Fermoselle: afición taurina y gastronomía

Fermoselle es la capital de los Arribes del Duero. Ubicada en la comarca de Sayago, en la frontera entre Zamora y Portugal, pertenece al Parque Natural de los Arribes del Duero y a la Reserva de la Biosfera Transfronteriza Meseta Ibérica.

La villa celebra las fiestas patronales de San Agustín en agosto. El día 1 el toque de la campana torera anuncia el comienzo del mes dedicado a las fiestas. Suena a las doce de la mañana, una vez que el reloj da las campanadas. Un mes antes comienza en la Plaza Mayor el montaje de la histórica plaza de toros de madera, que se hace cada año tabla a tabla. Los tablones están numerados, de forma que su montaje es una auténtica obra de ingeniería y una costumbre que atrae a los vecinos para ver el avance del laborioso trabajo. Antiguamente, los fermosellanos llevaban su tabla y colocaban su propia talanquera en la plaza.

Una vez está acabada, ya puede sonar la campana torera que anuncia que ha comenzado el mes de fiestas.

En esa plaza única y que es una verdadera obra de arte desembocan los tradicionales encierros taurinos de la villa, que datan del año 1523, cuando ya se corrían encierros por las calles. Esos días, el sábado y el lunes de toros, vuelve a sonar la campana torera. Los encierros salen desde los corrales de San Albín y discurren por las empinadas y estrechas calles hasta llegar a la plaza, que suele estar abarrotada de fermosellanos e hijos del pueblo que vuelven por estas fechas. Otro de los grandes protagonistas de la semana grande son las peñas, algunas con décadas de historia y sus propios programas de actividades.

Fermoselle celebra el 8 de septiembre el día de su patrona, la Virgen de la Bandera, a la que se tiene gran devoción. Los fieles la acompañan en procesión desde su santuario hasta la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, para volver por la tarde de nuevo a la ermita.

Después del Domingo de Resurrección, el Martes de Pascua, tiene lugar la romería de San Albín en la ermita del mismo nombre, que se sitúa a las afueras del pueblo. Además de los actos religiosos y de la música y bailes populares, destaca la tradicional merienda a base de huevos cocidos y el típico hornazo.

En la gastronomía de Fermoselle destacan, como dulce típico, los periquillos, que tradicionalmente se hacían en carnaval; además de la ternera sayaguesa y el vino y el aceite como productos estrella gracias al cultivo de la vid y del olivo. No hay que olvidar la importante tradición vitivinícola de la zona. De hecho, a Fermoselle se le conoce como el pueblo de las mil bodegas, ya que cada casa tenía la suya, un tesoro bajo tierra.

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