, que es el coordinador de la ULE para el Covid-19. La universidad está haciendo pruebas de diagnóstico a demanda de Sacyl.

Mañueco estuvo acompañado en esa multiconferencia por la consejera de Educación, Rocío Lucas. Al otro lado de esa mesa virtual se sentaron, además del catedrático leonés, María del Mar Siles, delegada del CSIC en Castilla y León y directora del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA); el hematólogo Jesús María Hernández, del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (Ibsal); José Miguel García, vicerrector de investigación de la Universidad de Burgos y especialista en polímeros; David Díez Martín, catedrático de Química Orgánica de la Universidad de Salamanca, y Antonio Orduña, representante de la Universidad de Valladolid y catedrático de Microbiología vinculado como jefe clínico al Hospital Clínico de Valladolid.

Este último esbozó dos proyectos de investigación en los que participa el centro vallisoletano. Uno, sobre la aplicación del plasma procedente de la sangre de enfermos curados y otro sobre cómo tratar la fase de inflamación de los pulmones, que cursa de forma brutal en algunos pacientes. Cuándo es el mejor momento para aplicar el tratamiento y qué fármacos utilizar, porque no todos los enfermos responden igual, guían los trabajos de un equipo multidisciplinar de profesionales del Hospital Clínico de Valladolid.

Antonio Orduña incide en otra de las apreciaciones que los investigadores hicieron llegar a Alfonso Fernández Mañueco: la necesidad de que haya continuidad en el trabajo de los grupos de investigación.

«La investigación sufrió un varapalo bestial con la crisis y es necesario reconstruir el tejido investigación que en Castilla y León es muy bueno en el campo biosanitario. Que lo que ahora se inicia, permanezca a lo largo del tiempo y que se tenga la tranquilidad suficiente como para seguir trabajando. La continuidad es clave», defiende el catedrático de Microbiología.

El sector de la investigación fue uno de los más socavados por la recesión del 2008, con desmantelamiento de grupos de trabajo y emigración de sus integrantes. «Cuando pierdes un investigador se genera un problema notable», apunta José Miguel García. El vicerrector de la Universidad de Burgos (UBU) incide en el efecto dominó que provoca en la pérdida de atractivo de especialidades entre la gente joven y el envejecimiento de las plantillas docentes de las universidades. Una tasa de edad aplicable a los investigadores de plantilla.

García compara el conjunto de la investigación con un muro de ladrillo. «Te faltan dos o tres en la parte baja y se va todo a pique», subraya. La Universidad de Burgos ha presentando a la convocatoria estatal proyectos que analizan la presencia del virus en el entorno, con técnicas visuales de cambio de color que aportan «seguridad laboral y de otros espacios». También una investigación de ámbito sociológico que se adentra en la percepción de las familias, en cómo los ciudadanos consideran que les está cambiando o les cambiará la vida el coronavirus y que permitirá «mitigar» efectos sociales en el futuro inmediato.

María del Mar Siles, directora del IRNASA y delegada del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Castilla y León describió al presidente de la Junta y a la consejera de Educación cómo trabajan en comprobar si modelos de otras enfermedades infecciosas pueden servir para evitar que el virus infecte las células y también para aplicar en los cuadros más graves de inflamación pulmonar. Lo hacen en colaboración con instituciones de otras comunidades y de otros países. Siles resalta la importancia de compartir conocimientos e información, que resulta fundamental para trabajar, por ejemplo, con muestras biológicas de pacientes.

No es la única que destaca esa necesidad. «Se está generando mucha información que hay que compartir de forma cooperativa y generosa, por el bien de la comunidad. Los pacientes son de todos y los datos son de todos», resume Vicente Martín.